Obama viaja a Riad en un intento de rebajar la alta tensión con el rey saudí

Victoria Toro NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

KEVIN LAMARQUE | Reuters

EE.UU. necesita obligatoriamente entenderse con los saudíes y con los otros países de la región porque su estrategia de lucha contra el Estado Islámico y Al Qaida pasa por la cooperación con ellos

20 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Del «supuesto aliado» que es como definió Barack Obama a Arabia Saudí antes de llegar a la Casa Blanca a «oportunista» como lo calificó recientemente en una entrevista. Palabras que ponen en evidencia los problemas de relación entre ambos países. En medio de esa tensión, el presidente se reúne hoy con el rey Salman bin Abdulaziz en Riad. El encuentro va a ser cualquier cosas menos fácil, porque además de todo lo anterior, en los últimos días se ha sumado una nueva ofensa, una ley promovida en el Congreso de Estados Unidos y que ha hecho estallar al reino saudí.

La ley, impulsada por un grupo de legisladores de ambos partidos, quiere permitir que las familias de las víctimas de los atentados del 11 de septiembre del 2001 puedan demandar al Gobierno de Riad por cualquier tipo de relación que pudiera haber tenido con aquellos atentados.

Los saudíes amenazan con represalias económicas si la ley se aprueba, en concreto aseguraron que se vería obligada a vender 750.000 millones de dólares en bonos del Tesoro y otros activos financieros de EE.UU. para evitar que los tribunales estadounidenses los congelen. Riad ha explicado que su reacción no se debe a que tengan ninguna relación con los atentados de Al Qaida sino a que la ley pondría en peligro el principio de inmunidad soberana. La Casa Blanca se apresuró el lunes, un día antes del viaje a Riad, a insinuar que Obama vetará la ley en el caso de que se apruebe, en un intento de suavizar la tensión que el presidente encontrará en el golfo Pérsico.

Pero la nueva ley no es el único desencuentro entre ambos países. Antes fue el apoyo a la caída de Hosni Mubarak en Egipto, un aliado de Riad; la negativa de Obama a intervenir sobre el terreno en la guerra de Siria y, por último, el acuerdo nuclear con Irán. Riad ve todos estos movimientos como un intento de Washington de socavar su posición en Oriente Medio.

Pero a pesar del profundo desencuentro, EE.UU. necesita obligatoriamente entenderse con los saudíes y con los otros países de la región porque su estrategia de lucha contra el Estado Islámico (EI) y Al Qaida pasa por la cooperación con ellos. Precisamente para discutir sobre ello, además del inicio del proceso de paz en Yemen y el frágil alto el fuego en Siria, Obama asistirá mañana a la cumbre del Consejo de Cooperación del Golfo. Líderes a los que invitó el año pasado a una cumbre en Camp David, y a la que el rey saudí excuso su asistencia.

El consuelo de la rica monarquía es que este es el último año de Obama en la Casa Blanca.