Chile, un multimillonario parte como favorito para relevar a Bachelet

Julio Á. Fariñas A CORUÑA

INTERNACIONAL

AFP

Poco más de tres años después de haber abandonado el Palacio de la Moneda como el presidente más impopular de la historia reciente de Chile, Sebastián Piñera es el aspirante mejor posicionado en las encuestas para suceder a Michelle Bachelet en marzo del próximo año.

25 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La provable vuelta al poder del primer presidente de derechas de la democracia chilena tras la dictadura de Pinochet, cerrará el ciclo de la hegemonía de la izquierda en una América Latina gobernada en la mayoría de los países por una pseudo izquierda de corte populista.

En las primarias que se celebrarán el próximo dos de julio con 25 aspirantes a la presidencia, Sebastián Piñera no tiene rivales de peso dentro de su coalición conservadora Chile Vamos, formada por Renovación Nacional, Evópoli y Unión Democrática Liberal (UDI), a pesar de que los senadores Francisco Chauán y Alberto Espina, ambos de Renovación Nacional, también tenían aspiraciones.

El oficialismo, que agrupa bajo el cartel de Nueva Mayoría a cinco partidos que van desde el Partido Radical a la Democracia Cristiana, pasando por el Partido Por la Democracia (PPD) de Ricardo Lagos, el Partido Comunista de Chile y el Partido Socialista, llegará a las primarias de julio con seis precandidatos: José María Insulza, ex secretario general de la OEA, el ex presidente Ricardo Lagos, las senadoras Isabel Allende Carolina Goic, esta última del Partido Demócrata Cristiano, el académico Fernando Atria y Alejandro Guillier, senador del Partido Radical. Guillier, sociólogo y periodista, que hace cuatro años dio el salto de los platós televisivos a la política y resultó elegido senador, ya ha sido proclamado precandidato por su partido. Es el más probable rival de Piñera, ya que es el mejor posicionado en las encuestas.

Sin renovación generacional

Los analistas chilenos son muy críticos con las alternativas que se le presentan a los electores porque los aspirantes, salva alguna excepción, son los mismos de siempre, no existe atisbo alguno de renovación generacional.

Según Javiera Arce, politóloga e investigadora de la Universidad de Valparaíso, la clase política chilena se convirtió en una élite que se reproduce entre sí, provocando una desconexión muy grande con la ciudadanía. Dice que «la oferta de candidatos es mala». Considera que si para próximo presidente hubiera que escoger entre Piñera y Lagos, la abstención electoral sería mayor, «porque tener candidatos de más de 65 años -Piñera tiene 67 y Lagos 79- es la expresión de una clase política que no quiere jubilarse, y muestra que los jóvenes han sido incapaces de posicionarse en los partidos».

Los efectos de la corrupción

Las encuestas reflejan una desconfianza casi total en las instituciones. La popularidad de la actual presidenta, según la encuesta del Centro de Estudios Políticos (CEP) del pasado enero era del 24%, y el rechazo a su gestión del 60%. En la Encuesta Bicentenario, de noviembre pasado, la confianza en el Parlamento se situaba en el 2,7%, y sólo 4,1% se fiaban de los partidos políticos, mientras que cuatro de cada cinco chilenos dijeron que no los representaba ningún partido ni bloque.

Los analistas consideran que los casos de corrupción explican ese alto rechazo y el bajo interés por votar. Recuerdan que en las municipales de octubre participó apenas el 34% del padrón. A la vista de estos datos en noviembre el Financial Times señalaba a Chile entre los países fértiles para que florezca el populismo. El politólogo de la Universidad de Chile Roberto Funkdijo dijo que el país «parece estar listo para un tipo de solución populista al desencanto, son las mismas fuerzas que llevaron al Brexit en Gran Bretaña y al triunfo del republicano Donald Trump en Estados Unidos».

A todo ello hay que sumar la crisis económica de la que no se libró un país con la economía más competitiva de las Américas -la 44 del mundo por el volumen de su PIB- con una renta per cápita de 12.062 euros en 2015.

La coyuntura económica le está pasando factura a la Nueva Mayoría encabezada por Michelle Bachelet que inició en marzo de 2004 su segundo mandato con un 54 % de aprobación popular y en la actualidad apenas llega al 25%. Ello a pesar de que en estos tres años puso en marcha una buena parte de las medidas sociales comprometidas en su programa, como los bonos para las familias pobres. Inició una reforma constitucional que reemplaza la carta magna diseñada bajo el gobierno militar de Augusto Pinochet y también acometió una reforma educativa que buscaba reposicionar la educación pública, garantizar la calidad y avanzar decididamente hacia la gratuidad, frente al sistema vigente que otorgaba un rol importante al mercado y al sector privado en la educación.

Ese cambio a la educación chilena requería un mayor gasto público -de entre el 1,5 y 2% del PIB nacional-, va de la mano de un aumento en los ingresos permanentes. Ese fue el argumento central de su reforma tributaria, la más ambiciosa de la historia de la democracia chilena que pretende aumentar los ingresos fiscales un 3% del PIB en el próximo año y encontró el rechazo del 85 % del empresariado chileno.

XIMENA NAVARRO | EFE

Bachelet, que al mes siguiente de volver a la presidencia fue portada de Time como «una de las 100 personas más influyentes del mundo» y al siguiente Forbes la clasificaba como «una de las 25 mujeres más poderosas del mundo», ha conseguido avanzar en las reformas que había prometido en su campaña y que algunos analistas han calificado como «demasiado ambiciosas» y otros de «mal diseñadas» e incluso alguno como de «pésima calidad».

Una buena parte de esas transformaciones se han visto ensombrecidas por diversos escándalos de corrupción, que también han dañado el prestigio personal de la presidenta. El más sonado de todos es el llamado caso Caval, que involucra a Sebastián Dávalos, el hijo mayor de Bachelet.

Este y otros problemas, relacionados con la falta de comunicación en su gobierno, retrasos en la implementación de algunos proyectos y salidas de ministros, han mermado ostensiblemente la popularidad de la antes impermeable doctora Bachelet,

No deja de resultar paradójico que en un país donde siguen existiendo grandes desigualdades sociales, el mejor posicionado en las encuestas es Sebastián Piñera, el empresario más rico del país, al que algunos llaman el Donald Trump chileno, con una fortuna estimada en unos 2.700 millones de dólares. En el exterior tiene una imagen de centro derecha moderado, que en su primer mandato se convirtió en el blanco de las iras de los estudiantes que con grandes manifestaciones en la calle desafiaron el modelo económico neoliberal vigente en Chile desde los años de la dictadura.