El bipartidismo se volatiliza en Francia

A. F. Coego PARÍS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Socialistas y conservadores quedan fuera de la segunda vuelta por primera vez desde que se instauró la V República, en 1958

24 abr 2017 . Actualizado a las 15:10 h.

Por primera vez desde que se instauró la V República, en 1958, socialistas y conservadores no estarán presentes en la segunda vuelta de unas presidenciales francesas. El resultado de ayer es mucho más que un varapalo circunstancial. Significa el fin abrupto de la alternancia bipartidista sobre la que se basó el régimen fundado por Charles de Gaulle hace más de medio siglo. Alternativas como el Frente Nacional de Le Pen, En Marcha de Macron o la Francia Insumisa de Mélenchon reflejan la aparición de un mapa político inédito que pulveriza y empuja a la historia el hasta ahora indiscutido dominio de los dos partidos tradicionales.

En el caso socialista, el motivo está claro. El mandato de François Hollande batió récords de impopularidad e impotencia que lo llevaron a ser el primer presidente que no optó a un segundo mandato. La elección en las primarias de Benoit Hamon, perteneciente al ala más izquierdista, provocó a mayores una fractura interna que acabó con la fuga de los moderados hacia las líneas de Macron. Pese a que intentó subir a escena la representación de una ruptura con el quinquenio de Hollande, a los electores les pareció tardía y Hamon se hundió aplastado por el peso de la decepción acumulada por su todavía jefe de filas.

En el lado de los conservadores, otra escisión entre moderados y radicales llevó al partido a perder la oportunidad de mantener con vida la alternancia bipartidista. Antes de que se conocieran los casos de corrupción que lo sepultaron, François Fillon ya había presentado un programa ultraconservador que puso a prueba la fidelidad de los sectores moderados del republicanismo. Su afinidad con el presidente Vladimir Putin y con el régimen de Bachar al Asad le costaron duras críticas internas. Pero cuando Le Canard Enchaîné publicó la investigación sobre el empleo falso de su mujer, Penelope, en la Asamblea Nacional, el conservador se precipitó en el vacío. Tras un mes de revelación tras revelación, Fillon se convirtió en el primer presidenciable sobre el que pesaba una imputación por cargos graves que van desde la malversación de fondos públicos al tráfico de influencias. La radicalización de su discurso, que convirtió en enemigos a la Justicia, al Gobierno y a los medios, acabó por cerrarle las puertas del Elíseo y deja en el aire el interrogante de por qué no se le forzó a retirarse.

Tanto él como Hamon llamaron a sus electores a votar por Macron, haciendo una concesión por el centro que, de haberse producido antes, quizá podría haber salvado a sus partidos. Pese a los desastrosos resultados, ninguno de los dos anunció su dimisión. Se aferran a la obstinación que les impidió conseguir los apoyos de gran parte de sus propios electores.