¿Habrá «check-point» en Venecia?

María Signo ROMA

INTERNACIONAL

STRINGER / ITALY | Reuters

Polémica por una propuesta oficial de limitar el acceso a los turistas. Cada año, 19 millones y medio de personas visitan la ciudad y tan solo 4 millones se quedan a dormir en sus hoteles

20 feb 2017 . Actualizado a las 15:09 h.

Venecia se hunde. No es solo a causa del agua de la laguna, también por los millones de turistas que cada año invaden sus canales y sus plazas. Es una ciudad única en el mundo que, mientras se llena de extraños, se vacía de residentes. Los artesanos tradicionales ceden sus locales a las grandes multinacionales y en las máscaras que se compran en el Puente de Rialto cada vez está más presente el made in China. Un proceso que el periodista Ernesto Galli della Loggia, en un artículo aparecido en Corriere della Sera, definió como «ciudad fantasma, el original de una Disneyland que ya es igual a su propia copia. Una monstruosidad». ¿Lleva Venecia el camino de convertirse en un parque de atracciones? La polémica está servida mientras cada uno ofrece su receta para evitarlo. La última ha sido la propuesta del gobernador de la región Véneta, Luca Zaia con una idea radical: «Yo creo en el número cerrado. Venecia no puede soportar más de un cierto número de visitantes al día, por tanto los flujos van rigurosamente reglamentados en los dos únicos puntos de acceso de la ciudad: Piazzale Roma y la estación de tren», escribió en una carta publicada en la prensa el pasado miércoles.

Ha bastado hablar de la posibilidad de limitar la entrada a la ciudad de los turistas para que se desataran reacciones a favor y contra. La realidad es que cada año 19 millones y medio de personas vistan Venecia y de ellos tan solo 4 millones duerme en la ciudad. Los grandes trasatlánticos, los trenes que llegan a la estación de Santa Lucía o los autobuses que aparcan en el Piazzale Roma descargan cada mañana cientos de personas que desean conocerla. Pasarán solo unas horas en la ciudad, paseando entre los canales y las góndolas y gastando tan solo unos pocos euros en un trozo de pizza o en un helado. Al anochecer cogerán el tren o el autobús, o se embarcarán de nuevo para pasar la noche lejos de Venecia. 

Diversas propuestas

¿El turismo es una riqueza o un mal para Venecia? Una pregunta a la que hay tantas respuestas. «Si no se pone un límite, la ciudad se hundirá por el peso de los turistas. Sirve una programación de los accesos», dice el presidente de la asociación hotelera Ferderalberghi Veneta, Marco Michielli mientras Ilaria Borletti Biuttoni, subsecretaria del Ministerio de Bienes Culturales, opina que la propuesta de Zaia «tiene que tomarse en consideración».

Desde noviembre en el ayuntamiento se están recogiendo propuestas para controlar el turismo. El alcalde Luigi Brugnaro siempre se ha mostrado contrario a limitar la entrada en la ciudad alegando que la ley no lo permite. Después de las críticas de Galli della Loggia se han tomado algunas medidas para evitar el degrado. La primera fue la de bloquear la apertura de establecimientos comerciales «no compatibles son la exigencia de tutela y valorización del patrimonio cultural», es decir, no más licencias de apertura para establecimientos de comida rápida y tiendas de suvenires. También se ha establecido un mayor control de los alquileres de habitaciones privadas, muchas de ellas en casas que los venecianos abandonan para trasladarse a vivir en tierra firme.

De los 172.000 habitantes que residían en 1953 en el centro histórico, hoy solo quedan poco más de 54.000 que se sienten como «osos blancos en vía de extinción», como explican desde la asociación Venessia.com, que desde hace años se moviliza para dar a conocer el problema de la despoblación de la ciudad.