Bruselas quita hierro a la desaparición de 10.000 niños refugiados

C. Porteiro, P. Baelo

INTERNACIONAL

Atlas TV

Alemania deberá desembolsar 50.000 millones hasta el 2017 para acoger a los refugiados

02 feb 2016 . Actualizado a las 01:31 h.

¿Cómo pueden desaparecer en un año 10.000 menores refugiados sin que nadie en Europa se de cuenta? La cifra aportada por Europol hiela la sangre, y más si se sabe que a la mayor parte de ellos no se les perdió el rastro al llegar a tierra sino que se evaporaron de los centros de refugiados donde estaban acogidos. Las autoridades nacionales aseguran que nada saben de sus paraderos. Los expertos y oenegés apuntan en dos direcciones: O se han reunido con otros familiares o han caído en las garras de las mafias de tráfico de personas y de explotación infantil.

Según Save The Children, el pasado año llegaron a Europa 26.000 menores sin acompañantes adultos. En mayo, Italia ya notaba la falta de 5.000 niños, la mayoría de Eritrea, Somalia y Siria. En octubre, Suecia reconocía que de sus albergues habían desaparecido 1.000. ¿Qué está ocurriendo?

La Comisión Europea se niega a hablar abiertamente de la existencia de redes europeas organizadas de explotación de menores que operarían desde Hungría y Alemania. Bruselas se limita a apuntar a las mafias de terceros países, pero no asume que el terror lo tiene en casa. ¿Responsabilidades? Ninguna. Apunta a los Estados miembro: «Compartimos las preocupaciones de Europol y estamos dispuestos a ayudar», asegura su portavoz, Natasha Bertaud, quien anticipa el lanzamiento de una nueva estrategia para que se cumpla la normativa europea para la protección y acompañamiento de menores.

Las oenegés denuncian que el caos, la inacción y la nefasta gestión de la crisis de refugiados están dejando el terreno libre a las mafias. Unicef solicita un plan europeo «coordinado y coherente». Algunos expertos apuntan a la posibilidad de tomar muestras de ADN en las llegadas, como se hace actualmente en Melilla. La fundación Tierra de Hombres acusa a las autoridades nacionales de hacer la vista gorda con las desapariciones desde el 2010. Entonces apenas se abrían procedimientos de búsqueda. Los niños, como ahora, simplemente dejaban de existir.

Seguridad en el carnaval

En Alemania, la policía presentó un nuevo concepto de seguridad de cara al carnaval de Colonia, el mayor del país, que arranca el jueves empañado por las agresiones a mujeres presuntamente a manos de refugiados en esa y otras doce ciudades en Nochevieja. Unos 2.500 agentes se encargarán de velar por la seguridad de los asistentes, un despliegue policial que triplica al del año pasado. Además se ha contratado a 830 miembros de los servicios de rescate y de bomberos, y 200 vigilantes. «Todos deben poder festejar sin peligro», defendió la alcaldesa Henriette Reker.

Mientras, la peor pesadilla de Wolfgang Schäuble está cada vez más cerca de hacerse realidad. El ministro de Finanzas podría tener que lidiar con nueva deuda en el balance del próximo año, a más tardar, debido a la crisis migratoria. Así lo auguraba ayer el Instituto de Economía Alemana de Colonia (IW), que cifra en unos 50.000 millones de euros la cantidad que deberá desembolsar la locomotora europea para financiar el alojamiento, la manutención y la integración de los refugiados de aquí al 2017. Todo apunta a que el Gobierno de Merkel fue muy ingenuo, al reservar solo 6.000 millones de los presupuestos del 2016 a esos efectos. Ante el riesgo que supone ese escenario, la titular de Empleo y Asuntos Sociales, Andrea Nahles, adelantó su intención de recortar las prestaciones a los demandantes de asilo que no se integren en el país. «Quien venga aquí en busca de protección y quiera comenzar una nueva vida, debe respetar nuestras reglas y valores», escribió en el diario Frankfurter Allgemeine. La propuesta sirve de antesala al tercer endurecimiento de la ley de asilo, en el que ya se trabaja