El Congreso pide que Comey entregue los archivos de sus reuniones con Trump

Adriana Rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

KEVIN LAMARQUE | Reuters

El presidente se queja de que «ningún político en la historia ha sido tratado peor»

18 may 2017 . Actualizado a las 08:08 h.

Acorralado por los escándalos y navegando en una permanente crisis política, Donald Trump se presentó ayer como una víctima: «Ningún político en la historia ha sido tratado peor o más injustamente», se quejó ante la Academia de la Guardia Costera en Connecticut. Fue la queja de un presidente al que se le acumulan un escándalo tras otro.

Trump está un paso más cerca del precipicio político tras la revelación de que pidió al recientemente cesado director del FBI, James Comey, que dejara de investigar las conexiones con Rusia de su exasesor de Seguridad Nacional Michael Flynn. «Espero que puedas ver la forma de dejar pasar lo de Flynn. Es un buen tipo. Espero que lo puedas dejar ir», habría dicho el presidente a Comey, según un memorando interno en manos del The New York Times.

El hábito de dejar todo por escrito hizo que Comey reflejase sus contactos con el presidente en una serie de memorandos que ahora valen su peso en oro. Son esos documentos los que la Cámara de Representantes y el Senado piden para estudiar si la petición de Trump supone un posible caso de obstrucción a la justicia que, a su vez, podría constituir una base legal suficiente para la solicitud de un juicio político o impeachment.

El presidente del Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes, Jason Chaffetz, uno de los pesos pesados republicanos, pidió al FBI que antes del 24 de mayo entregue todos los archivos que detallan las comunicaciones entre Trump y Comey. Su solicitud fue solo el punto de partida. Poco después llegó la del Comité de Inteligencia del Senado pidiendo además, la comparecencia del propio Comey y una respuesta del director en funciones del FBI, Andrew McCabe, en no más de 72 horas.

El pulso de Putin

Ambos movimientos fueron interpretados como un peligrosa grieta entre Trump y el partido, teniendo en cuenta que cada vez son más los republicanos que se muestran a favor de una investigación independiente sobre los lazos entre el entorno de Trump y el Kremlin. De Rusia salió la defensa más férrea hacia el presidente. Putin criticó la atmósfera de «esquizofrenia política» reinante en Washington y ofreció a los congresistas la transcripción del encuentro entre Trump y Lavrov celebrado el día 10 en la Casa Banca. Su consejero Yuri Ushkov aclaró después que no disponen de ninguna grabación, pero sí de una versión escrita.

No opinan lo mismo en Capitol Hill. «Los escándalos del señor Trump están alcanzando el tamaño del Watergate», espetó el senador John McCain. Poco después, los republicanos Kinzinger y Knight se sumaron a las voces críticas entre las filas conservadoras que, aunque ruidosas, siguen constituyendo una minoría. «No están haciendo su trabajo de identificar la responsabilidad del presidente», denunció el miembro demócrata del Comité de Supervisión, Elijah Cummings, entre peticiones para que los republicanos pongan el país por delante del partido.

Es innegable que Trump camina sobre la cuerda floja y no es menos cierto que la Casa Blanca no puede soportar por mucho más tiempo este ritmo de «bombas informativas» diarias. En el ala oeste, entre gritos y guerras internas, la frustración de Trump ha llegado a tal nivel que incluso abroncó a su yerno Jared Kushner por recomendarle el despido del hombre que podría tener la llave de su destitución.

Obstruir a la justicia, base legal para abrir el «impeachment»

Si se demuestra que pidió a James Comey que dejara de investigar los lazos entre Michael Flynn y Rusia, Donald Trump podría ser acusado de obstrucción a la justicia. Un delito federal definido como cualquier intento por parte de alguien de «influir, obstruir o impedir corruptamente, la correcta aplicación de la ley en un procedimiento pendiente». El cargo sirvió de base legal para impulsar los procesos de destitución contra Richard Nixon por el Watergate (aunque dimitió antes de iniciarse) y Bill Clinton por el caso Lewinsky.

¿Qué tiene que ocurrir para que se produzca un «impeachment»?

La petición debe pasar primero por el comité legal del Congreso y, después, obtener la aprobación de la Cámara baja por mayoría simple. El último paso es conseguir la aprobación de dos tercios del Senado. Con mayoría republicana en ambas cámaras, de momento es muy improbable que Trump sea sometido a un proceso de destitución. El proceso es largo y además no implica que termine necesariamente en la destitución. Lo que sí provocaría es la paralización de la agenda del Gobierno, algo que no interesa a los republicanos.

¿Existen suficientes motivos para proponerlo?

Todavía no. Antes hay que probar que Trump efectivamente pidió a Comey que dejara de investigar a Flynn como publica la prensa. ¿Cómo hacerlo? Pidiendo al FBI que entregue los documentos referentes a las comunicaciones entre Trump y Comey, algo que ya han hecho Congreso y Senado. Además, sería necesario demostrar que el presidente tenía una verdadera intención de obstruir la justicia. El lenguaje utilizado -«espero que puedas dejarlo ir»- tanto podría ser insuficiente como constituir una evidencia para interpretar que el despido de Comey sí fue una obstrucción de la justicia.

¿Quiénes lo apoyan?

El demócrata texano Al Green se convirtió el martes en el primer congresista en pedir un juicio político, porque «la democracia está en riesgo». Entre las voces republicanos, David Gergen, exasesor de Nixon advirtió: «Trump se está metiendo en territorio de impeachment». Ayer, Justin Amash fue el primer congresista republicano que se expresó públicamente a favor.

HO | AFP

Chelsea Manning, la informante de Wikileaks, sale de prisión

Chelsea Manning, la soldado que entregó a Wikileaks miles de archivos militares y diplomáticos secretos, salió ayer de prisión de Fort Leavenworth, en el estado de Kansas, poniendo fin a siete años privada de libertad. Su liberación tuvo lugar gracias al perdón presidencial que le otorgó Barack Obama pocos días antes de dejar la Casa Blanca.

En el verano del 2013, un tribunal militar le condenó a 35 años de cárcel por filtrar tres años antes más de 700.000 documentos clasificados del Gobierno estadounidense, que incluyeron informes del campo de batalla de las guerras en Irak y Afganistán.

«Primeros pasos en libertad», escribió Manning en Twitter junto a una foto de sus pies con zapatillas nuevas. «¡Tengo ganas de tantas cosas! Lo que sea que esté delante de mi es mucho más importante que el pasado», añadió tras abandonar la prisión, que la prensa no pudo captar, a pesar de las grandes expectativas.

Icono transexual

La vida que ahora le espera a Manning es la gran incógnita, ya que a pesar de que podrá continuar siendo una soldado en activo del Ejército de Tierra, estará de baja mientras se mantenga la apelación de la sentencia que le impuso un tribunal militar.

Los medios estadounidenses ya han anticipado la intención de Manning de conceder diversas entrevistas para relatar su experiencia. Aún así, su entorno ha asegurado que su intención es la de permanecer fuera del foco público y continuar siendo un altavoz para la comunidad transexual, después de que en el 2013 el ex analista militar anunciase su cambio de género.

Ahora y aunque no recibirá ningún salario, Manning sí tendrá derecho a recibir cuidados médicos. «Podemos por fin celebrar la fortaleza y heroísmo que ha mostrado en sobrevivir y compartir su verdad y vida con nosotros», celebró Chase Strangio, abogado de la American Civil Liberties Unión, la organización que lideró la defensa legal de Manning para que el Ejército le facilitase todos los tratamientos iniciales para llevar a cabo su transformación de hombre a mujer.