Macron seduce a Merkel e inyecta nueva energía al eje francoalemán

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

EMMANUEL DUNAND | afp

Berlín celebra el impulso que el francés quiere imprimir en defensa y comercio

23 jun 2017 . Actualizado a las 08:17 h.

Alemania y Francia engrasan la maquinaria. Los motores de la UE vuelven a funcionar tras pasar cuatro años oxidándose cumbre tras cumbre. Atrás quedaron las frías miradas desconfiadas entre la canciller alemana, Angela Merkel, y el ex presidente francés, François Hollande. Berlín y París se han reconciliado. Sus líderes se entienden. El artífice del idilio no es otro que el nuevo paladín de Francia, Emmanuel Macron. El galo aterrizó en Bruselas siendo el centro de todas las miradas en la cumbre de líderes europeos. Sin apenas recorrido al frente del Elíseo, el liberal ha logrado seducir a Merkel, quien ayer se deshizo en halagos: «Me alegro de nuestro trabajo conjunto porque la creatividad y el nuevo impulso entre Francia y Alemania nos beneficia a todos», aseguró la germana, que mantendrá en las próximas semanas varios encuentros con el galo. 

El autoproclamado presidente de todos los europeos no decepcionó. Aseguró trabajar «mano a mano» con Berlín y habló como si de él dependiera el futuro de la Unión: «Europa no es solo una idea, es un proyecto y una ambición. Debemos reforzar su papel protector», advirtió. Pero, ¿en qué se tradujo ese renovado ímpetu reformista? Solo hay dos áreas donde por el momento el eje francoalemán puede imponer su ritmo: la defensa y el comercio

Los 28 acordaron ayer reforzar la lucha antiterrorista tras los cuatro ataques que ha sufrido la UE este mes. Cargaron las tintas contra los operadores de Internet: «La industria tiene su propia responsabilidad para ayudar a combatir el terrorismo en línea», rezan las conclusiones en las que se refuerza el papel del fondo europeo de defensa y el cuartel general militar de la UE. Nadie quiere dejar su seguridad en manos de una OTAN a la que Donald Trump mantiene contra las cuerdas.

En el terreno del comercio hubo más controversias. El tándem Merkel-Macron trató de forzar el giro de la UE hacia políticas comerciales más proteccionistas, pero se encontraron con la resistencia de España, los países nórdicos y el bloque del este. El liberal quiere convertir su programa de campaña en manual de guía para la UE. París demanda instrumentos de defensa comercial y control de las inversiones extranjeras: «Estoy a favor del libre comercio, pero no soy ingenuo. La UE es la única que no se protege a sí misma contra el dumping. Debemos defender los derechos de nuestros ciudadanos y empresas», clamó Macron, quien cargó contra los «abusos» a los que se ha sometido a los trabajadores por la competencia desleal: «Necesitamos medidas de control y protección social», argumentó. La presión de sus socios aplacó su apetito al especificar en las conclusiones que Bruselas deberá utilizar todo su margen de maniobra para blindar a la industria europea, pero «sin medidas legislativas» nuevas. 

Merkel se siente cómoda delegando todo el esfuerzo en el francés, al menos hasta que pasen las elecciones en su país (24 de septiembre). Habrá que ver si la primera fase del enamoramiento se convertirá en algo más cuando entren a debatir el asunto más espinoso en el horizonte: la integración de la eurozona con un presupuesto común.

Polonia y Hungría ya dejan ver las primeras reservas hacia el presidente francés

La culpa la tuvo una frase en una entrevista que concedió a varios medios europeos y que reza así: «Cuando escucho a algunos dirigentes europeos, me parece que cometen una doble traición. Deciden abandonar los principios, dar la espalda a Europa, tener un planteamiento cínico de la Unión que serviría para gastar los créditos sin respetar los valores. Europa no es un supermercado. Europa es un destino común».

