El presidente del Consejo Europeo a los inmigrantes por razones económicas: «No vengan a Europa»

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Tusk (izquierda) y Tsipras (derecha)
Tusk (izquierda) y Tsipras (derecha) PANAYOTIS TZAMAROS | AFP

Donald Tusk dice desde Atenas que Grecia «ya no es más un país de tránsito

03 mar 2016 . Actualizado a las 23:19 h.

Existen barreras más altas y peligrosas que cualquier muro de hormigón o valla de concertinas. Algunas se elevan con la retórica y el lenguaje: «Quiero lanzar una llamada a todos los potenciales migrantes económicos ilegales. No vengáis a Europa. No creáis a los traficantes. No pongáis en riesgo vidas y dinero. Todo eso no servirá de nada».

Así fue como el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, trató este jueves de persuadir desde Atenas a aquellas personas, familias, que tratan de alcanzar Europa para dejar atrás la miseria de sus países de origen. «Ni Grecia ni ningún otro país europeo pueden seguir siendo países de tránsito. Los reglamentos de Schengen volverán a ser aplicados», advirtió. Aunque el polaco focalizó la llamada sobre este segmento de los migrantes que llegan al continente, y no de los que huyen de la guerra, el mensaje dibuja una UE desesperada y sobrepasada por una crisis que ha sacado los colores a Europa. La realidad es que los socios no quieren oír hablar de acogida.

Muestra de ello es que solo se ha logrado reubicar a 500 de los 160.000 refugiados del plan ideado por Bruselas para aliviar la presión sobre Grecia e Italia, países en primera línea de acogida. Hay socios que se niegan directamente a acatar el acuerdo de reparto. Eslovaquia es uno de ellos. El Gobierno de Robert Fico desafió a la UE impugnando el acuerdo ante la Justicia europea. Su postura coincide con la del 58% de los eslovacos que se oponen a ayudar a los refugiados. Lo mismo ocurre con la población de Hungría, República Checa, Bulgaria y Letonia. «Grecia está pagando un precio muy alto por un problema que no ha creado. Quiero dejar muy claro que no la dejaremos sola», aseguró Tusk tras reunirse con el primer ministro Alexis Tsipras.

El líder heleno cargó contra los países vecinos que, de forma unilateral y auspiciados por Austria, decidieron la semana pasada cerrar herméticamente sus fronteras provocando un gigantesco tapón humano de 11.000 personas en la frontera con Macedonia. Médicos Sin Fronteras advirtió ayer de que la situación es «insostenible» y teme un estallido de «ira» de los refugiados atrapados en Idomeni. A final de mes el número de migrantes embolsados en Grecia podría alcanzar las 100.000 personas y no hay perspectivas de que los socios ayuden a reubicarlos: «En la cumbre del lunes, pediremos un reparto equitativo de la carga entre los países del bloque y sanciones para los que no colaboren», anunció Tsipras. 

Tibieza con Turquía

La gira de Tusk por los Balcanes y Grecia terminó al otro lado del Bósforo.  Ankara es la pieza clave sin la que la UE está perdida y eso se dejó notar ayer tras la reunión del polaco con el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, quien disfruta ahora de un trato distinguido en Bruselas. La UE tiende la alfombra roja a las autoridades turcas a las que ruegan colaboración para cortar el flujo migratorio a Grecia. Ayer fue el turno de Tusk quien, con tibieza y tacto, recordó que el éxodo procedentes de Turquía sigue siendo «demasiado alto», a pesar del sobre de 3.000 millones de euros extendido por la UE. Acto seguido pidió a Ankara que busque la mejor manera de conseguir su «reducción».