Los asedios dejan a 19 ciudades sirias sin alimentos, medicinas, agua ni luz

laura fernández palomo AMÁN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

YOUSSEF BADAWI | Efe

Entre 400.000 personas y un millón necesitan asistencia de forma inmediata

14 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los rostros de menores famélicos en Madaya fueron el símbolo del asedio como arma de guerra contra la población siria. Entonces, la ONU no tenía incluida esta localidad fronteriza con Líbano en la lista de ciudades sitiadas. Las imágenes forzaron en enero un acuerdo para el reparto de ayuda humanitaria. Con el inicio de las negociaciones en Ginebra, la ONU aumentó el inventario hasta 19 al reconocer también el cerco en Bqine, Yarmouk, and Moadamiyeh; en total, unas 400.000 personas sin acceso a comida ni medicamentos, que deberían comenzar a recibir asistencia inmediata como consta en el Acuerdo de Munich, aprobado el jueves. Cifra que podría ser corta ya que un reciente informe de PAX y Syria Institute eleva al millón de sirios de 46 comunidades los que están en extrema necesidad.

Para James Sadri, de la campaña Rompiendo el Asedio, la diferencia de cifras reside en que Naciones Unidas separa «las zonas sitiadas» de las de «difícil acceso». Para Médicos Sin Fronteras, sin embargo, las consecuencias para los civiles de los asedios «son las mismas»: malnutrición, inanición y enfermedades. El Gobierno de Al Asad desatendió el año pasado el 75 % de las 113 solicitudes que efectuó la ONU para distribuir alimento. Solo llegó comida al 10 % de las zonas bloqueadas por los combates.

Como en Madaya, donde han muerto al menos 30 personas por inanición, la mayoría de las localidades están circundadas por fuerzas leales a Bachar Al Asad, principalmente en Homs, la capital y los barrios periféricos de Damasco, como Kafr Batna, que sufre además los ataques aéreos rusos sobre sus mercados. En Moadamiyeh, con 40.000 sirios a 10 kilómetros de Damasco, menores como Saeed Karbouj, de 15 años, fallecen por malnutrición. Zabadani, desde julio, sigue acorralada pese al acuerdo de diciembre que permitió la evacuación de 120 rebeldes heridos.

Los insurgentes por su parte, entre ellos el Frente Al Nusra, mantienen también bloqueadas dos poblaciones chiíes en Idlib, Fua y Kefraya, que pudieron recibir convoyes de ayuda durante el reparto de enero. El Ejecutivo consiguió liberar a principios de mes dos localidades chiíes, Nubul and Zahraa, con 60.000 ciudadanos en el norte de Alepo.

En diciembre, el Estado Islámico (EI) y el régimen sirio acordaron aliviar a los 18.000 residentes de Yarmouk, un campo de refugiados palestinos de la capital que vuelve a estar en la lista de ciudades asediadas y que recibió ayer el primer reparto desde junio del 2015. Las 200.000 personas que no pueden salir de Deir Ezzor, en el noreste, pasan días sin agua ni electricidad. La entrada de alimentos es obstaculizada por el EI desde el exterior y agravada por la falta de distribución desde el aeropuerto interior que controla el Gobierno.

Más allá de las zonas reconocidas como sitiadas, el coordinador de Emergencias de la ONU, Stephen O?Brien, asegura que 13,5 millones de sirios se encuentran en necesidad extrema de asistencia. Prácticamente la totalidad de la población que queda en el país.

La aviación turca bombardea a los kurdos y Al Asad concentra tropas en torno a Raqa

Mientras se habla en los foros internacionales de soluciones diplomáticas y treguas, Siria se sumerge en uno de los períodos más intensos de la guerra. Turquía y Arabia Saudí están listos para una operación conjunta terrestre al tiempo que Ankara bombardeaba ayer a las milicias kurdo-sirias encuadradas en las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), que están participando junto al régimen de Damasco y Rusia en la ofensiva de Alepo. La intervención, en suelo sirio, no solo es un desafío para Moscú sino que, paradójicamente, supone un ataque a los aliados de su socio estadounidense en la lucha contra el EI.

Turquía ha pedido a Washington que se posicione en su alianza con los kurdos, a los que considera terrorista por los vínculos con los grupos armados nacionalistas kurdo-turcos. La aviación de Ankara centró sus objetivos en la fronteriza ciudad de Azaz, así como los pueblos de Al Malakia y Meneg, todos ellos controlados por las YPG en Alepo. 

En plena escalada militar, también aterrizaban los primeros aviones saudíes en la base turca de Incirlik, desde donde opera la aviación de la coalición internacional contra los yihadistas del califato. «Si hay una estrategia entonces Turquía y Arabia Saudí podrían entrar en una operación terrestre», reconoció el ministro turco de Exteriores, Mevlut Cavusoglu, en Múnich. El presidente sirio, Bachar Al Asad, advirtió que, en caso de que ocurra, sus fuerzas armadas «se enfrentarán a ello».

Hacia la capital del califato

Por su parte, los cazas sirios y rusos mantenían la ofensiva que lanzaron el 1 de febrero sobre diferentes áreas del norte de Alepo contra la insurgencia y ayer consiguieron tomar el control del estratégico municipio de Al Tamura, para cortar el camino rebelde de Qubtan al Yebal. En esta lucha, una mujer y dos menores de edad fallecieron por el impacto de proyectiles lanzados por facciones opositoras contra las poblaciones de mayoría chií de Nubul y Al Zahrá, y contra Safira, dominadas por el régimen.  

Las fuerzas leales a al Asad también alcanzaron a situarse en varios puntos de la frontera entre la provincia de Raqa y Hama. Según fuentes militares, este acercamiento es una señal de las próximas operaciones hacia la primera de las ciudades, considerada la «capital» del Estado Islámico, a través de la zona de Tabqa, aunque todavía parece un objetivo lejano.