Salah Abdeslam, el terrorista más buscado desde el 13-N

La Voz LA VOZ | AGENCIAS

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La policía cree que el joven llevaba un cinturón de explosivos pero que en el último momento se arrepintió y decidio huir

18 mar 2016 . Actualizado a las 23:15 h.

Salah Abdeslam se ha convertido durante los últimos cuatro meses en el hombre más buscado de Europa. El único terrorista que logró escapar tras la masacre del 13-N en París ha sido herido y capturado en el barrio de Molenbeek por la policía belga, que no ha dejado de buscarle durante todo este tiempo.  

Nacido en Bruselas y de 26 años de edad fue ayudado por otros dos hombres del barrio de Molenbeek, donde vivía su familia, y huyó de París tras disparar a sangre fría contra varios bares y restaurantes en los distritos 10 y 11 de la ciudad. Su hermano Ibrahim también participó en los ataques y terminó inmolándose al igual que otros terroristas. Sin embargo los investigadores creen que pese a que Salah Abdeslam también llevaba un cinturón explosivo, se arrepintió en el último momento y pidió ayuda para volver a Bélgica

La policía francesa identificó y emitió a los pocos días una orden de busca y captura para intentar dar con su paradero. 

Los investigadores creen que Salah Abdeslam alquiló dos coches, entre ellos con el que los asaltantes de la sala de conciertos Bataclan llegaron hasta allí para cometer la masacre en la que murieron 89 personas. Además su tarjeta bancaria también pagó dos habitaciones de un hotel de Alfortville, cerca de París, donde estuvieron los yihadistas poco antes de los atentados. La Policía buscó a Abdeslam desde la mañana siguiente a los atentados. Horas después de la masacre en París fue sometido a un control por gendarmes franceses junto a la frontera belga en otro coche en el que viajaba con dos individuos, pero tras verificar su identidad le dejaron marchar. Poco después se supo que una de las personas que iba con él estaba fichada. La Policía belga puso en marcha una operación en el distrito bruselense de Molenbeek y practicó varias detenciones, en particular la de su hermano, Mohamed, que poco después quedó en libertad sin cargos.

Sus amigos le dejan en la plaza Emilie Bockstael, en Laeken, desde donde es trasladado a Heysel, cerca del estadio de fútbol Rey Balduino, presuntamente por Lazez Abraimi, un marroquí de Jette. Después se pierde la pista de Salah, que se crió junto a sus hermanos en el distrito bruselense de Molenbeek, que se ha hecho famoso por ser un barrio multirracial en el que han residido varios terroristas, presuntos y condenados, y que ha sido objeto de varias redadas y registros después de los atentados del 13N.

Pero no solo se encargó al menos de tareas logísticas en París. Una cámara de seguridad situada frente al restaurante Le Carillon, donde 15 personas murieron, grabó un día antes de la masacre al terrorista paseando por la calle e incluso dedicándole una sonrisa a la cámara.

Su participación en los atentados sorprendió a muchos de sus vecinos de Molenbeek, que los describieron en ese momento como un chico normal, lejos de la radicalización que le llevó a participar en los atentados parisinos. En Molenbeek, el joven, que era dueño de un bar junto a su hermano Brahim, nunca dio una imagen de islamista radical. Youssef, de unos 30 años, uno de sus vecinos, explicaba que los hermanos eran sus «amigos». «Grandes bebedores, grandes fumadores, pero no radicales», decía hace unos meses. «Les gustaba el fútbol, iban a discotecas, salían con chicas...», afirmaba Jamal, otro amigo de los hermanos Abdeslam. Pero luego empezaron «las malas relaciones, en el mal momento», explicaba. «Nunca lo vi en una mezquita», aseguraba otro vecino sobre Salah.

Tras varios robos y casos de tráfico de drogas, Salah ingresó en el 2010 en la cárcel después de un atraco en el que quizá participó Abdelhamid Abaaoud, presunto cerebro de los atentados de París, originario de Molenbeek. Fue probablemente en prisión donde Abaaoud, al que la policía mató en una operación antiterrorista en París, pudo enseñarle a Abdeslam «la teología del disimulo para burlar los servicios de seguridad y la vigilancia de los servicios de inteligencia», explica Mathieu Guidère, experto francés en terrorismo.

A principios del 2015, la policía belga interrogó a los hermanos Abdeslam, sospechosos de querer viajar a Siria, pero los liberó al considerar que no tenía bastantes pruebas sobre la amenaza que suponían.

Abdeslam creció en el seno de una familia «normal» y sin que los padres les inculcaran especialmente una vida religiosa, tal y como relató su hermano mayor, Mohamed, a la cadena RTL. Pero su otro hermano, Ibrahim, compartía con Salah su tendencia yihadista. Murió al estallar los explosivos que llevaba adosados al cuerpo cuando se encontraba en el bulevar Voltaire, uno de los escenarios de los ataques de París, donde supuestamente abrió fuego contra las personas que había alrededor. Junto con sus hermanos regentaba el bar «Les Beguines», en Molenbeek, que había sido cerrado el 4 de noviembre del 2015 por tráfico de estupefacientes.

El siguiente rastro de Abdeslam se descubrió el 8 de diciembre en el distrito bruselense de Schaerbeek, donde la policía ha encontrado en un apartamento rastros de explosivos y tres cinturones como los utilizados en los atentados de París, así como una huella dactilar de Salah. Aquel hallazgo hizo pensar a las fuerzas belgas que Abdeslam nunca había abandonado Bélgica y ni siquiera Bruselas. Salah, que llegó a trabajar para la empresa de transportes públicos de Bruselas, era conocido por el Órgano de Coordinación para el Análisis de la Amenaza (Ocam) de Bélgica y figuraba en una lista de 1.200 personas con vinculaciones con Siria, siendo considerado «en vía de radicalización».

En enero se supo Salah o alguien de su entorno había contactado con un famoso abogado especialista en casos de terrorismo, Sven Mary, que este viernes se ha apresurado a presentarse como el letrado del terrorista. 

Durante los cuatro meses que se mantuvo fugado de la policía trascendieron varias imágenes de Salah Abdeslam e incluso Francia alertó a la policía española de que podría estar en su territorio. Finalmente, cuatro meses y cuatro días después de sembrar el terror en la noche del viernes 13 de noviembre en París, las fuerzas de seguridad han logrado darle caza.