Cae el jefe de campaña de Trump por sus vínculos con un partido prorruso

ADRIANA REY NUEVA YORK / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

CHIP SOMODEVILLA | AFP

El candidato lamenta que sus palabras hayan podido causar dolor a alguien

20 ago 2016 . Actualizado a las 01:15 h.

«Esta mañana Paul Manafort ofreció, y yo acepté, su renuncia a la campaña», anunció Donald Trump a primera hora de ayer. La presión era demasiada, las informaciones una carga y la candidatura del magnate ya no podía soportar más desconfianzas sobre la figura del que hasta ayer era su mano derecha. Así, Manafort decidía dimitir tras las revelaciones del diario The New York Times que apuntaban a un cobro de más de 12 millones de dólares en efectivo por los servicios prestados al partido prorruso del expresidente de Ucrania Víktor Yanukóvich. Además, la agencia Associated Press aportó documentos que demostrarían que el asesor nunca informó de ello a las autoridades estadounidenses, a pesar de que la ley lo requiere.

De esta manera, Manafort cae definitivamente tras el empujón sufrido esta semana con una remodelación de campaña que lo ha dejado en jaque. Por si esto fuera poco, la noticia de su dimisión ha despertado viejos fantasmas. Ha sido el caso de su antecesor en el puesto Corey Lewandoswky, con quien Manafort no tenía buena relación: «No creo que yo haya ganado, pero me parece divertido que la gente lo crea así», dijo Lewandosky en CNN tras los comentarios que hablan de él, como una especie de mano negra.

Al tiempo que el temporal político no cesaba, Trump viajaba a Luisiana y se aprovechaba del que allí había tenido lugar tras las intensas lluvias y que ha dejado 13 muertos. Una visita que el gobernador John Bel Edwards ha preferido tomarse con cautela. «Le damos la bienvenida pero no para un posado ante las cámaras. Esperamos que considere la posibilidad de trabajar como voluntario o hacer un donativo contundente al fondo de ayuda a las inundaciones», advirtió Edwards según la web Politico.

El magnate, que sigue sin generar la tranquilidad necesaria, sorprendía horas antes con una confesión sin precedentes en un mitin en Carolina del Norte: «Lo lamento (?) Y en especial, realmente lo lamento cuando he causado dolor a las personas», dijo el republicano arrepentido. «Hay veces que en el ardor del momento y hablando sobre muchas cosas, uno no elige las palabras correctas o dice lo que no tiene que decir», reconoció. «Y lo creáis o no, lo lamento», añdió.

Su primer anuncio

Poco después y en un gesto más propio de su campaña, Trump ponía en circulación su primer anuncio de televisión enfocado a cargar contra los inmigrantes indocumentados y meter miedo entorno a la inmigración.

«Nuestra frontera abierta es más de lo mismo, pero peor», dice el narrador del vídeo para después criticar los planes de su rival demócrata, Hillary Clinton, de que «inmigrantes indocumentados que cometieron crímenes se queden en el país». Los 4,8 millones de dólares que ha costado este comercial, contrastan con los más de 60 que Clinton ha gastado hasta el día de hoy.

Las contradicciones asfixian la candidatura republicana

Muchos se preguntan si esta semana ha sido, por fin, la semana que marcará el punto de inflexión de Donald Trump. El antes y el después que algunos siguen esperando tras el descalabro en las encuestas. En medio de un viraje obvio, el desconcierto ha vuelto a emerger entre muchos pesos pesados que no entienden las idas y venidas de la campaña republicana. Un proyecto lleno de contradicciones que desde la cúpula del partido todavía no saben cómo valorar. Y es que algunos sin tapujos, ya han puesto nombre y apellidos al desconcierto. Ha sido el caso de Sean Spicer, un estratega del Comité Nacional Republicano, que asegura que el partido podría llegar a desviar recursos a campañas legislativas en lugar de la presidencial. Tal y como apunta The New York Times son muchos los que creen que la campaña de Trump se ha vuelto una amenaza para el control republicano del Congreso, por ello, los próximos movimientos del magnate serán cruciales.

Bajo este escenario se pueden comprender algunos de los comportamientos de Trump en las últimas horas, empezando por la aniquilación de su ya exjefe de campaña, Paul Manafort: «Se pueden deshacer de Manafort, pero este no es el fin del romance que Trump tiene con Putin», advertía la campaña de Hillary Clinton, sabiendo que lo importante para su rival ahora es distanciarse de todo lo que signifique polémica.

En la misma línea, el multimillonario ha recurrido menos a la improvisación en sus dicursos, haciendo del teleprompter su mejor amigo y a pesar de que en múltiples ocasiones se ha mostrado contrario a esta práctica. Esto no es todo, el magnate ha entonado el mea culpa pocos días después de que en una entrevista en la cadena WKBT de Wisconsin, reivindicase su retórica incendiaria: «No quiero cambiar. Quiero decir, cada uno tiene que ser uno mismo. Si empiezas a cambiar, no eres honesto con la gente».

La incoherencia manifiesta es una prueba más de que hay un cambio de estrategia y ese viraje ha estado pilotado por la nuevas cabezas pensantes: Steve Bannon y Kellyanne Conway. Y es que a pesar de que ideológicamente estén alejados de la moderación deseada para ganar terreno, ambos saben que hay que vencer sea como sea: «¿Qué tienen que perder si prueban algo nuevo? decía Trump este jueves pidiendo por primera vez el voto afroamericano.

Esta nueva etapa comienza a 80 días de las elecciones generales y bajo un panorama todavía muy difuso para el multimillonario, que sigue viendo cómo Clinton gana por seis puntos la carrera presidencial.