Saltan las alarmas en el canal de Sicilia

maría signo ROMA / CORRESPONSAL

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El segundo naufragio en 24 horas de una barca salida de Libia deja decenas de migrantes muertos en el Mediterráneo

27 may 2016 . Actualizado a las 07:28 h.

Una nueva tragedia vuelve a teñir de luto el Mediterráneo mientras aún se buscan las víctimas del naufragio del miércoles, cuyas imágenes conmovieron al mundo. Esta vez la barcaza en apuros se encontraba a 35 millas de las costas libias y fue avistada desde un avión militar de Luxemburgo que descubrió a un centenar de inmigrantes intentando mantenerse a flote. Se pasó aviso a la fragata española Reina Sofía, que patrullaba en la zona, y que logró rescatar a 77 personas. Entre los asistidos estaba un niño de cinco años que se encontraba en estado de hipotermia.

Aunque el portavoz de la operación, estimaba que los muertos en este naufragio estarían entre veinte o treinta, otras fuentes de la Guardia Costera se aventuraban a hablar de hasta ochenta citando testimonios de supervivientes. También los que llegaron ayer al puerto de Porto Empedocle, en Sicilia, tras ser rescatados el miércoles, elevaron el número de víctimas en su naufragio. No habrían sido solo cinco, como se dijo en un primer momento, sino hasta un centenar, que en su mayor parte quedaron atrapados en el interior del casco.

Según Colpisa, el comandante de la nave militar italiana Bettica, que participó en este rescate, explicó que «la situación exigía una intervención rápida. Bajamos nuestras lanchas neumáticas, que tienen motores especiales para que las personas en el mar no corran riesgo con las hélices. Primero distribuimos chalecos salvavidas y luego comenzamos el transbordo. Cuando habíamos salvado ya a 240 personas, entre ellas a todas las mujeres y niños, los que quedaban en la barca no se quedaban quietos porque tenían miedo. La nave se movía y el cambio de peso de un lado a otro la hacía aún más inestable. Al final se dio la vuelta», explicó.

El militar relató que en aquel momento trató de acercar su nave lo más posible al viejo pesquero mientras las lanchas neumáticas seguían sacando gente del agua. «Tiramos al agua cualquier cosa que flotara: chalecos salvavidas individuales y colectivos, cuerdas. Algunos marineros se tiraron entre las olas para ayudar a los inmigrantes. Salvaron a algunos agarrándolos por el pelo».

Los dos naufragios no ocurren de forma aislada. La Guardia Costera italiana coordinó estos dos últimos días más de 20 operaciones de socorro en las que han salvado a algo más de 4.000 migrantes. Tal número de operaciones revela el repunte del flujo de llegadas desde el norte de África. En gran medida, se debe al buen tiempo y las buenas condiciones del mar de los últimos días, dos condiciones que han hecho saltar todas las alarmas. Las naves italianas que patrullan las costas de Libia, otros barcos de las misiones Frontex y Eunavformed, así como los mercantes que viajan por la zona y los remolcadores de asistencia de las plataformas petrolíferas libias, se encuentran en estado de máxima alerta.

Todos quieren a Favour

Su historia está conmoviendo a todos en Italia, donde se ha desatado una ola de solidaridad con ella. Se trata de la bebé de nueve meses que llegó a la isla italiana de Lampedusa sin sus padres. La pequeña viajaba con su madre, que estaba embarazada, junto a decenas de inmigrantes en una lancha neumática que una patrullera de la Guardia Costera socorrió en alta mar. Según las primeras versiones del suceso, el motor defectuoso de la embarcación provocó quemaduras a la madre que la llevaron a la muerte.

La pequeña se encontraba deshidratada y con hipotermia por lo que desde la patrullera se avisó al médico del centro médico de Lampedusa, Piero Bartolo, para atenderla en cuanto llegaran a tierra. Aún sin nombre, en el ambulatorio la inscribieron como Favour y la atendieron calentándola, dándole agua con azúcar, cremas y un biberón de leche. Bartolo, famoso por su participación en la película Fuocoammare, de Gianfranco Rosi, que ganó el León de Oro en Berlín, quiere adoptarla. «Es preciosa y muy dulce. Me abrazó, no lloró y se dejó auscultar sin lamentarse». Tras algunas horas en el ambulatorio, el propio Bartolo llevó a la pequeña al centro de acogida de la isla. «Está en buenas manos», dijo.

Ahora será el tribunal de Palermo el que decidirá el futuro de la niña. El doctor Piero Bartolo es el principal candidato para adoptarla porque ya tiene experiencia: hace cinco años se hizo cargo de un joven tunecino de 17 años.