Trump declara la guerra a la UE

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Carlo Allegri | reuters

La Administración estadounidense no esconde sus deseos de desintegrar el bloque  comunitario

02 feb 2017 . Actualizado a las 07:56 h.

Se acabó la confraternidad entre los países europeos y Estados Unidos en la OTAN. Se acabaron las negociaciones comerciales del TTIP  y de ahora en adelante la UE deberá acostumbrarse a los vetos indiscriminados que imponga el mandatario de la Casa Blanca, como el migratorio. Y esto no ha hecho más que empezar.  Ese es el claro mensaje que ha enviado Donald Trump a sus otrora aliados trasatlánticos desde que ha tomado la batuta. Ni baños de realidad ni votos de confianza ni advertencias que valgan. Nada ha parado los pies al multimillonario que en menos de dos semanas  ha puesto los motores a funcionar a toda máquina para arrancar una ofensiva encubierta contra la UE.

El primer movimiento que hizo saltar todas las alarmas fue su apoyo al brexit. Trump celebró el «fantástico» resultado y aventuró nuevas salidas: «Creo que otros se marcharán». Lejos de conformarse con la salida del Reino Unido, el magnate no ha dudado en apoyar a otros movimientos euroescépticos que amenazan con disolver la UE. El viejo aforismo del «divide y vencerás» lo está aplicando a rajatabla. Dentro de su visión hostil del mundo, la UE se erige como una amenaza comercial, por eso no ha dudado en enterrar el TTIP e iniciar una guerra de desgaste que venza la frágil unidad de los 28 países miembro. El poder negociador de Estados Unidos será mayor si hace desfilar a cada uno de ellos por separado. Al contrario de lo que pensaban muchos, Trump está aplicando su programa sin titubeos ni improvisación. Para reforzar el frente de batalla ha deslizado la posibilidad de designar como embajador permanente para la UE a Ted Malloch, el preferido del líder de los euroescépticos británicos del UKIP, Nigel Farage. Malloch no solo manifestó en una entrevista con la BBC que quería «domesticar» a la UE, como se hizo con la Unión Soviética, sino que presagió con regocijo el fin del euro «en 18 meses» y celebró que Londres se hubiera deshecho de «los burócratas de Bruselas».

Por si quedaban dudas de sus deseos de desintegrar el bloque, Trump se ha volcado en aislar al motor y el corazón de la eurozona: Alemania. El principal asesor comercial del presidente norteamericano, Peter Navarro, cargó contra el Gobierno alemán al que acusa de manipular al BCE para mantener la moneda única por debajo de su valor real e inundar el mercado estadounidense de mercancías. En efecto, Alemania mantiene un superávit comercial descomunal que engorda año a año a costa de la pérdida de crecimiento potencial del resto de sus socios. No es algo que Navarro haya descubierto, es algo que la Comisión Europea conoce desde hace tiempo, pero nunca se ha atrevido a atajar. Esa debilidad es la que ahora explota Washington para crear nuevas tensiones en la UE. Y todavía le queda un as en la manga a Trump para ponerle las cosas más difíciles a los 28: La Trade Enforcement Act. Este instrumento permite al presidente imponer sanciones a socios comerciales que cometan prácticas comerciales y monetarias injustas. Alemania se quedó el pasado año a un paso de ser castigada. 

La Eurocámara pide rechazar al nuevo embajador de EE.UU. en la UE

El líder de los socialistas en la Eurocámara, Gianni Pittella, instó ayer a los líderes a cerrar las puertas de Europa «a cal y canto» a Trump hasta que no dé marcha atrás al veto migratorio. También propuso declarar a Malloch persona non grata: «No puedo estar de acuerdo con alguien que quiere destruir la UE», declaró el italiano. Los conservadores se sumaron al amotinamiento: «No podemos acreditar a alguien que cuestiona la existencia del euro y de Europa», indicó el jefe de filas, Manfred Webber. El líder de los liberales, Guy Verhofstadt, cargó contra Nigel Farage, quien convertido en altavoz del magnate, ensalzó su política: «Se presentó con un programa y lo está cumpliendo. Eso se llama democracia genuina». 

Más decepcionante resultó la intervención de la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, quien trató de ignorar los ataques frontales de Trump: «Europa se tiene que hacer respetar, pero esta no es una crisis de la UE sino de EE.UU. y deberán ser ellos quienes resuelvan sus divisiones».