Los excesos de Sarkozy, a la vista

alexandra fernández PARIS / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

CHARLY TRIBALLEAU | afp

Uno de sus exconsejeros publica un libro con anécdotas de sus conversaciones privadas. Revela, entre otras cosas, que el líder galo ayudó a Le Pen padre a conseguir las firmas para presentar su candidatura en las elecciones del 2007

30 sep 2016 . Actualizado a las 07:23 h.

Patrick Buisson, el exconsejero de Nicolás Sarkozy entre 2005 y 2012, abrió la caja de los truenos el miércoles con la publicación de su nuevo libro La causa del pueblo: La historia prohibida de la presidencia de Nicolás Sarkozy. El ahora ideólogo de extrema derecha grabó conversaciones privadas con el entonces presidente durante sus años de servicio y compiló las anécdotas en 464 páginas explosivas. 

Sarkozy y el Frente Nacional. El candidato de Los Republicanos consideró en su día al Frente Nacional (FN) como una extensión de la derecha tradicional, no tan diferente en naturaleza como en intensidad. «Los valores del Frente Nacional son los de todos los franceses», afirmó en una reunión el 22 de diciembre de 2005. «Es la manera de expresarse del Frente Nacional lo que choca». Sus acercamientos a la formación ultraderechista no quedan ahí. Según Buisson, Sarkozy mantenía regular contacto con Jean-Marie Le Pen, padre de la actual líder del FN, Marine Le Pen. Afirma que, antes de las presidenciales de 2007, Sarkozy habría puesto en marcha toda una maquinaria de influencias para conseguirle a Le Pen una cincuentena de firmas para poder oficializar su candidatura. 

Insultos y puñaladas por la espalda. El expresidente tenía una fijación particular con François Fillon, hoy uno de sus rivales en las primarias de Los Republicanos. Desde mofas en las que se refirió a él como «penoso, lamentable, patético», a criticarlo por inaugurar una mezquita: «pobre tipo, ya que está podría venir al Consejo de ministros en babuchas y con una alfombra de rezar». En el mayor secretismo, Sarkozy también se atrevía a cargar con budas de la política francesa, como el expresidente Chirac, de quien dijo que nunca ha conocido nadie tan corrupto.

Morir rico. «Quiero morir rico» le confesó Sarkozy a Buisson durante un viaje oficial a Italia en otoño de 2007. «Blair dice que cobra 240.000 dólares por conferencia. ¿Te das cuenta? Seguro que yo puedo hacerlo mejor», aventuró. Su consejero, dubitativo, le preguntó si no tendría mejores cosas que hacer, como ser «plenamente presidente». El dirigente no se tomó bien las palabras y le respondió: «Escúchame bien, te voy a decir algo que te va a sorprender: nunca me he sentido tan libre. Tengo el curro, pero me siento libre, tú me entiendes: totalmente libre.»

Como Rocco Siffredi. Sarkozy deseaba tener como rival en las presidenciales a Strauss-Kahn pues conocía su adicción al sexo. «Tengo con qué hacerlo explosionar en pleno vuelo», se jactaba al evocar «una historia de orgías en Lille». Tampoco dudaba en compararse con una célebre estrella pornográfica. «A los franceses les da igual que yo sea simpático. Quieren que me lo curre. ¿Se le pide a Rocco Siffredi tener sentimientos y decir palabras de amor?», preguntaba.

La influencia de Bruni. Buisson compara a Carla Bruni con una patricia italiana y arremete contra sus anuncios de joyas y coches de lujo. «Ha tenido un papel político considerable y un papel sobre Sarkozy, pues lo íntimo privatizó la función», escribe. «En plena luna de miel pareció verse atacado por una incontinencia del ego más grave que de ordinario», apunta.