Las claves del gran viraje ideológico de los holandeses hacia la derecha

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

YVES HERMAN

País abierto y liberal en otro tiempo, ha girado a posiciones más conservadoras. ¿Por qué estás preocupada, Holanda?

16 mar 2017 . Actualizado a las 09:01 h.

¿Qué empuja a un país tan abierto y liberal como Holanda a erigir al partido del xenófobo Geert Wilders como una de las principales fuerzas? ¿Desesperación? Con una economía creciendo al 2 %, con una tendencia al alza de los salarios, unas cuentas saneadas, una balanza comercial del 8 % y cifras de empleo envidiables para cualquier país europeo, habría que buscar respuestas en otro lado. Si se atiende a los programas electorales y a las declaraciones de los líderes de todo el espectro, hay dos ejes que vertebran el malestar de los holandeses: la pérdida de identidad y la integración de los inmigrantes.

¿Está fundado el miedo a perder sus raíces?

Según la oficina de Estadística holandesa, de los 17 millones de personas que habitan en Holanda, 3.800.000 son de origen extranjero, lo que viene a ser el 22.1 % de la población. La entrada de migrantes se acentuó a partir del año 2000, coincidiendo con el despertar de los movimientos xenófobos. La población nativa se encuentra hoy en niveles que no se veían desde 1871 La principal comunidad extranjera es la turca (397.000) seguida de la marroquí (386.000), dos de las comunidades que menos contacto establecen con los nativos. 

¿Existe un problema de integración? 

La idea de que existe un problema de integración ha calado en un país donde ha fallado el modelo mixto, a caballo entre el británico y el francés. Hasta el 40% de los marroquíes y turcos, incluso los nacidos en Holanda, aseguran no sentirse holandeses. La exclusión se observa en todos los ámbitos, incluido el político, como se pudo comprobar tras la escisión de una parte del partido socialdemócrata PvdA, que acabó concurriendo a las elecciones bajo la denominación Denk para defender los intereses de la población inmigrante a la que se ha hostigado toda la campaña. Un turco tiene el triple de probabilidades de estar desempleado en comparación con un holandés. El desempleo entre los jóvenes nativos es del 9 % frente al 23 % de los de origen no occidental. También tienen de media salarios más bajos, lo que les obliga a recurrir con mayor frecuencia a las prestaciones sociales. Un 15 % de los marroquíes y el 10 % de los turcos solicitan ayudas frente al 2.2 % de los holandeses. Las brechas y la exclusión son caldo de cultivo para los actos delictivos. Según las estadísticas, un ciudadano de origen marroquí tiene una probabilidad hasta seis veces mayor de cometer un crimen que un holandés nativo.

¿Cómo influyó el debate a la hora de votar?

Aunque siempre se suelen atribuir a Wilders y a su partido los ataques a la comunidad inmigrante, otros partidos como el VVD de Rutte, la Unión Cristiana o los calvinistas del SGP han apuntado a la misma diana sin que el electorado les pasara factura. No es de extrañar. Según un estudio del think tank Ifo, al 63% de los votantes de Wilders les preocupa la pérdida de identidad fruto de la inmigración. Un porcentaje no muy alejado del de los votantes socialdemócratas del PvdA (56 %), o del 51 % de los liberales del VVD.