Merkel aspirará a un cuarto mandato para vencer «en tiempos inciertos»

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La canciller, que remonta en los sondeos, superará a los líderes históricos de su país

21 nov 2016 . Actualizado a las 07:48 h.

Angela Merkel oficializó anoche que aspirará a un cuarto mandato como canciller en el 2017. Su objetivo, señaló, «defender» los valores democráticos en un contexto electoral y mundial difícil. Ante la agitación que ha desatado la victoria de Trump en EE.UU., lo que deriva en «una situación internacional que debe ser reajustada», la mujer que podría superar la leyenda de Adenauer ha puesto el acento en la lucha por los valores democráticos y de libertad, así como en la defensa «de nuestro modo de vida» y el Estado de derecho. Estos serán algunos de los puntos clave del programa de Unión Demócrata Cristiana (CDU), declaró a la prensa la canciller tras una reunión de su partido en Berlín.

A sus 62 años, la que ha sido durante seis años consecutivos la mujer más poderosa del mundo, según Forbes, había comunicado previamente a los dirigentes de la CDU su intención de aspirar a un cuarto mandato en Alemania.

Sus 11 años al frente del país la sitúan en el top de longevidad en el poder entre los dirigentes occidentales. Y a juzgar por los sondeos, Merkel tiene posibilidades de conseguirlo de nuevo. Pulverizaría así récords históricos al superar en tiempo en el poder al icónico canciller de la posguerra Konrad Adenauer (14 años en el cargo) y también a su padre político, el coloso Kohl (16 años). 

«La decisión de una cuarta candidatura es todo menos trivial -advirtió Angela Merkel-. No es trivial ni para el país, ni para el partido, ni para mí personalmente». La presidenta alemana dijo haber tomado la decisión tras interminables reflexiones y recordó las palabras que pronunció al asumir el poder por primera vez, tras haber escalado posiciones en la CDU y arrumbar a todos los delfines crecidos a la sombra de Kohl. Entonces aseguró que su intención era servir a Alemania. «Eso es lo que intenté hacer en este tiempo y eso es lo que intento hacer ahora, en tiempos complicados y de inseguridad», recalcó la mujer a la que sus seguidores valoran su firmeza y tenacidad. Además, calificó de «grotesco» y «absurdo» el análisis que apunta que es la persona indicada para hacer frente a todos los desafíos que se presentan en Europa y en el mundo tras el triunfo del brexit y, especialmente, tras la victoria de Donald Trump. «Ninguna persona puede sola cambiar las cosas para bien en Alemania, Europa o el mundo». Ese tipo de éxitos solo se logran «unidos», declaró la jefa del Gobierno alemán, para quien lo más importante es mantener el diálogo.

La «madre de Alemania» reconoció ayer que las elecciones del 2017 serán las más «complicadas» desde la reunificación del país en 1990, debido a la gran polarización de la sociedad alemana. La política de la canciller ante la crisis de refugiados, que abrió el territorio alemán en un momento en el que cientos de miles de personas huían desde países en guerra como Siria buscando asilo en Europa, fue blanco de unas críticas que han ido a más.

El partido populista de derechas y de tintes xenófobos Alternativa para Alemania (AfD) fue la formación que canalizó los temores con su afirmación de que la entrada de refugiados podría amenazar la seguridad del país. 

El respaldo de Obama

La mandataria se halla hoy en una situación paradójica. Si en su país afronta el año electoral un tanto debilitada, es en cambio vista en el extranjero como la esperanza de la defensa de los valores trasatlánticos. Frente al auge de las tendencias autoritarias en el mundo, el diario The New York Times la calificó de «último baluarte de los valores humanistas de Occidente». Esta semana, el presidente saliente Barack Obama le brindó su respaldo en Berlín durante su gira de adiós. «Si fuera alemán, le podría dar mi apoyo», señaló.

Según una encuesta publicada por Bild, la mayoría de los alemanes quieren que Merkel siga en el cargo (un 55 %).

Desde la socialdemocracia (SPD), su líder parlamentario, Thomas Oppermann, aseguró que Merkel «ya no es imbatible» y que el anuncio de ayer lo esperaban ya desde hace tiempo.

La «chiquilla» es hoy la mujer más poderosa del mundo

En un piso sin florituras en el centro de Berlín vive la mujer más poderosa del mundo. Hija de un pastor luterano, Angela Merkel accedió en el 2005, contra todo pronóstico, al poder en Alemania. Un gran pragmatismo y una sobria retórica distinguen a la canciller de 62 años, a la que la prensa alemana ha apodado madre Angela en alusión a Teresa de Calcuta. Merkel, que conserva el apellido de su primer esposo y pasea con gusto en compañía del segundo por el Tirol, no tiene rival en su país, aunque la popularidad de Angie ha caído tras la acogida de un millón de refugiados en territorio alemán. Su voluntad de defender esa política a pesar de las críticas sorprendió a muchos. Antes, Merkel había mostrado propensión a no contradecir a la opinión pública. 

Esta alumna aventajada con predilección por las matemáticas y el ruso dio durante mucho tiempo la impresión de estar fuera de lugar. A la mujer más poderosa se la puede ver con frecuencia comprando queso y vino blanco en un supermercado barato de Berlín. En política, entre su acceso al poder, el 22 de noviembre del 2005, y la crisis de los refugiados su estilo se definió por su pragmatismo, que algunos tachan de oportunismo. Para describir esa característica de su forma de actuar, ora expectante, ora implacable, el sociólogo Ulrich Beck acuñó el concepto Merkiavelo, un juego de palabras con Maquiavelo. 

A la caída del Muro de Berlín esperaría Merkel para entrar en política. Pero no estuvo entre los miles de germano-orientales que el 9 de noviembre de 1989 celebraron entre abrazos y cervezas el acontecimiento, sino que prefirió retirarse a casa porque tenía que madrugar al día siguiente.

Cuando entró en la conservadora Unión Demócrata Cristiana (CDU), Kohl la llamaba la chiquilla. En el 2000, aprovechando un escándalo financiero en su partido, Merkel eliminó a su padre político y a todos sus rivales. Cinco años después, sería la primera mujer canciller en Alemania. Hoy, muchos la consideran un baluarte frente a los autoritarismos turco o ruso, la tentación aislacionista de EE.UU. tras la victoria de Trump y la crisis pos-brexit en la Unión Europea. La chiquilla que aprendió de Kohl aspira a superar su marca.