«¡Soy Giorgia, estoy viva!»

María Signo ROMA / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Atlas TV

El agua salvó a los supervivientes del hotel Rigopiano sepultado bajo una avalancha de 120 mil toneladas de nieve

23 ene 2017 . Actualizado a las 07:56 h.

Mientras continúa la búsqueda de los 24 desaparecidos, los supervivientes comienzan a contar lo ocurrido. Fueron 58 horas de angustia en la más completa oscuridad y sin nada que comer, en apenas unos metros de lo que un día fue el salón del hotel Rigopiano arrasado por un alud. La nieve fue también la salvación ya que chupándola pudieron aplacar la sed y el hambre. Además, la gruesa capa helada los aisló de las bajas temperaturas.

Aquella tarde del miércoles, los huéspedes esperaban la llegada del quitanieves con las maletas reparadas. En el salón junto al fuego estaban Adriana Vrancenau y su hijo Gianfilippo en un sofá, mientras en otro Giorgia Galassi y Vincenzo Forti tomaban un té junto a Giampaolo Matrone y a su mujer Valentina Cicioni. Los niños jugaban al billar en una sala cercana. De pronto todo empezó a moverse. «Vibraba tan fuerte que pensé que era el terremoto no una avalancha de nieve», contaba Giorgia, una de las nueve rescatadas.

Estos supervivientes se encontraron aislados en lo que los expertos llaman «cédulas de supervivencia». Atrapados en espacios angostos gracias a vigas o un sofá que volcó e hizo de escudo, como el caso de Francesca Bronzi y su novio Stefano Ferinello, aún desaparecido. «Se había hundido todo, tenía una viga sobre la cabeza y no podía alzarme», explicó desde el hospital de Pescara.

El agua de una botella en su bolso ayudó a Adriana y a su hijo. «Permanecimos abrazados todo el tiempo, día y noche» narra. Su preocupación era su hija pequeña, Ludovica que por fortuna estaba en el hueco mayor junto a otros dos niños: Samuel di Michelangelo y Edoardo di Carlo. Además de agua en el local en que estaban había un tarro de Nutela. Los niños pasaron mucho miedo, solos y en medio de la oscuridad. Fueron los primeros rescatados. Edoardo ha perdido a sus padres; Samuel ,a su madre y su padre está desaparecido.

En la cuarta cédula estaban Giorgia, Vincenzo, Giampaolo y Valentina, esta última fallecida. «La única cosa que ingerimos fue el hielo que teníamos a nuestro alrededor», dijo Giampaolo. Para Giorgia el peor momento fue el segundo día: «Estábamos encerrados en una caja, sin conciencia del tiempo. No sentíamos nada de fuera», pero recuerda con emoción el momento que oyeron al equipo de rescate: «Empezamos a golpear el techo con fuerza. Ellos nos llamaron y yo empecé a gritar: «¡soy Giorgia, estoy viva!».

La avalancha pesaba casi 120 mil toneladas y arremetió contra el edificio a una velocidad entre 50 y 100 kilómetros por hora.