La UE asiste impotente a la muerte paulatina de la libre circulación

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

BULENT KILIC | Afp

Suecia se suma a los países miembros que han impuesto controles fronterizos para frenar el flujo de refugiados

13 nov 2015 . Actualizado a las 13:18 h.

Suecia ha sido el último socio en caer. Tras semanas de intenso trabajo tratando de aplacar la presión migratoria, Estocolmo bajó ayer los brazos y anunció la puesta en marcha de controles fronterizos temporales en los muelles donde atracan los ferris procedentes de Alemania y en el puente del estrecho de Sund que comunica con Dinamarca. No será por poco tiempo: «Diez días es muy poco. Los controles van a continuar mucho más», advirtió el director de Migraciones, Anders Danielsson. 

El país escandinavo, que recibió en estos dos últimos meses más de 80.000 solicitudes de asilo, se suma al grupo de países del espacio de libre circulación, Schengen, que han decidido limitar ese derecho por cuestiones de seguridad nacional. Hungría está blindada en todos sus flancos. Eslovenia construye una valla de 80 kilómetros en la frontera con Croacia y Zagreb amenaza con echarla abajo alegando que el terreno es suyo. Austria ha impuesto controles diarios para frenar la llegada de desplazados y Alemania, exhausta por la enorme afluencia de desplazados, quiere devolver a los refugiados a los países de llegada, donde deberían gestionar sus demandas de asilo, como establecen los acuerdos de Dublín.

«Salvar Schengen es una carrera contra el tiempo», aseguró ayer el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. El polaco advirtió de los peligros que entraña una gestión deficiente de la crisis migratoria: «Estamos bajo presión. No tengo dudas de que sin controles efectivos en nuestras fronteras exteriores, la normativa Schengen no sobrevivirá», declaró.

Un ritmo que lleva a 2012

No habrá solución posible sin solidaridad entre los países miembro, pero el proceso de reubicación de refugiados es desesperadamente lento y los esfuerzos de la UE por mantener vivo Schengen se van apagando: «No estoy en absoluto satisfecho. A este ritmo, nos llevará hasta el año 2101 reubicar a 160.000 personas», denunció ayer el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, desde La Valeta.

La capital maltesa acogió la segunda jornada de la cumbre de los líderes de la UE con más de una treintena de dignatarios africanos para buscar soluciones a la denominada «inmigración económica», que se suma a la presión migratoria de los desplazados procedentes de países de Oriente Medio por razones políticas. Se acordó en conjunto dar luz verde al Fondo Fiduciario de Emergencia para África, dotado de 1.800 millones de euros procedentes del presupuesto comunitario y 78 aportados por países de la UE, Suiza y Noruega. Lejos, en todo caso, de los 3.600 que había propuesto Bruselas. Los fondos se invertirán para atajar los problemas de la migración en origen, tal y como solicitaba España, en el desarrollo económico de las regiones más deprimidas, en la reintegración de los retornados, que podrán ser deportados a sus países sobre la base de la «voluntariedad» y en la lucha contra los traficantes. 

La principal puerta de entrada de los desplazados a Europa se encuentra en el Egeo, en las costas de la vecina Turquía. Ankara decide si la abre o la cierra, y por el momento, el Gobierno de Ahmet Davutoglu no ha querido poner obstáculos al flujo de migrantes en su frontera marítima con Grecia, por donde han entrado este año más de 540.000 personas.

Es comprensible si se tiene en cuenta que Turquía acoge a dos millones de desplazados en campos de refugiados desplegados en su territorio. Pero la UE quiere echar el pestillo. Tusk tiene la intención de convocar una cumbre bilateral con el país vecino a finales de este mes para tratar de convencer a su Gobierno de que contenga a los migrantes. ¿Con qué le piensan persuadir? Con un cheque de 3.000 millones de euros para cubrir a desembolsar por los próximos dos años.

El gobierno de Alexis Tsipras sufrió ayer su primera huelga general, convocada por los sindicatos contra las nuevas medidas de austeridad exigidas por los acreedores. Paradójicamente, el paro recibió el apoyo del partido del propio Tsipras, Syriza. Durante la jornada se produjeron algunos disturbios. Unos 150 jóvenes con barras de hierro y trozos de mármol atacaron comercios y lanzaron cócteles Molotov contra el Banco de Grecia. La policía recurrió a lanzar gases para dispersarlos. A KONSTANTINIDIS reuters

Ataque a una somalí embarazada

Tres alemanes menores de edad son sospechosos de haber asaltado, pateado y herido seriamente a una somalí solicitante de asilo en estado avanzado de embarazo. El ataque se produjo el miércoles por la tarde cerca de un centro de refugiados en Bad Belzig, unos 88 kilómetros al sur de Berlín. La joven de 21 años volvía de hacer compras en el supermercado cuando fue asaltada. Los jóvenes tiraron al suelo la bolsa de patatas que la somalí llevaba en la cabeza, la hicieron caer y la patearon cuando yacía en el suelo. La policía dio con la pista de dos chicos de 14 y 15 años y una chica de 14 años. El suceso coincide con un aumento de la presión sobre Merkel desde las filas de su propia formación. El ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, comparó ayer la llegada de refugiados con un alud de nieve. Le respondió su compañero de gabinete, el ministro de Justicia: «la gente necesitada no es una catástrofe natural»