El ataque químico es improbable, no imposible

J. casanova, a. Andrade REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Mila Méndez

Los expertos aseguran que es posible una amenaza como estas, «sobre todo porque no es difícil conseguir esos agentes químicos, y una pequeña cantidad sirve para causar un daño enorme»

20 nov 2015 . Actualizado a las 08:56 h.

¿Es una posibilidad real un ataque terrorista con armas químicas? Los expertos no se ponen de acuerdo, pero predomina el punto de vista de que, con lo que hoy se conoce sobre el Estado Islámico, resulta improbable: «Este tipo de ataques supone manejar bacterias, que no parece el perfil de los yihadistas», afirma José Miguel Gil, director del departamento de Estudios sobre Terrorismo del Instituto de Seguridad Global.

Gil recuerda que las armas químicas han sido usadas en contextos bélicos pero prácticamente nunca en actos terroristas, más allá del atentado con gas sarín en el metro de Tokio, ocurrido en el año 1995.

Olivier Lepick, experto en este tipo de armas en la Fundación Francesa para Investigación Estratégica, coincide con ese punto de vista. «Hay un salto cuántico en términos de complejidad entre usar un Kalashnikov y manejar armas químicas. No basta con poseer gas mostaza, hay que ser capaz de militarizarlo, es decir, acoplarlo a un sistema de diseminación».

En cambio, Luis Jiménez, director de la Escuela de Criminología de Barcelona, ve posible la amenaza: «Sobre todo porque no es difícil conseguir esos agentes químicos. Hay tráfico ilegal hasta de armas nucleares. Además, una pequeña cantidad sirve para causar un daño enorme. Imagine lo que se podría hacer liberando el virus de la viruela».

La «yihad tóxica» aumenta la amenaza global del califato

El Estado Islámico agranda aún más su carácter de amenaza global tras la alerta de riesgo de un ataque químico o bacteriológico en Francia. Las palabras de Valls apuntan de lleno a Siria e Irak, países en los que se asienta el califato, donde en los últimos meses se produjeron tres denuncias de ataques con agentes tóxicos que dejaron decenas de afectados y llevan el sello de los seguidores de Al Bagdadi, que estarían ensayando sus efectos en el campo de batalla antes de probarlas en el exterior.

El uso de estas armas por grupos radicales no es nuevo. Al Qaida ya ensayó sus efectos en Afganistán antes del 11-S, según grabaciones que obtuvo la cadena CNN en las que se veía a yihadistas probando un gas con tres perros, pero no lo han empleado en sus atentados. En el caso del EI todo va más rápido y, a las pocas semanas de crearse el califato el verano pasado, la revista Foreign Policy tuvo acceso a un ordenador que opositores sirios encontraron en una posición de la que echaron a los yihadistas.

El ordenador pertenecía al joven tunecino Mohamed S., que estudió química y física antes de enrolarse en la yihad y que había elaborado un documento de 19 páginas sobre armas biológicas, de las que decía que su «ventaja es que son baratas y pueden causar un número enorme de víctimas».

Ahora todas las miradas apuntan al EI, pero desde el comienzo de la guerra apuntaron al régimen. Obama estuvo a punto de lanzar un ataque contra Bachar al Asad, tras la muerte de 1.429 personas el 21 de agosto del 2013, Putin evitó in extremis la operación militar al aceptar Siria poner todo su arsenal químico, unas 1.300 toneladas, en manos de la OPAQ.