Un primer ministro nipón visitará Pearl Harbor por primera vez desde el ataque

ADRIANA REY NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

JIJI PRESS | afp

Shinzo Abe se reunirá allí con Obama mientras duda de los compromisos de Trump con los aliados asiáticos

06 dic 2016 . Actualizado a las 08:46 h.

Ningún mandatario japonés había pisado Pearl Harbor desde que el 7 de diciembre de 1941 la base naval estadounidense fue atacada por aviones nipones, provocando la entrada de Washington en la Segunda Guerra Mundial. El 26 y 27 de diciembre, la historia escribirá un nuevo capítulo cuando el primer ministro nipón, Shinzo Abe, se reúna con Barack Obama en Hawai y visite el puerto en el que murieron más de 3.000 militares y civiles.

La visita fue anunciada dos días antes del 75 aniversario del bombardeo y seis meses después de que Obama se convirtiera en el primer presidente en visitar Hiroshima y homenajear a las 140.000 víctimas de la bomba nuclear lanzada por Estados Unidos.

Según la Casa Blanca, esta segunda reunión entre Obama y Abe servirá para «fortalecer la alianza de EE.UU. y Japón», en un momento en el que la victoria de Trump llena de incertidumbre a su socio nipón. Y es que a pesar de que Abe fue el primer líder internacional en reunirse con el presidente electo, su inquietud todavía no ha desaparecido ante las maniobras del magnate con los países del Pacífico.

Ocurre lo mismo con muchos de sus vecinos asiáticos, testigos de cómo un indomable Donald Trump pone en riesgo décadas de una cuidadosa relación con China tras su contacto con la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen. «Fue por cortesía», justificó el vicepresidente electo, Mike Pence la llamada entre ambos.

Varios medios sostienen que la llamada fue un acto de provocación planeado desde hace tiempo: «Los preparativos para llevar a cabo una nueva estrategia con Taiwán comenzaron antes de que Trump se convirtiera en candidato republicano», revela The Washington Post.

El lío diplomático se complica si se tiene en cuenta que Trump sigue hablando con líderes mundiales sin la asesoría del Departamento de Estado. Tanto es así que el jefe de la diplomacia, John Kerry, ha aconsejado al futuro presidente consultar con los funcionarios antes de mantener otro contacto.

Varios países ya han trasladado su preocupación a la Casa Blanca donde el desconcierto es compartido. De hecho, temen que el episodio no solo pueda «encender las tensiones con respecto a Taiwán, sino también envalentonar a la potencia asiática en el mar de China Meridional».

La violación de los protocolos diplomáticos se repitió con el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, el primer ministro de Pakistán, Nawaz Sharif, o el líder nacionalista húngaro, Víktor Orban. Polémicas figuras elogiadas por Trump y fuertemente cuestionadas por la Administración Obama.

Mientras, la compleja maquinaria de transición presidencial ha designado a Ben Carson para la cartera de Vivienda y Desarrollo Urbano, un sector que conoce bien el presidente electo.

Este neurocirujano retirado sin experiencia política fue rival del republicano en primarias y un férreo defensor suyo tras retirarse de la contienda. Su elección es todo un guiño al Tea Party y a las bases religiosas del partido. De 65 años y con una problemática juventud, Carson es además el primer afroamericano de un gabinete que espera más nombramientos esta misma semana.

Su configuración sigue dejando imágenes inesperadas como la que ayer protagonizó el exvicepresidente de EE.UU. Al Gore a su llegada a la Torre Trump, para tratar «temas climáticos».

Hoy, el presidente electo continuará con su gira de la victoria en Carolina del Norte. El jueves será el turno de Iowa, mientras que el viernes viajará a Míchigan, un estado donde están recontando los votos de las elecciones.