Austria cierra la campaña de las presidenciales totalmente dividida

patricia baelo BERLÍN / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

JOE KLAMAR | Afp

Los sondeos otorgan ligera ventaja al candidato ultraderechista

03 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Lamentable», «mentiroso», «no eres nadie». Son algunas de las perlas que se dedicaron el jueves por la noche los candidatos a la presidencia de Austria durante el último debate antes de las elecciones del domingo. El xenófobo Norbert Hofer, del FPÖ, y su rival, el ecologista Alexander Van der Bellen, convirtieron el plató de televisión en un campo de batalla con sus dardos sobre temas como Donald Trump o la crisis migratoria.

El candidato xenófobo llegó a acusar a su contrincante de haber trabajado como espía soviético durante la Guerra Fría. Esas declaraciones «son las más lamentables que he oído en mucho tiempo», replicó indignado Van der Bellen, que contraatacó exhibiendo una fotografía en la que Hofer besa la mano de la líder del Frente Nacional francés. «Tal vez no todos los telespectadores la conozcan. Es Marine Le Pen, que dice en voz alta ‘yo quiero destruir a la UE’. Usted tiene con ella las mejores relaciones del mundo», subrayó, mientras la presentadora intentaba calmar los ánimos.

La cita estuvo tan polarizada como lo está el pequeño país alpino a dos días de que se repitan las presidenciales por orden del Tribunal Constitucional, que halló fallos de procedimiento en la primera ronda, celebrada el pasado 23 de mayo y en la que Van der Bellen se impuso por la mínima. Según las encuestas, ahora Hofer parte con ligera ventaja. De cumplirse estos pronósticos, el país se convertiría en el primero de la UE con un jefe de Estado ultraderechista. Aún más, la victoria del partido xenófobo supondría el golpe de gracia para el desgastado Ejecutivo de gran coalición, que incluso podría tener que adelantar las elecciones generales previstas para el 2018.

También está en juego el futuro de Occidente, que ve como la extrema derecha no deja de escalar posiciones tras capitalizar el rechazo de la población a la llegada de refugiados. Una tendencia que se hizo patente con el brexit y la victoria de Trump.

«Nada ni nadie puede pararnos», proclamaba ayer Hofer desde la Bolsa de Viena para cerrar la campaña. El ingeniero de profesión apuesta por celebrar un referendo sobre la permanencia de Austria en la UE si Turquía consigue adherirse al bloque o si este se centraliza más. Pero, sobre todo, defiende el asilo temporal y la concesión de subvenciones a los refugiados solo tras 5 años de residencia. Una postura que cada vez cala más entre los austríacos, que no están dispuestos a acoger a otros 90.000 inmigrantes como hicieron en 2015.

«¿Queremos ver a Austria como un país amistoso y abierto? ¿O como un país amenazado por conspiraciones, dominado por el miedo, y donde todo es terrible?», preguntaba en cambio Van der Bellen, que cerró su campaña en un barrio obrero de la capital.