Turquía exige a la UE que elimine los visados a cambio del pacto migratorio

patricia baelo BERLÍN / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Unas 20.000 personas se manifiestan en Alemania a favor del presidente Erdogan

01 ago 2016 . Actualizado a las 07:26 h.

Ankara despertó ayer los peores temores de los Gobiernos comunitarios, al amenazar con romper el acuerdo migratorio, firmado el pasado 18 de marzo, si la Unión Europea no elimina los visados para sus ciudadanos de aquí a octubre. «Puede ser a principios o a mediados de mes, pero esperamos una fecha concreta», declaró el ministro turco de Exteriores en una entrevista con el diario Frankfurter Allgemeine. Mevlut Cavusoglu insistió en que si el pacto ha funcionado es porque su país ha emprendido «medidas muy serias», en la lucha contra el tráfico de personas. Pero si no hay levantamiento de visados, uno de los requisitos exigidos por Turquía junto a las ayudas financieras millonarias y la aceleración de las negociaciones para su entrada en la UE, el Gobierno turco se verá «obligado a poner fin a los términos del acuerdo», aseguró Cavusoglu, consciente de que ello generaría una nueva ola de refugiados tratando de entrar en el continente europeo, que vive su mayor crisis migratoria desde la Segunda Guerra Mundial. 

«Tendríamos un problema»

La mera posibilidad preocupa al Gobierno alemán, y especialmente al socio más conservador de la gran coalición, la Unión Cristianosocial Bávara (CSU), que en los últimos días ha endurecido su discurso antiinmigración, a la vista de los recientes ataques terroristas registrados en su propio territorio. Si fracasara el pacto con Turquía «tendríamos un problema enorme», confesó en la entrevista estival con la televisión alemana ZDF el primer ministro regional y líder de la CSU, Horst Seehofer, cada vez más crítico con la política de acogida de Angela Merkel.

En la misma línea se expresó el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, quien en declaraciones al rotativo austríaco Kurier dijo temer por el «frágil acuerdo». Juncker también se mostró preocupado por la purga inédita que ha emprendido Recep Tayyip Erdogan tras el intento de golpe de Estado de hace dos semanas y por el debate sobre la posible introducción de la pena de muerte en el país, lo que a su juicio «supondría el fin inmediato de las negociaciones para su adhesión a la UE».

Entretanto, unas 20.000 personas desafiaron ayer a la lluvia y salieron a las calles de Colonia para manifestarse a favor del presidente turco y contra la intentona golpista. A primera hora de la tarde, el centro de la ciudad acogió una marea de banderas rojas, fotos del mandatario y pancartas que rezaban mensajes como «Queridos medios, dejad a Erdogan en paz y ocupaos de vuestros asuntos». La concentración, que comenzó con un minuto de silencio por las víctimas del intento de golpe de Estado así como de los recientes ataques terroristas en Europa, puso a prueba a las autoridades alemanas, que desplegaron un amplio dispositivo formado por casi 3.000 agentes, ocho cañones de agua y hasta un helicóptero. 

La contramanifestación

Y es que la policía no solo temía la reacción de los participantes, que inicialmente iban a ser entre 30.000 y 50.000, sino posibles enfrentamientos con los 650 detractores del presidente turco congregados al otro lado del Rin bajo el lema «No a la dictadura de Erdogan», y sobre todo, con los 290 ultraderechistas reunidos frente a la estación central. Sin embargo, un cordón policial separando las cinco contramanifestaciones paralelas de la principal hizo que la jornada transcurriera con tranquilidad, salvo algún incidente aislado, como el choque entre un grupo de 80 ultranacionalistas turcos y un centenar de kurdos, que se saldó sin heridos.

Paradójicamente la escalada de la tensión no se sintió en las calles, sino en los despachos de los políticos. El ministro turco de Asuntos de la Unión Europea criticó que el Tribunal Constitucional alemán decidiera mantener la prohibición de la retransmisión en directo de un discurso televisado que pretendía ofrecer Erdogan en la manifestación progubernamental, alegando motivos de seguridad. «La decisión es un retroceso mayor en la libertad de expresión y la democracia», escribió el ministro Omer Celik en su cuenta de Twitter.

Hace unos días el ministro alemán de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, pidió que el conflicto que ha polarizado a Turquía no salpique al país. Algo que parece imposible, pues la locomotora europea da cobijo a unos tres millones de turcos. Además, el presidente turco no ha tardado en exigir que Alemania extradite a todos los partidarios del clérigo Fetulá Gülen, lo cual ha tensado aún más la relación entre Berlín y Ankara en un momento en que se necesitan más que nunca.

Ankara expulsa a 1.400 militares y cierra las academias

Erdogan sigue adelante con su purga y ayer Turquía amaneció con un nuevo decreto de urgencia por el que se ordena el cierre de todas las academias militares del país y la expulsión del Ejército de 1.389 soldados y mandos sospechosos, según el Gobierno, de haber participado en el intento de golpe de Estado del pasado 15 de julio. Entre ellos se encuentra el general Leven Turkkan, jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y uno de los consejeros militares más próximos a Erdogan.

Según el decreto, emitido bajo las competencias que le otorga al Ejecutivo el Estado de emergencia decretado el pasado día 20, han sido cerradas ya todas las academias, los centros de bachillerato militares y los institutos de suboficiales. La Academia de Medicina Militar de Gülhane pasa a estar controlada por el Ministerio de Sanidad y los comandantes de las Fuerzas Armadas responderán directamente ante el ministro de Defensa.

El documento dispone la creación de una Universidad de Defensa Nacional para la formación de oficiales, que dependerá del Ministerio de Defensa y cuyo rector será nombrado por el presidente entre tres candidatos propuestos por el Gobierno. Erdogan deslizó en varias ocasiones que el jefe del Estado Mayor y los servicios de inteligencia estén subordinados a la Presidencia, y no al Gobierno, una reestructuración que necesitaría una reforma constitucional.

Con la las últimas expulsiones son ya 3.000 los militares despedidos desde el golpe, entre ellos, casi un tercio de los generales y almirantes. El Gobierno mantiene que con esta purgas el Ejército quedará libre de seguidores del predicador Gülen, al que acusa de haber organizado el golpe desde su exilio en Estados Unidos.