Clamor en la Eurocámara para congelar la adhesión de Turquía

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

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Erdogan amenaza con represalias si sale adelante la propuesta

23 nov 2016 . Actualizado a las 08:24 h.

«La relación con Turquía está en una encrucijada», admitió ayer la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, ante el pleno de la Eurocámara. Sus miembros votan mañana una resolución para pedir que se suspendan sine die las negociaciones de adhesión de Turquía a la UE ante la inquietante deriva antidemocrática del Gobierno. La inmensa mayoría de los partidos del  hemiciclo apoyan la medida.

Periodistas, profesores, militares, funcionarios, activistas y opositores políticos. Todos han sido objeto de despidos (más de 100.000), persecuciones y detenciones arbitrarias (38.000) con el pretexto de haber colaborado en el fallido golpe de Estado de julio. «La situación es dramática e injustificable. Proponemos congelar las conversaciones con Turquía, pero dejando la puerta abierta al diálogo», sugirió ayer el líder socialdemócrata en el Parlamento Europeo, Gianni Pittella, durante el debate previo. «No podemos mirar para otro lado», asumió con resignación el jefe de los conservadores, Manfred Weber. Algunas voces críticas con la UE, como la del reformista británico Syed Kamall, pidieron más «honestidad» a sus socios: «Hemos mareado la perdiz con el ingreso de Turquía y saben que hay muchas razones por las cuáles nunca será miembro», indicó haciendo una alusión velada al rechazo que existe entre franceses y alemanes a abrir las puertas al vecino musulmán. 

De nuevo el pulso ciudadano choca con las élites políticas. La canciller Angela Merkel asiste con nerviosismo al deterioro de las relaciones entre Turquía y la UE. Con la vista puesta en las elecciones del próximo año, lo último que necesita es otra crisis migratoria a las puertas de Alemania. Su equipo diplomático trata de mostrarse complaciente con Ankara, nadie quiere que eche por la borda el acuerdo para la contención y repatriación de refugiados a territorio turco. «Los Estados miembro no están dispuestos a tomar ahora medidas más drásticas», reconoció ayer el comisario de Vecindad, Johannes Hahn, antes de insistir en que la situación podría derivar «dentro de muy poco»  en una «pérdida de estabilidad en la región». Solo hay una línea roja en la que los 28 no están dispuestos a transigir y es la reintroducción de la pena de muerte. 

La ofensiva del Parlamento Europeo no amedrentó al Gobierno de Erdogan que ayer volvió a la carga con nuevas amenazas en forma de ultimátum. Su viceprimer ministro, Numan Kurtulmus, advirtió de que con esa votación la Eurocámara quedará excluida del diálogo con Ankara y «elevará serias dudas sobre la fiabilidad de Europa como socio» para terminar leyendo la cartilla a la UE, que depende de Turquía para aplacar al Estado Islámico y contener el flujo de refugiados.