EE.UU. y Europa aceptan armar a Libia para que luche contra el EI

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

ISMAIL ZITOUNY | Reuters

Berlín y París ven la fragilidad del Gobierno libio como una amenaza a la seguridad

17 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El camino para suspender el embargo de armas a Libia está despejado. Lo pidió el lunes el líder del nuevo Gobierno de unidad nacional, Mohamad Fayed al Serraj, con el argumento de que se trata de asistencia, no de intervención, y recibió luz verde de al menos una veintena de países de todo el globo reunidos en Viena. «La comunidad internacional va a apoyar la exención del embargo de armas para adquirir armamento y munición para luchar contra el Daesh», aseguró el jefe de la diplomacia estadounidense, John Kerry, antes de aclarar que se trata de una excepción por la situación de peligro que representa Libia para el resto de países de la región norteafricana y de Europa. 

El Gobierno de unidad nacional que dirige Al Serraj desde Trípoli está lejos de asentarse. Es frágil y está expuesto a la inestabilidad política, económica y social que atraviesa el país tras el conflicto civil desatado en el 2011 con la muerte de Gadafi. En Tobruk, el general Jalifa Haftar se resiste a ceder el control e impide que el Parlamento reconozca al nuevo Ejecutivo. En medio de la trifulca de gerifaltes y aprovechando la situación de anarquía, el Estado Islámico ha extendido sus tentáculos. La semana pasada sometió bajo su mando a la localidad de Abu Grein, a 100 kilómetros al oeste de Sirte. Se estima que en el país hay entre 4.500 y 5.000 combatientes, convirtiendo a Libia en el tercer mayor bastión de los yihadistas tras Siria e Irak. «Seré franco: La situación es realmente mala en términos de la economía, política y seguridad», admitió Al Serraj. «La comunidad internacional y los vecinos no se librarán del peligro si el terrorismo crece en Libia», advirtió. 

Para Europa, a apenas 300 kilómetros de las costas libias, frenar al Daesh es una necesidad de primer orden. Por eso Reino Unido, Italia, Alemania y Francia firmaron ayer una declaración que insta a la ONU a «apoyar por completo». los esfuerzos del Ejecutivo de Trípoli. ¿Cómo? Entrenando y equipando a la guardia presidencial y las fuerzas del orden para «garantizar la seguridad y defender el país del terrorismo», indicaron los ministros. No habrá grandes resistencias. Rusia, Arabia Saudí y China también respaldaron la medida. Sin embargo, con el vacío de poder que todavía impera en el país, será fácil que las armas acaben en las manos equivocadas convirtiendo Libia de nuevo en un avispero: «Es un equilibrio delicado», reconoció Kerry al término de la reunión.

Para el alemán Steinmeier, no hay alternativa: «La cuestión es si seguirá siendo un lugar en el que el terrorismo se sigue extendiendo o seremos capaces, con el Gobierno de unidad nacional, de recuperar la estabilidad». El ministro de Exteriores francés, Harlem Desir, reconoció que el margen de maniobra es estrecho e instó a trabajar para restaurar las instituciones y cuerpos gubernamentales necesarios para combatir al Daesh. Por el momento se ha logrado unificar y poner bajo control del Gobierno al banco central libio y se estudia la formación de una guardia fronteriza que controle también el negocio de las mafias criminales que trafican con migrantes desde su costa.