Merkel se impone a Hollande y receta pragmatismo a Europa ante Trump

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

MATTHEW MIRABELLI | afp

Los líderes europeos bajan las armas frente a los embates de Washington para evitar más divisiones dentro del bloque

04 feb 2017 . Actualizado a las 08:57 h.

¿Cuál es la mayor amenaza para la Unión Europea? ¿Trump o Putin? Fue la pregunta a la que tuvo que enfrentarse el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, al término de la cumbre europea celebrada ayer en La Valeta (Malta). El polaco, que en la víspera había calificado al presidente estadounidense de «amenaza externa», deslizó con sumo cuidado la respuesta, sin apuntar con el dedo hacia enemigos foráneos sino hacia el corazón mismo de la UE: «La gran amenaza es no saber si mantendremos la unidad suficiente»

Esas once palabras encierran la esencia del debate que ayer mantuvieron los 28 líderes de la UE tras sufrir dos semanas de ataques y humillaciones por parte del nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, quien celebró públicamente el triunfo del brexit e hizo saber por medio de colaboradores que trabajará para que se produzcan nuevas deserciones. Se esperaba una respuesta más contundente, pero el pragmatismo y la precaución de países como Alemania, Italia o España se impusieron al deseo de otros, como Francia, de endurecer el discurso frente al nuevo inquilino de la Casa Blanca. La consigna es clara: agruparse y resistir la tormenta. 

«No me siento amenazado», aseguró a la entrada el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, sacándole hierro a las advertencias de Tusk. La canciller alemana, Angela Merkel, también trató de mover el foco de atención hacia los problemas internos de la UE. «Tenemos el destino en nuestras propias manos», aseguró tras reducir las amenazas de Trump a simples diferencias: «Habrá temas en los que estemos de acuerdo y otros en los que no, pero la UE tiene que tener una posición propia», declaró haciendo alusión a la defensa del multilateralimo y los acuerdos de libre comercio, tan denostados por el magnate norteamericano. La premier británica, Theresa May, recomendó a sus socios ser pacientes y no entrar en un juego que solo  puede beneficiar a quienes buscan romper las costuras ya de por sí frágiles de las UE. 

La tibieza de Berlín contrasta con la ira contenida de París. El presidente francés, François Hollande, pidió a Trump ocuparse de sus propios asuntos. «No tiene que meterse en la vida de Europa». El galo también lanzó un mensaje para aquellos socios que se sienten tentados a lanzarse a los brazos de Washington: «Muchos países deberían pensar que su futuro está primero en la UE, antes de imaginar qué relaciones tendrán con Estados Unidos. Hemos de tener una concepción europea o no habrá Europa». 

Algunos líderes no resistieron los esfuerzos de contención. El canciller austriaco, Christian Kern, reconoció que la UE tiene «fuertes sentimientos encontrados» con la nueva administración norteamericana y manifestó su «gran preocupación» porque los socios trasatlánticos estén decididos a paralizar la acogida de refugiados: «No es aceptable que eludan sus responsabilidades internacionales».

Con todo y con eso, si Trump quería que Europa entrase al trapo de su retórica para un intercambio de golpes, no lo va a hacer. «No podemos mantener esta tensión, no al menos por nuestra parte. Se trata de estar unidos y actuar con firmeza; de hablar de nosotros, de lo que queremos hacer y ser, no hablar de los demás», resumió la posición europea una alta fuente diplomática a Colpisa.

La UE financiará a Libia para que contenga y devuelva inmigrantes

De los puertos libios parten el 90% de las personas que llegan a Europa por la travesía del Mediterráneo central. A través de esta ruta accedieron a la UE más de 181.000 personas en el 2016 pero «lo peor podría llegar esta primavera», advirtió el primer ministro maltés, Joseph Muscat. Son las estadísticas que preocupan a los líderes europeos, quienes ayer decidieron respaldar la propuesta de financiar al Gobierno de unidad nacional libio para que colabore en el control, contención y devolución de migrantes.

Para el presidente libio, Fayez al Sarraj, los 200 millones comprometidos no serán suficientes. La UE también acelera el trabajo de formación de los guardas costeros libios, una tarea fundamental para detectar los barcos de los traficantes de personas e interceptarlos antes de que alcancen alta mar y los equipos de rescate europeos se vean en la obligación llevarlos a territorio comunitario. Los centros de detención libios recibirán fondos para mejorar las condiciones de los «potenciales refugiados».

