Invasión chií en el Parlamento de Irak

LAURA FERNÁNDEZ PALOMO AMÁN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

AHMAD AL-RUBAYE | AFP

Seguidores de Muqtada al Sadr invaden la protegida zona verde de edificios oficiales

09 may 2016 . Actualizado a las 19:23 h.

Una multitud de simpatizantes del clérigo chií Muqtada al Sadr logró penetrar ayer en la restringida zona verde de Bagdad, centro de embajadas e instituciones internacionales, hasta ocupar los asientos del Parlamento y alcanzar la oficina del primer ministro, Haider al Abadi. Su fin era pedir reformas contra la corrupción en el país y lo hicieron en el área más controlada de la capital sin que las fuerzas de seguridad hicieran nada por frenarlos. Irak no supera su inestabilidad política ni el creciente descontento popular, que llevó a los simpatizantes de Al Sadr a retar a las instituciones. El Gobierno declaró el estado de emergencia.

Al Sadr, que se dio a conocer tras el derrocamiento de Sadam Huseín en el 2003 luchando contra EE.UU., se convirtió en el líder de un movimiento reformista que pide el fin de las cuotas sectarias. Lleva meses lanzando ultimátums y convocando a sus seguidores para exigir la renovación del Gobierno de Al Abadi, al que acusa de clientelista.

A media tarde, la policía empleó gases lacrimógenos y disparó al aire para evitar que otros manifestantes reunidos en la entrada de la zona verde se unieran a la protesta. Allí llevaban semanas acampados y cientos más se unieron durante la mañana en una marcha con consignas pacíficas cuando parte del grupo saltó las barreras de seguridad y logró entrar en la Cámara de Representantes cuando se aplazaba, una vez más, la formación de un Gobierno tecnócrata que pretendía contener las demandas populares. A última hora, los manifestantes abandonaron el hemiciclo al tiempo que otro grupo intentaba entrar en la oficina del primer ministro, que había sido desalojado zona por seguridad.

El vicepresidente, Ayad Allawi, daba a última hora por muerto el proceso político y apostó por un Gobierno de transición hasta celebrar unas nuevas elecciones supervisadas por la ONU. A pesar de las reformas comprometidas, Al Abadi ha estado presionado por la influencia de varios partidos del Ejecutivo. Al Sadr suspendió de forma provisional la participación de los diputados de su bloque, Al Ahrar (los libres), hasta la votación de un nuevo Gobierno que comenzó el 26 de abril, pero que solo se completó solo parcialmente. El líder religioso acusó a la élite política de protegerse «para proseguir sus saqueos y robos», que impiden una regeneración completa.

La perpetúa crisis política se agudiza e interfiere en la lucha contra el grupo terrorista del Estado Islámico, que sigue controlando vastas zonas del norte y ayer atentó de nuevo en la capital y causó al menos 24 muertos.