Cuba aprende a vivir sin Fidel

Natasha Vázquez LA HABANA / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Alejandro Ernesto | Efe

Silencio y pesar tras el anuncio de la muerte del líder revolucionario cubano mientras los analistas políticos no prevén alteraciones notables a corto plazo en el régimen castrista

27 nov 2016 . Actualizado a las 16:25 h.

Por primera vez en la vida de la mayoría de los cubanos, la isla amanece sin Fidel Castro. Cientos de veces anunciaron antes lo que inevitablemente tenía que pasar por ley natural y que acabó por ocurrir en La Habana. La muerte del artífice de la revolución causó un fuerte impacto y sumió en la consternación a toda la población. Porque, amado por muchos y odiado por otros, su figura no dejaba indiferente a nadie. Por eso, el asombro y el estupor han dominado las reacciones en la isla desde la noche del viernes, cuando por sorpresa se interrumpió la programación habitual de la televisión para dar paso a un Raúl Castro con expresión solemne.

«Con profundo dolor comparezco para informar a nuestro pueblo, a los amigos de nuestra América y del mundo que hoy, 25 de noviembre del 2016, a las diez y 29 horas de la noche, falleció el comandante en jefe de la revolución cubana, Fidel Castro Ruz». Después de informar de cómo se iban a desarrollar los funerales y que sus restos serían incinerados, «en cumplimiento de la voluntad expresa del compañero Fidel», terminaba su mensaje con un «¡Hasta la victoria siempre!’».

Ajenos a las especulaciones sobre el futuro político del país, los cubanos vivieron ayer un día diferente, con buena parte de los comercios cerrados, las calles con gran presencia policial y una programación especial en televisión y radio. Las líneas telefónicas se congestionaron. «Fue muy triste. Yo llamé hasta a mi sobrina a Rusia», dice María Elena, una vecina de Cienfuegos de 65 años. «No podía quedarme tranquila, no dormí más en toda la noche».

El día posterior a la muerte amaneció gris y callado, con gente intentando asimilar una noticia que no por esperada resulta más fácil de asimilar. «Desde que nací él ha estado ahí», comenta Adrián, estudiante universitario. «Lo dábamos por sentado. Era como si no fuera a morir nunca, no me imagino a Cuba sin él».

Unos lloran callados, otros se abrazan. «Ese era el tipo», dice con ojos húmedos Carmen, de 52 años, vendedora de una bodega [tienda estatal] donde asoman tímidos los pocos productos que se adquieren con la libreta de racionamiento. «Era como un padre para los que, a pesar de que le hacemos muchos reproches o no estamos de acuerdo con él, lo respetamos y admiramos», manifiesta el fotógrafo Alain Gutiérrez. «Ningún extranjero puede entender que, para los cubanos, Fidel es un tema más emocional que racional», explica Harold Cárdenas en la web La joven Cuba.

Un peso menos para Raúl

Se abre ahora una gran incógnita sobre el futuro de la isla, según los analistas consultados por AFP. Retirado del poder desde el 2006 en favor de su hermano menor Raúl, Fidel Castro conservó un peso moral que ejerció principalmente a través de centenares de reflexiones que publicaba en la prensa oficial. «Con la muerte, la situación política y económica probablemente se abrirá. Le quitará un peso de encima a Raúl. El no tendrá que preocuparse más por las contradicciones con su hermano mayor, una personalidad avasalladora», manifestó el presidente de Inter-American Dialogue, Michael Shifter. Arturo López Levy, especialista en asuntos cubanos del Centro de Estudios Globales de la Universidad de Nueva York, es prudente. «Ganarán ímpetu la reforma orientada al mercado y la erradicación de las políticas comunistas más impracticables. Sin el carisma de Fidel, las disposiciones del Partido Comunista descansarán en los resultados económicos», sostiene.

En cualquier caso, la política tendrá que esperar. Antes toca luto. Según Colpisa, estaba previsto que los restos de Castro fueran cremados ayer pero hasta el lunes sus cenizas no serán presentadas a la población. Un margen de tiempo para que la familia pueda despedirse en privado. El martes la emblemática plaza de la Revolución, testigo de tantas marchas y de muchos de sus apasionados discursos, será el escenario de un acto de masas. El principio de la despedida porque al día siguiente saldrá de La Habana una caravana con sus cenizas que durante cuatro días recorrerá la isla en sentido contrario al realizado en enero de 1959 tras el triunfo de la revolución. El último viaje del comandante por tierras cubanas terminará el 4 de diciembre en Santiago de Cuba. Allí será inhumado en el cementerio de Santa Ifigenia. Muy cerca de donde está enterrado José Martí, el apóstol de la patria y guía de Fidel.