Atentado en París: Por qué la yihad se arma en Bélgica

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

La ruta de las armas
La Voz

El corazón de la UE se ha convertido en el bazar europeo de terroristas y traficantes de armas

17 nov 2015 . Actualizado a las 09:03 h.

Mehdi Nemmouche asesinó a cuatro personas en el Museo Judío de Bruselas con un AK-47 en mayo del 2014. Los hermanos Kouachi asaltaron el pasado enero la sede de Charlie Hebdó empuñando rifles de asalto. El atacante del supermercado judío de París, Amedy Coulibaly, lo hizo con un CZ-58, y Ayoub El Kahzzani, intentó sin éxito una matanza en agosto a bordo de un Thalys con un AKM. Francia todavía investiga el origen de los rifles que utilizaron los yihadistas para acribillar a balazos a 132 personas el viernes y Bélgica cruza los dedos para no ser señalada de nuevo. No en vano, todas las investigaciones previas acaban apuntando a este país, que se ha convertido en el mayor centro de comercio ilegal de armas de Europa. Con apenas 11 millones de habitantes, en su territorio circulan 900.000 armas, un tercio de ellas sin registrar.

¿De dónde vienen los rifles?

El rastro lleva hacia oriente, pero no tan lejos como para cruzar el continente. Los países del bloque del Este y de los Balcanes son el surtidor de armas preferido por las redes criminales. Las mafias chechenas, albanokosovares y albanesas en la diáspora traen de Bulgaria, Albania, Montenegro, Kosovo y Bosnia buena parte de las armas que luego comercializan desde Bélgica. «Después de la desintegración de la antigua Yugoslavia y de las guerras en los Balcanes, mucha gente tuvo un acceso muy fácil a las armas de fuego», explica el experto del Instituto Flamenco de la Paz, Nils Duquet. Este fin de semana, de hecho, las autoridades alemanas detuvieron tras los atentados de París a un ciudadano montenegrino portando un arsenal ilegal en su coche.

¿Por qué se intercambian en Bélgica?

El país tiene una larga tradición en el negocio del tráfico de armas difícil de desmantelar. Está ubicado en el corazón de Europa, enclave perfecto para mover la mercancía que las mafias traen del este. Es pequeño, hace frontera con cuatro países, tiene salida al mar, canales que lo atraviesan y un intenso flujo comercial que hacer especialmente difícil seguir el rastro. Además el Estado tiene las competencias muy descentralizadas. El intercambio de información entre sus autoridades es mucho más lento. Se puede entrar y salir del territorio con mucha rapidez. No hay que olvidar que las armas transitan con total libertad entre fronteras aprovechando la libre circulación del espacio Schengen.

¿Cómo se adquieren las armas?

Los terroristas siguen diferentes cauces para hacerse con un rifle. Los yihadistas tienen contactos dentro de las mafias, a menudo cultivados durante estancias en prisión por delitos menores, y compran las armas directamente a los traficantes. Tal fue el caso de El Khazzani, quien adquirió su AKM muy cerca de la Estación Midi de Bruselas. En otras ocasiones, recurren a intermediarios. Coulibaly contactó con un belga que había adquirido un CZ-58 en una tienda eslovaca de armas. Los rifles están inutilizados, pero no siempre se llevan a cabo los procedimientos de forma estricta y resulta muy fácil rehabilitarlas cambiando algunas piezas como el cañón. Se trata de un fenómeno que en los últimos años se ha generalizado. Incluso han surgido expertos belgas en la restauración de armas que hacen negocio con estas actividades. El perfil no deja de sorprender. Se trata en algunos casos de jubilados que trabajaron durante años para grandes empresas dedicadas a la fabricación de armamento, como la FN Herstal. El pasado junio dos de ellos fueron arrestados en Lieja y Verviers. En los registros hallaron pistolas, fusiles y granadas ocultos en falsos techos.

¿Por qué es tan fácil comprarlas?

«Con 500 o 1.000 euros se puede obtener un arma militar en media hora», aseguraba a Reuters el experto del Itinera Institute, Bilal Benyaich. Y está en lo cierto. Los kalashnikov tienen una vida muy larga y pasan de mano en mano. De forma legal, un AK-47 como el de Nemmouche puede costar unos 412 euros. Tras restaurarlo y meterlo en circulación de forma ilegal, el precio se puede encarecer hasta los 2.000 euros. «Los precios son a pesar de todo muy bajos porque las redes criminales que trafican con armas en este país se dedican también a otras actividades que son más rentables como la prostitución y las drogas», explica Duquet.

Un fenómeno con tentáculos en toda Europa

«Es cierto que en Bruselas parece que hay un mercado negro que prospera con rapidez pero no creo que sea el único lugar donde se trafica con armas y fusiles», se defiende el ministro belga de Justicia, Koen Geens. La capital de Europa tiene dos caras muy diferentes. La más conocida es la que se muestra en las postales y las noticias. Una ciudad sumergida en la burbuja burocrática que envuelve a las instituciones comunitarias. La otra, oculta a los ojos del público, es la del submundo en la que se mueven los traficantes. Pero no es el único caso. Si las armas llegan hasta el corazón de la UE es porque no se han podido detectar en su origen o han fallado los controles nacionales. Duquet asegura que una de las principales ventajas con la que cuentan los traficantes es la falta de armonización de las normativas sobre armas que existe en estos momentos en Europa. Países como Francia, por ejemplo, son mucho más estrictos controlando quién puede acceder a un rifle y en qué condiciones. Pero otros países como España y Alemania son bastante más laxos. El proceso para inutilizar un arma en Eslovaquia, por ejemplo, es mucho más simple que en el país galo, lo que facilita su vuelta al mercado. «En este sentido, aunque el problema se extiende a otros socios de la UE, Bélgica carga con peor fama porque apenas controlaba el tráfico de armas hasta que introdujo una nueva ley en el 2006. Pero no es solo un problema belga. Tiene una dimensión europea», indica Duquet.