Mujeres en primera línea del frente

PEDRO GARCÍA OTERO CARACAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

JUAN BARRETO | AFP

El Gobierno de Venezuela controla las protestas con mujeres policía en el primer cordón de seguridad

28 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Han llamado la atención porque el Gobierno venezolano las ha enviado a una posición delicada: la de formar una cadena humana para impedir a los manifestantes opositores que protesten en el centro de Caracas.

Son las mujeres de la Policía Nacional Bolivariana, generalmente muy jóvenes, que forman una triple barrera cortando las calles. Detrás se sitúan los hombres del cuerpo y, más lejos, los guardias nacionales y el Ejército en la militarizada capital venezolana (y en otras ciudades del país) tras el estado de excepción decretado por Nicolás Maduro.

Las barreras de mujeres policías empezaron a aplicarse esta semana, después de que una de ellas, Dubraska Álvarez, fuera supuestamente agredida -hay testigos e investigaciones a partir de vídeos que parecen mostrar que fue uno de sus compañeros el atacado- en una protesta el miércoles 18. El Gobierno se valió de la supuesta agresión para acusar a la oposición de «misoginia».

Al verse frente a ellas, nadie piensa ni por un segundo que por ser mujeres sean más blandas. Cuando las policías de la primera fila se bajan, al unísono, las viseras de los cascos, ya se sabe que viene, desde las de atrás, una carga de gas lacrimógeno, explica un manifestante. Las funcionarias no llevan armas, más allá de su escudo, sus botes de lacrimógenos y, en algún caso, lo que llaman peineta, un machete mellado con el que golpean de canto y es un inocuo, pero muy doloroso). La Constitución venezolana prohíbe a la policía el uso de armas de fuego en las manifestaciones.

Soportan de todo impertérritas. Hay quienes les gritan «vendidas» y «esbirras» y, menos veces, les dedican algún piropo poco galante e incluso algún escupitajo, pero la mayoría de los manifestantes se contienen ante ellas. La figura femenina impone respeto en Venezuela, una sociedad matriarcal en la que a menudo la figura paternal no existe.

Lo cierto es que, aun en medio de una crisis mucho peor que la del 2014, las protestas están siendo menos violentas que entonces. En parte, por el efecto disuasorio de estas policías mujeres. En parte, también, porque la oposición está centrada, y esperanzada, en ganar la batalla por la vía electoral, y sabe que cualquier desmán será una excusa perfecta para una represión que no van a aplicar, precisamente, estas mujeres de la primera línea del frente, sino la tenebrosa policía política, el Sebin.