La decisión ha generado mucha polémica. El comisionado de Naciones Unidas para los refugiados advirtió ayer de que Libia no puede garantizar la seguridad de los migrantes retenidos dado el nivel de «sufrimiento, detenciones arbitrarias, tortura y abusos sexuales» que se cometen en el país. Tampoco está claro que el muro invisible libio vaya a permanecer en  pie mucho tiempo dada la inestabilidad en el país. «El tiempo dirá si estas medidas son definitivas», aseguró Muscat, quien adelantó la intención de la UE de cerrar más acuerdos con los países del norte de África.

May, excluida del círculo de confianza

Los esfuerzos de la primera ministra británica, Theresa May, por no quedar aislada de los 27 socios volvieron a fracasar. El bofetón del brexit todavía escuece y ahora toca prepararse para el divorcio. Los líderes europeos no quieren compartir planes con alguien que no solo abandonará el bloque sino que está poniendo a prueba su unidad de cara a las negociaciones. Esa es la razón por la que May fue excluida de la cumbre a mitad de sesión. Los 27 debatieron,  a puerta cerrada y con Reino Unido en el pasillo, la UE que quieren moldear durante los próximos años.

Ese no fue el único plantón que tuvo que aguantar de forma estoica la británica. A su propuesta de presentarse como puente de contacto con Trump, los líderes le dispensaron un «no, gracias» diplomático. El más suave fue el presidente del Consejo, Donald Tusk, quien aseguró no dudar de la «utilidad» de su oferta, pero «no me hago ilusiones, en el futuro debemos contar solo con los 27». François Hollande pasó a la ofensiva sugiriendo directamente a May que fuese más «cuidadosa» a la hora de buscar aliados. La presidenta lituana, Dalia Grybauskaite, tampoco tuvo reparos en azuzar a la británica y a Trump: «No hay necesidad de crear un puente. Nos comunicamos con los estadounidenses por Twitter», declaró con socarronería en clara alusión al hábito del magnate de lanzar amenazas por la red social. 

El portazo a May fue acompañado de una advertencia lanzada por la canciller alemana, Angela Merkel, quien no se fía de la buena voluntad de Londres. La líder germana rescató la amenaza lanzada recientemente por el Gobierno británico asegurando que, de no lograr un divorcio ventajoso, convertirían al Reino Unido en un paraíso fiscal. «Necesitamos ingresos, necesitamos un sistema tributario justo para hacer las inversiones necesarias en nuestra sociedad. No veo la razón para entrar en una carrera para ver quién tiene el impuesto de sociedades más bajo», zanjó temerosa de que Reino Unido y Estados Unidos desaten una guerra fiscal.

Como contrapunto, un encuentro con Rajoy a iniciativa de ella. Según Colpisa, en el encuentro no se habló de Gibraltar ni de la situación de los británicos que viven en España o de los españoles que se residen en Gran Bretaña. ¿Por qué Rajoy? Quizá porque, como no le gusta meterse en líos, ella pensó que podría ser un aliado. El encuentro fue cordial, pero Rajoy le dejó claro que las reglas son las reglas.

La batalla por la supervivencia

El «brexit», la ofensiva rusa de Vladimir Putin, los movimientos euroescépticos y la complicidad de Trump con quienes desean dinamitar un proyecto histórico acechan a la UE. Inmersa en su propio torbellino de crisis sin resolver (migratoria, social, política) los 27, sin Reino Unido, intentan moldear una nueva hoja de ruta alejada de los confusos cambios de timón. Para Tusk la batalla por la supervivencia de la Unión ya se está librando, pero la celebración del 60º aniversario del Tratado de Roma será un punto de inflexión histórico. En esa cita se presentará una Declaración con las líneas maestras del plan que se sustenta en el refuerzo de la defensa, la seguridad y en los esfuerzos por unificar la política exterior de la UE. ¿Habrá más integración económica y monetaria? Los países del Benelux apuestan por dejar abiertas todas las posibilidades. El futuro de la Unión podría escribirse a dos velocidades.