Se va el Estado Islámico, vuelve la vida

La Voz SHEIKH MIR / COLPISA

INTERNACIONAL

Marina Villén | Efe

Los civiles avanzan junto a los milicianos para recuperar sus casas, aunque muchas han sido saqueadas

25 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La toma de Mosul avanza «más rápido de lo planeado», según el Pentágono y Bagdad, pero sobre el terreno se percibe una batalla pueblo a pueblo, casa a casa. Huseín Alí ha tardado dos años en regresar a la suya en la aldea de Sheikh Mir, a escasos kilómetros del último puesto de control levantado en Bartella, que marca la frontera con el califato. Los peshmerga kurdos vigilan ahora el acceso principal a la aldea a la sombra de un blindado iraquí reventado por los yihadistas. Saludan al pasar y señalan al cielo con una sonrisa, pero no es una señal de agradecimiento a Dios. El zumbido de los aviones de la coalición es constante y a lo lejos se escuchan explosiones.

Sheikh Mir, como el resto de localidades arrebatadas al Estado Islámico (EI) en la última semana, es una zona muerta. Solo la familia de Huseín se ha decidido a traer un camión e intentar rescatar todo lo rescatable de su casa. «Salimos a la media noche con lo puesto y nos fuimos lo más rápido que pudimos», recuerda Huseín. Como en otras casas de la zona, los ocupantes yihadistas convirtieron el espacio reservado a la recepción de visitas de la suya en un gimnasio. Máquinas de musculación, mancuernas, esterillas para abdominales... «Pero ni rastro de nuestros sofás, de la televisión panorámica y del reloj de pared. Se lo llevaron con ellos». Un paseo por el resto de habitaciones muestra los lugares de descanso de los yihadistas, de los que parece que también que tuvieron que salir corriendo porque dejaron sus botas. En el suelo de las habitaciones hay ejemplares del semanal Nabah ('noticia', en árabe), en los que informa de las «continuas conquistas del Estado Islámico» y trípticos de propaganda para convencer a los milicianos de las virtudes de la guerra santa.

Los civiles desplazados avanzan junto a las tropas iraquíes y kurdas y se plantan en cada puesto de control a la espera de que les permitan pasar para llegar cuanto antes a sus casas y ver cómo están. Yamil Suleyman Sultán se acerca al nutrido grupo de periodistas apostado en la trinchera de Bartalla para pedirles que le dejen mirar por una cámara a ver si puede ver su casa y su cosechadora. «Dos años, dos años llevo alejado de mis tierras y no puedo más, no me muevo de aquí hasta que me dejen pasar», asegura desesperado el agricultor mientras observa los restos de la destrucción.

Civiles como Husein están muy lejos del choque de intereses entre Ankara y Bagdad, ellos solo quieren que esto acabe cuanto antes. Pasar página y poder empezar a trabajar cuanto antes en la recuperación de sus vidas anteriores a la llegada de la pesadilla del Estado Islámico.

Margallo, con las tropas españolas en Irak

El ministro de Exteriores en funciones, José Manuel García-Margallo, llegó ayer a Bagdad, en plena ofensiva sobre Mosul. Tras reunirse con el viceministro iraquí de Exteriores, visitó a los 300 soldados españoles desplegados en la base militar de Besmaya, situada 40 kilómetros al sur de la capital. Bajo mando español, Besmaya es no de los cinco centros de entrenamiento de la coalición antiyihadista liderada por EE.UU. foto Marina Villén EFE