Arranca la batalla final contra el califato

Laura Fernández Palomo JERUSALÉN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

AHMAD AL-RUBAYE | AFP

Unos 30.000 soldados iraquíes, kurdos y milicias suníes avanzan desde tres frentes

18 oct 2016 . Actualizado a las 01:58 h.

El asalto a Mosul, capital del califato del Estado Islámico en Irak durante los últimos dos años, se ha puesto en marcha. Tras meses de preparación y anuncios frustrados por la complejidad de la ofensiva, el primer ministro iraquí, Haider al Abadi, confirmó el comienzo ayer de madrugada de la operación militar para reconquistar el bastión yihadista. «El momento de la victoria ha llegado», afirmó. Mosul está rodeada por tropas del Ejército iraquí, combatientes kurdos (los peshmerga) y bombardeada por la coalición liderada por EE.UU.

Desde marzo, las tropas se han acercado a la ciudad con el fin de abrir corredores, aunque la ofensiva se retrasó por la falta de unidad entre los actores implicados y las desavenencias sobre el control posterior de los territorios. La heterogeneidad étnica de las fuerzas -suníes, chiíes y kurdos- ha generado un difícil equilibrio. No en vano, la población suní, afectada por la tensiones sectarias tras la intervención estadounidense en el 2003 y el abuso de poder de las fuerzas chiíes en connivencia con el Gobierno iraquí, recibió sin resistencia la entrada de los militantes yihadistas. Todo hasta que el EI se quitó la careta con la proclamación del califato por Abu Bakr al Bagdadi y su aplicación draconiana de la ley islámica.

Advertencia a los civiles

El domingo se lanzaron panfletos advirtiendo a los civiles de que la ofensiva era inminente, aunque se desconoce si alguno ha podido abandonar la ciudad.

Unos 30.000 hombres del Ejército local, los peshmerga (unos 4.000) y las milicias suníes (agrupadas en Multitud de los Clanes) avanzaron ayer desde tres frentes -sur, este y norte- con el objetivo de rodear la ciudad y cortar todas las posibles vías de escape de los yihadistas. El Pentágono anunció que más de un centenar de sus asesores se han integrado en brigadas iraquíes y peshmergas. Se calcula que entre 4.500 y 8.000 combatientes están dispuestos a defender el bastión

Para evitar choques sectarios, Al Abadi ha apartado en un primer momento a las milicias chiíes de la Movilización Popular y se les ha asignado la liberación de la localidad de Hawija, a unos cien kilómetros de distancia. En las primeras escaramuzas, los hombre de Bagdadi apenas han ofrecido resistencia. Algo que no debe llevar a la euforia, advirtió el general estadounidense Stephen J. Townsend, que dirige la coalición. La operación podría completarse en tres semanas, pero pocos se atreven a dar una fecha exacta aunque la mayoría confía en que el Estado Islámico esté fuera de Irak antes del 2017.

Por su parte, Turquía insiste en participar en la ofensiva, aunque no está clara de qué manera materializará su implicación. «Nos dicen que no entremos en Mosul. Pero compartimos [con Irak] una frontera de 350 kilómetros. ¿Cómo no vamos a entrar? Estamos bajo una amenaza», argumentó en un discurso televisado el presidente Recep Tayyip Erdogan. Bagdad exigió a Ankara que retire sus tropas de Bashika, donde entrenó a milicianos suníes.

«Nos enfrentamos a una de las peores crisis humanitarias»

La guerra en Siria diluyó la gravedad en Irak, pero la liberación de Mosul amenaza con ser un desafío mayor. Desde finales del 2015, las oenegés preparan planes de contingencia para contener el desastre humanitario derivado de la ofensiva. «Se espera una ola de 200.000 desplazados en las próximas tres semanas», alerta el director de Oxfam para Irak, el español Andrés González Rodríguez, en base a la información que les proporciona el Ejército iraquí . «Nos enfrentamos a una de las peores crisis humanitarias del siglo XXI». «No hay que olvidar que el EI salió de Irak», recuerda. «Es importante poner a Irak en el mapa y entender que la intervención compromete la estabilidad de la región», asegura en conversación telefónica desde Erbil, capital del Kurdistán iraquí.

Oxfam se ha coordinado con el resto de agencias internacionales para dar respuesta a lo que se enfrentan entre 1,2 y 1,5 millones de civiles que viven en Mosul. «Las cifras no están claras, son estimaciones, pero ya sabemos las consecuencias por los 3,4 millones de desplazados iraquíes que tenemos ya», subraya.

El Ejército iraquí ha habilitado seis destinos, la mayoría en el norte de la provincia de Nínive, para dar cobijo a los civiles evacuados. «Cuando salgan de Mosul les van a desplazar a centros para investigarlos y después serán llevados a campos de desplazados», aclara. «Lo más importante es garantizar su protección y que estén a salvo de los bombardeos de la coalición», reivindica, «que se respete el derecho internacional en la ofensiva».