El flamante presidente francés tuvo el cuidado de no mencionar a ningún país ni líder en particular, pero los aludidos se dieron cuenta enseguida de que se refería a ellos y no tardaron en responder. El portavoz del presidente polaco Andrzej Duda, Krzysztof Lapinski, señaló que el hecho de que Polonia reciba fondos de la UE no lo obliga a ceder ante la voluntad de Bruselas y aceptar tantos refugiados como dicte el bloque. Viktor Orban tampoco se anduvo por las ramas y dijo que el debut de Macron en Bruselas «no fue muy alentador». «Él pensó que la mejor manera de amistad era criticar a los países centroeuropeos», advirtió el primer ministro húngaro, quien caracterizó al presidente francés como «el nuevo muchacho» de la UE.

Mensajes a Trump y Putin

La desavenencia no resquebrajó, sin embargo, la fachada de unidad que el bloque quiso transmitir a las dos capitales que más se esfuerzan por hurgar en sus diferencias, Washington y Moscú. Los líderes reafirmaron su compromiso con el Acuerdo de París sobre el cambio climático y le recordaron al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que el tratado no es negociable. Al mismo tiempo enviaron un mensaje de firmeza a Vladimir Putin al prolongar por seis meses las sanciones económicas a su país por el papel que desempeña en el conflicto en Ucrania. Las sanciones apuntan a los sectores de finanzas, energía y defensa, impedirán el acceso de bancos rusos a los mercados de la UE y limitarán el acceso ruso a determinadas importaciones del bloque.

El último mensaje: cooperación de varias velocidades en materia de defensa, que permitirá a los socios que lo deseen sumarse de manera voluntaria, con un plazo de tres meses para consensuar una lista de criterios y de compromisos para avanzar. «Es un paso histórico», ensalzó el paso dado el soñador Donald Tusk, pese a que no deja de ser por el momento un simple movimiento preliminar.

May ofrece a los europeos permanecer en el Reino Unido

John Lennon fue el invitado sorpresa en el debate sobre las recién estrenadas negociaciones del «brexit». «La UE se construyó sobre sueños imposibles. Soy un soñador, pero no soy el único», deslizó el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, rememorando la canción del Beatle. El polaco dio a entender que la salida del Reino Unido de la UE no es irreversible. «La política sin sueños es una pesadilla. Los milagros existen, pero al mismo tiempo soy realista. Al final será decisión de los británicos», aseguró con cierta amargura.El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, perro viejo en la política comunitaria, trató de arrancarle cualquier esperanza: «Yo no quiero hacerme ilusiones porque no quiero perderlas», zanjó. 

Los 27 prestaron atención a las explicaciones de Theresa May tras la cena, que abandonó con rostro taciturno: «Pondré sobre la mesa algunos de nuestros planes sobre cómo proteger los derechos de los ciudadanos cuando abandonemos la UE», explicó a su llegada. Y así fue. La británica explicó una oferta poco detallada, pero con sustancia: el Reino Unido ofrece otorgar permiso de residencia a todos los ciudadanos europeos que lleven viviendo cinco años en el momento de la salida (3,1 millones). Para los que lleguen antes de una «fecha de corte» a negociar, habrá un período de gracia: «May no quiere que nadie se tenga que ir», aseguran fuentes diplomáticas.Londres no quiere rendir cuentas ante el Tribunal de Justicia de la UE.

Merkel, quien le tiene tomada la medida, marcó el terreno: «Quiero decir muy claramente que para mí el diseño del futuro de los 27 prevalece sobre la cuestión de las negociaciones de salida con el Reino Unido (...) Es un buen comienzo, pero quedan muchas cosas por aclarar», espetó la alemana, quien exige «agilidad» en los plazos. Macron apenas tocó el «brexit»: «No voy a entrar en las negociaciones imponiendo líneas rojas, pero no negociaremos con los derechos de nuestros ciudadanos», anticipó. 

La buena sintonía entre el galo y la líder alemana volvió a relucir cuando discutieron los criterios de reubicación de las agencias europeas con sede en Londres. Los países occidentales creen que la elección debería someterse a criterios técnicos, los países del este exigieron tener en cuenta criterios geográficos y políticos.