La UE exige a Turquía que abra la frontera a los refugiados sirios

jerusalén / colpisa

INTERNACIONAL

BULENT KILIC | AFP

Ankara ha permitido el acceso de unas 5.000 personas, pero ascienden ya a 50.000 las que esperan cobijo bajo la lluvia

07 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Crece la intensidad de los combates en la provincia de Alepo y crece el número de civiles que llegan a la frontera turca esperando cruzar al otro lado en busca de un lugar seguro. Aunque las autoridades de Ankara insisten en que mantienen su política de «fronteras abiertas», hasta ahora se ha permitido el acceso de 5.000 personas, pero calculan que hay «otros 50.000 o 55.000» a la espera, en condiciones penosas, bajo las inclemencias del invierno, reveló el ministro de Exteriores, Mevlut Cavusoglu, tras participar en una reunión informal de los ministros de Exteriores de la UE. La fragmentada oposición siria, huérfana del apoyo de potencias como EE.UU., no puede hacer frente a un ejército reforzado por la Guardia Revolucionaria iraní, la milicia libanesa de Hezbolá, y los bombardeos de Rusia.

Los turcos, que ya dan cobijo a 2,5 millones de refugiados, optan en esta ocasión por levantar campos temporales en el lado sirio de la frontera. La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU lamentó que el acceso a la población que necesita asistencia cada vez es más difícil debido a la complicada situación de seguridad, pero Turquía ya trabaja en un campamento para 30.000 personas, como adelantó Süleyman Tapsiz, gobernador de la provincia fronteriza de Kilis, que pidió a la comunidad internacional que intervenga de inmediato para frenar los bombardeos de Rusia.

La UE, en alerta desde el verano por la llegada de miles de sirios, recordó a Ankara la «obligación moral» y el deber de acoger a los refugiados, garantizado por la Convención de Ginebra. Bruselas, que urgió ayer a Ankara a abrir las fronteras, se centra ahora en incrementar las ayudas económicas a Turquía para que frene el flujo migratorio.

El apoyo militar sin fisuras de Rusia e Irán al régimen de Damasco es una de las claves que explica el rápido avance del Ejército en Alepo después de años de estancamiento. Combaten contra una oposición atomizada en la que el último intento de unidad, que fue bautizado como el Ejército de la Conquista (Jaish Al-Fatah), ha acabado tan mal como los anteriores, destacan los analistas Joshua Landis y Steven Simon en un reciente artículo para Foreign Affairs.

Esta alianza, en la que combatían de la mano el Frente Al Nusra, brazo de Al-Qaida en Siria, o el Ejército del Islam, milicia salafista apadrinada por Arabia Saudí, logró hace menos de un año conquistar la provincia de Idlib, pero el modelo de gobierno implantado dista mucho de lo que países como EE.UU.. buscaban en la oposición a Bashar el-Asad. Las dudas de Washington con los opositores contrastan con la firmeza de Moscú y Teherán a la hora de apostar por Al Asad. El papel de EE.UU. está ahora más centrado en la lucha contra el Estado Islámico. Arabia Saudí, aunque ha mostrado su disposición a enviar tropas, tiene a sus fuerzas pendientes del frente de Yemen.

El círculo se estrecha sobre el este de la ciudad de Alepo, donde 350.000 civiles viven en la zona que los distintos grupos de la oposición controlan desde el verano del 2012.