La crisis venezolana y sus efectos colaterales

INTERNACIONAL

Lo de Venezuela está adquiriendo cada día tintes más dramáticos. Las protestas callejeras que empezaron hace mes y medio, son más masivas cada día, y no solo en Caracas. Las hijas y demás familia de la cleptocracia chavista está siendo objeto de escraches desde Australia hasta Miami, pasando por Barcelona y Madrid.

15 may 2017 . Actualizado a las 10:08 h.

Pero lo peor está ocurriendo dentro del país, donde los muertos en la represión de las manifestaciones ya rondan el medio centenar, los heridos el medio millar y los detenidos van camino de esa cifra.

Aunque hablar de riesgo de Guerra Civil en estos momentos resulta harto prematuro -un conflicto propio de tal nombre requiere la existencia  de dos bandos armados y aquí solo las tiene uno-, el régimen no tiene escrúpulos en presentar a los opositores y otros detenidos en las manifestaciones ante tribunales militares.

Eso es lo que han hecho hasta la fecha con 120 de los 2.000 detenidos, de los cuales 90 fueron condenados, según declaró Alfredo Romero, director ejecutivo de Foro Penal Venezolano, una ONG que se ocupa de la defensa de los presos políticos.

Los cargos que se les imputan van desde los de estragos, vandalismo, incitación a la rebelión hasta los de traición a la patria y terrorismo. Con una de esas etiquetas ha sido juzgado y condenado al menos un detenido por el robo de dos jamones en un saqueo.

Juicios sumarísimos

El recurso a la justicia militar parece ser la respuesta a los escrúpulos que está demostrando la Fiscalía General dirigida -de momento- por Luisa Ortega, una disidente sobrevenida, a la hora de presentar cargos contra una buena parte de los detenidos.

Estos procesos en los tribunales militares tienen visos de juicios sumarísimos, ya que se sustancian en dos o tres días, lo cual contrasta con los civiles que llevan años juzgando a presos emblemáticos del chavismo como la jueza María Lourdes Afiuni, detenida hace más de siete años por orden expresa del comandante eterno, emitida en directo en una de sus homilías televisivas de Aló presidente o el encargado del caso del alcalde metropolitano de Caracas Antonio Ledezma, que lleva años en arresto domiciliario tras sucesivos aplazamientos de la vista oral.

En el estado actual, ya crónico, de la justicia venezolana, tanto la civil como militar, los reos tampoco tiene muchas oportunidades de denunciar que, al menos en algunos casos, han sido obligados a comer excrementos estando detenidos, según denunció al aludido portavoz de Foro Penal. Todo hace pensar que esa ha sido la revancha de los agentes policiales que en una de las últimas manifestaciones haya sido blanco de algún puputov (cócteles molotov que contenían excrementos en vez de gasolina).

Repercusión internacional

Algo que diferencia la última implosión del conflicto venezolano de las anteriores, especialmente de la del 2014, es su repercusión internacional y no solo en los países de la región. Como quiera que cada día son más los venezolanos en la diáspora, cada vez que se encuentran con familiares de conocidos dirigentes chavistas no desaprovechan la oportunidad de organizarles un escrache.

Así, el pasado día siete, un grupo de mujeres venezolanas que se encontraron en Bondi Beach, una playa de Australia, a la Lucía Rodríguez, la hija de Jorge Rodríguez, alcalde del municipio Libertador y destacado dirigente chavista, le amargaron las vacaciones gritándole que «por culpa de tu papá hay gente muriendose».

En Berna (Suiza) el embajador César Osvelio Méndez pasó apuros en un supermercado al ser identificado por una venezolana que le echó  en cara la buena vida de la que  disfrutaba mientras en su país la gente «no tiene nada que comer».

En Líbano, el Defensor del Pueblo Tarek William Saab, fue increpado por dos mujeres en un acto en el que se discutía sobre derechos humanos. «Mi pueblo se muere, los están matando, ¿Dónde están los derechos humanos de los venezolanos», le gritó una mujer.

En Barcelona, la periodista  y exministra Maripili Hernández fue increpada por dos hombres que la acusaron de llevar una vida lujosa de diplomática. «¿Esa es la revolución bonita que tu comandabas. Hacer cola a las tres de la madrugada, esa es la patria que nos iban a dar a nosotros?»,le dijo uno de ellos.

