Turquía, acusada de matar a tiros a 16 sirios en la frontera para no dejarles entrar

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

AMER ALMOHIBANY | AFP

Al menos un oficial británico y un traficante sirio residente en el país turco confirmaron la información publicada por «The Times»

01 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En los últimos cuatro meses 16 refugiados, tres de ellos niños, murieron tiroteados por agentes de la guardia fronteriza turca cuando intentaban abandonar Siria, huyendo de la guerra civil que asola el país. Sus cuerpos fueron enterrados en territorio sirio, donde yacen con otros desplazados anónimos que los agentes turcos habrían acribillado del mismo modo para no dejarles cruzar la frontera. Es la denuncia que hizo el Observatorio Sirio de Derechos Humanos al diario The Times. Al menos un oficial británico y un traficante sirio residente en Turquía confirmaron esa información al rotativo asegurando que la cifra de asesinados podría ser incluso mucho mayor. 

El escándalo es mayúsculo y llega en el momento más delicado para la Unión Europea. El próximo lunes debe arrancar la campaña de deportaciones de refugiados desde las islas griegas hacia Turquía. La maniobra ha sido calificada de «inmoral» y «cruel» por las organizaciones humanitarias que se han ido retirando del terreno para no ser cómplices de la política de expulsiones. Todavía no está claro que se pueda llevar a cabo. Grecia debe amoldar su legislación para considerar a Turquía un tercer país seguro al que devolver a los refugiados. Pero cada vez parece más evidente que el vecino turco no cumple con los estándares internacionales de protección a los refugiados y respeto a los Derechos Humanos.

Amnistía Internacional denunció ayer, por ejemplo, que el Gobierno de Tayyip Erdogan se está deshaciendo por la puerta de atrás de los refugiados sirios, a los que envía de vuelta de forma «masiva» a su país. La oenegé cifra en cien las expulsiones diarias. «Turquía devolvió en una ocasión a tres pequeños sin sus padres a Siria. En otra, obligó a una mujer embarazada de ocho meses a volver», aseguró Marie Lucas, miembro de la organización. 

La Unión Europea hace de tripas corazón y anuncia que seguirá adelante con el acuerdo que permite externalizar los problemas de gestión de los flujos migratorios a Turquía. La portavoz comunitaria, Natasha Bertaud, justificó ayer la decisión de Bruselas de mirar para otro lado: «No tenemos información que confirme esos hechos pero elevaremos el asunto a las conversaciones con el socio turco», aseguró. 

Del lado griego, el principal partido del Gobierno, Syriza, se encuentra dividido. El primer ministro heleno, Alexis Tsipras, está encontrando una feroz resistencia a reconocer Turquía como país seguro. Uno de los eurodiputados de la formación, Dimitris Papadimoulis, reconoció a la DW que el acuerdo es «un error garrafal de la UE». 

En el flanco Este tampoco quieren a los refugiados. El presidente ruso, Vladimir Putin, ordenó ayer a las fuerzas de seguridad sellar todas las fronteras de Rusia para no dejarlos pasar. «Hay que reforzar la vigilancia en aquellas zonas donde hay más riesgo de penetración de inmigrantes ilegales. Todas las ventanas y rendijas deben ser cerradas», advirtió el líder del Kremlin. Moscú teme que se infiltren terroristas o que se radicalicen en su territorio: «Son sujetos para el reclutamiento por parte de extremistas y organizaciones terroristas», aseguró Putin ante el Consejo de Seguridad Nacional. Aprovechó la cita para culpar a la UE del caos migratorio.