Melania suaviza con glamur el estilo de su marido

Ana Abelenda Vázquez
Ana Abelenda REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

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La primera dama eligió un vestido para la fiesta de investidura que evocó al elegido por Nancy Reagan en su baile inaugural en el 81

22 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Melania Trump lo hizo a su manera, triunfó sin decir una palabra. La noche del viernes estuvo deslumbrante, tanto que aún da gusto mirarla y olvidar, pasar por alto el discurso populista del presidente que aspira a devolver la grandeza a América sin Obamacares y otros cuidados.

No recurrió a los brocados y los brillos de Ivanka. Melania Trump se metió de lleno en su adjetivo, deslumbrante, con un vestido que combinó sencillez y sensualidad, y evocó en muchos al elegido por Nancy Reagan en su baile inaugural en el 81, un art decó de James Galanos que dejaba solo un hombro al aire.

La apuesta al blanco de la nueva primera dama cumplió las expectativas en torno al color y a su figura en el baile de la toma de posesión. El blanco es un clásico en la entrada en el hogar presidencial, y Melania estuvo sin fastos a la altura de su valor, del que consta: su belleza. Se hizo con los flashes de la noche bordando el segundo plano. Razón aquí: un diseño del francés Hervé Pierre, que trabajó durante 14 años con Carolina Herrera.

Melania demostró su madera de pareja de baile. Con líneas rectas, volúmenes de organza, una abertura sensata y un delgado cinturón rojo. La dama bailó al ritmo del My Way de Sinatra, el tema elegido por los Trump, sin apenas moverse, impecable en su quietud y su leve sonrisa. 

¿América es lo primero?

En toda la ceremonia hay algo tan inquietante como el contenido de la caja de Tiffany que Melania Trump regaló a Michelle Obama en el momento del relevo a la Casa Blanca, saltándose el protocolo con un «¡Tengo un regalo para ti!». ¿Por qué Mrs. Trump no cumplió la tradición de elegir para el primer baile a un diseñador de EE.UU.? ¿Descuido o desafío al «compra América, contrata América» de Trump?

Aunque hubo diseñadores, como Marc Jacobs o Sophie Theallet, que declararon su rechazo a vestir a la primera dama, la exmodelo no tuvo problema para resolver su gran día con estilo. Lo empezó con buen pie, azul cielo, marcándose con Ralph Lauren de cashmere y sus guantes largos un Jackie Kennedy, el icono de estilo que en una de sus entrevistas con Arthur Schlesinger advirtió que las mujeres no están, por sus emociones, hechas para la política. Pero Melania vale lo que una buena imagen, le ha dado estilo a una política sin gusto, que no distingue el prêt-à-porter de la alta costura. Ni ganas.

En una jornada con pocas celebrities, lo mejor han sido el total look de Óscar de la Renta de Ivanka, las caras de Hillary Clinton y Michelle Obama y los bostezos de Barron Trump, que dio el momento más entrañable de la jornada jugando al peekaboo (¡cucú-tras!) con su sobrino.

La misteriosa caja de Tiffanys que descolocó a Michelle Obama

¿Qué hay en la caja de Tiffany que Melania le regaló a Michelle? La cajita fue la pequeña cuestión más apremiante en el relevo en la Casa Blanca. Pero Michelle, fiel a su estilo, dio la cara. Una cara de circunstancias, de «¿y qué hago yo con la cajita?», a lo Jim Halpert en The Office. Fue todo un detalle de Melania: saltarse el protocolo y dar a su predecesora el regalo en el momento de la foto. Sería la ocasión que tuvo Melania de robarle un primer plano a su esposo. Trump se la olvidó al salir del coche, decidido a pisar su nuevo hogar, una Casa Blanca que brillará, literalmente, en un mandato sin ganas de cortesía.