Águilas contra drones

Alexandra F. Coego PARÍS

INTERNACIONAL

REGIS DUVIGNAU | reuters

El Ejército francés entrena grandes rapaces para combatir el terrorismo. Las aves pueden localizar un objetivo a dos kilómetros de distancia

27 feb 2017 . Actualizado a las 08:03 h.

Se llaman D’Artagnan, Aramis, Athos y Porthos, como los mosqueteros. Sin embargo, no son fieles servidores del rey Luis XIII armados con espadas, sino las cuatro águilas que el Ejército francés está entrenando para hacer frente a los drones. En una base militar del suroeste galo, cerca del pueblo de Mont-de-Marsan, la tradición milenaria de la cetrería se ha convertido en la nueva arma para combatir drones de última tecnología que podrían ser utilizados en ataques terroristas. Entre despegues de cazas y ejercicios de la infantería, la torre de control hace volar pequeños drones. A los pocos segundos de vuelo, un águila real lo atrapa con sus garras y lo placa contra el suelo, tapando las cámaras con sus alas como si de una presa se tratase. Desde hace seis meses, este se ha convertido en un espectáculo común en la base.

El entrenamiento de las aves empieza cuando estas son aún crías de tres meses. Los soldados las alimentan con platos amarrados a pequeños drones y, cuando crecen, las exponen a drones de mayor tamaño. Las águilas los identifican entonces como presa y, como tales, los derriban de forma fulminante. A pesar de tener entre 8 y 9 meses, los majestuosos nuevos miembros del Ejército ya cuentan con una fuerza considerable. Sus garras pueden ejercer una presión de alrededor de 250 kilos por centímetro cuadrado y por cada dron derribado son recompensadas por sus entrenadores con un pedazo de carne. El tipo de ave fue escogido por sus habilidades de caza infalibles: tan solo pesan entre tres y cinco kilos, pueden localizar una presa a dos kilómetros de distancia y alcanzan una velocidad de 180 kilómetros por hora en picado. Por el momento, el programa está en fase experimental, aunque los oficiales de la base están sorprendidos con los resultados de sus miembros emplumados. «Las águilas progresan bien, los resultados son prometedores», explicó al periódico Le Parisien un miembro del Escuadrón de Servicios de Circulación Aérea, a cargo del entrenamiento. La base militar de Mont-de-Marsan es una de las cinco de todo el territorio francés que cuenta con una unidad de cetrería, aunque actualmente es la única que entrena águilas reales.

Sin embargo, el Ejército no tiene pensado poner en peligro a sus preciadas aves enfrentándolas a drones pesados. Las precauciones llegan al punto de equiparlas con pequeños guantes de cuero que cubren sus garras para evitar posibles cortes durante el derribo. En un futuro, las autoridades esperan poder desplegar sus escuadrones de águilas en estadios deportivos, eventos políticos y aeropuertos para defender la zona de drones ligeros, de entre tres y cuatro kilos. Según el director del programa, estos pequeños drones representan el 75 % de la «amenaza dron» y las aves no estarían solas en las operaciones de defensa. Serían una solución complementaria a las medidas que ya están puestas en marcha, como los fusiles y las interferencias radiofónicas. La primera evaluación oficial de los resultados tendrá lugar en junio. Francia no ha sido el primer país en recurrir a la cetrería para contraatacar. Los Países Bajos empezaron un programa similar en el 2015 con águilas calvas, y consiguieron un éxito similar al de la operación francesa.