En Madrid el pasado jueves, el denominado Movimiento de Solidaridad con la revolución bolivariana de Venezuela, celebró un acto en el centro de diversidad cultural de Venezuela que tiene la embajada venezolana en el barrio de Salamanca, que contó con la asistencia del embajador Mario Isea y una cualificada representación de Podemos, Izquierda Unida y el Partido Comunista de España. Alberto Casillas, un hostelero hispano-venezolano que se hizo célebre por su actuación en un encuentro de Pablo Iglesias con empresarios en el hotel Palace, convocó una concentración de protesta ante el aludido acto. Según relata él mismo en un comunicado, solicitó el pertinente permiso gubernativo para ello. Dice que la respuesta a su convocatoria superó con creces sus previsiones, ya que no acudieron las 20 personas que él, en base a convocatorias anteriores estimó que lo harían, sino varios centenares que provocaron un corte de tráfico. El mando de la dotación policial le informó que, como responsable de la convocatoria iba a ser objeto de una sanción entre 3.000 y 6.000 euros.

Esa manifestación fue interpretada por el embajador como «intento de secuestro». Inmediatamente la ministra de Asuntos Exteriores de Venezuela, -la tía de  Lucía, la del escrache de Australia- tras exigir que se garantice la integridad de sus diplomáticos dijo que «los intolerantes y militantes del fascismo no podrán con nuestros diplomáticos dignos».Isaías Rodríguez, poeta y ex embajador en Madrid, desde su actual destino en Roma, acusó a España de violar la Convención de Viena de relaciones diplomáticas al «facilitar» los hechos. Maduro, como de costumbre, se despachó con unos cuantos insultos y ex abruptos contra Rajoy y Felipe González.

Onanismo político

Uno de los análisis más demoledores sobre la deriva del chavismo-madurimo y de su posible evolución procede, una vez más y no por casualidad, del teórico marxista y asesor de Chávez en vida,  Heinz Dieterich. Lo titula Jaque mate a un gobierno sin cerebro. Empieza diciendo que «ante una crisis de la naturaleza  de la actual,  cualquier dirección nacional sensata reaccionaría con un plan sistémico emergente y convincente de salvación nacional». El inquilino de Miraflores, en cambio -prosigue el autor de el Socialismo del siglo XXI- «recurre al onanismo político tropical, convocando a una nebulosa ‘Asamblea Constituyente,  que según Maduro debe «construir la paz verdadera, la paz con democracia, con libertad, con participación, con justicia».

Y añade: «si en largos años de bonanza petrolera no se logró diversificar la economía, ¿cómo se logrará ahora en la ruina absoluta del sistema?, Si el Diálogo Nacional con apoyo del Papa, de la Internacional Socialista y de la UNASUR, fue un fracaso total, ¿cómo la entelequia de una Asamblea Constituyente, rechazada por el episcopado, la MUD, la Unión Europea, Washington y las élites cipayas latinoamericanas, generará la mítica creatio ex nihilo (creación desde la nada) que salvará a la nación? Sólo los Rasputínes tropicales de Miraflores que se comunican con el comandante Chávez, vía pajaritos, y sus asesores idiotas pueden idearse un engendro autodestructivo de esta naturaleza, digno del zarismo decadente ruso».

Dieterich considera que las manifestaciones de las últimas semanas  apuntan  que tanto la MUD como el madurismo pueden movilizar masas suficientes para cubrir sus intereses mediáticos internacionales y ciertos puntos geográficos de Caracas, «pero, el resultado trascendental -precisa- fue que las FANB son leales al gobierno. La lealtad del grupo hegemónico militar de Padrino López con la facción política dominante del PSUV quedó fuera de duda».

La pregunta fundamental, según este veterano sociólogo afincado en México es:  «¿Hasta cuándo?… Aún más dramática es la inferencia que se deriva del equilibrio de fuerzas entre los dos bloques de poder. Agotadas las vías pacíficas de superación de la crisis, las armas decidirán el conflicto».

Concluye  Dieterich  que «de líderes revolucionarios y del socialismo, no ha quedado nada. Sólo analfabetos políticos como el maoísta Maduro, el cínico ex ultra-Bandera Roja Jaua, el desaparecido Rafael Ramírez, un General Padrino López que no parece tener la más mínima idea de lo que es una sociedad y, por supuesto, un país en ruinas». Parece ser verdad eso de que «no hay mejor cuña que la del mismo palo».