Las filtraciones enfrentan al Reino Unido con Estados Unidos

Mercedes gallego NUEVA YORK / COLPISA

INTERNACIONAL

JUSTIN TALLIS | Afp

La eficacia antiterrorista depende de la estrecha colaboración internacional, que está en entredicho con la Casa Blanca más porosa de todos los tiempos

25 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Salman Abedi nació y murió en Mánchester pero la primera vez que el mundo oyó su nombre fue en EE.UU. a través de la NBC y la CBS. Londres había pasado su identidad a Washington para cotejarla con sus bases de datos, pero lo que apareció fue hasta su edad en todas las alertas de noticias. Las autoridades británicas tardaron dos horas en confirmar su filiación, no porque tuvieran dudas sino porque aún albergaban la esperanza de seguir investigando al terrorista y a sus allegados sin batallar con miles de periodistas a la puerta de su casa.

No era una filtración aislada, sino la tónica de este atentado. Ya la noche del lunes, la cadena ABC fue la primera en tuitear que se trataba de un atentado suicida, siempre citando fuentes de la inteligencia estadounidense. Ante el silencio de Downing Street los periódicos británicos se vieron obligados a aludir a las televisiones de EE.UU., que ya ponían cifras a la tragedia. Bien entrada la madrugada, un sobrio policía de Mánchester leyó ante las cámaras los datos que ya se sabían.

Queja formal

Este miércoles, después de que la ministra de Interior, Amber Rudd, dejase claro lo «irritantes» que resultaban estas filtraciones, el periodista Richard Engel de la NBC desvelaba que la identidad del joven de origen libio se había confirmado gracias a una tarjeta bancaria que llevaba en el bolsillo y a técnicas de reconocimiento facial. The Wall Street Journal no tardó en contar que su hermano menor había sido detenido en Trípoli, antes de que lo dijera el Gobierno libio, y la CNN confirmó a través de «fuentes militares» lo que ya se le había escapado al ministro de Interior francés, Gerard Collomb, que Abedi había viajado a Siria y a Libia poco antes de cometer el atentado. «Solo sabemos lo que nos han dicho los investigadores británicos», reconoció el galo.

Más que irritante, el asunto de las incontrolables filtraciones se había convertido en un problema de seguridad nacional. La eficacia antiterrorista depende de la estrecha colaboración internacional, que está en entredicho con la Casa Blanca más porosa de todos los tiempos.