Las otras batallas perdidas de la UE más allá del «Brexit»

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

ERIC VIDAL | Reuters

Populistas franceses, holandeses y alemanes reclaman la celebración de referendos

25 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El brexit es el último y más grande de los fracasos que atesora la Unión Europea en materia de referendos. A lo largo de su historia se han convocado 54 consultas vinculadas a la UE. En 39 de ellas se impuso el sí, pero las que han pasado a la historia son aquellas en las que Bruselas perdió el pulso frente a los euroescépticos. Las derrotas más sonadas fueron el no de Dinamarca al Tratado de Maastrich en el 1992, más tarde también lo hizo al euro. No hay que ir tan lejos para comprobar que el rechazo a la deriva que ha tomado el proyecto europeo puede despertar en cualquier país.

Francia y Holanda también le dijeron un no rotundo a la Constitución Europea en el 2005, lo que obligó a Bruselas a idear una fórmula alternativa para colar el tanto. La transformó en el Tratado de Lisboa, un disfraz que no gustó a los irlandeses, quienes rechazaron su aprobación en un primer referendo. El resultado no dejó satisfechos a los eurócratas, y se celebró otro plebiscito que resultó beneficioso para los intereses proeuropeos. La lista de traspiés no acaba ahí. El año pasado Grecia puso contra las cuerdas a la eurozona al convocar un referendo para tantear el apoyo de la ciudadanía al duro paquete de reformas que exigían sus acreedores a cambio del dinero del rescate.

El «oxi» griego

El oxi (no) se impuso para disgusto de los líderes europeos. El ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, hastiado de las negociaciones y maniobras desafiantes de los helenos, llegó a proponer la ruptura de la Unión sugiriendo la expulsión de los griegos. Atenas se plegó, pero el referendo hizo historia. Más recientemente los euroescépticos se apuntaron otro tanto en Holanda al lograr tumbar el acuerdo de asociación con Ucrania.