El historiador y profesor Fernando Rosas es uno de los fundadores del Bloco de Esquerda, donde sigue militando
03 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Si las encuestas no se equivocan, en las urnas habrá mañana «una mayoría sociológica de izquierda, de oposición al Gobierno». Y si esto es así, «la solución normal para Portugal será encontrar una plataforma de gobierno» entre Partido Socialista (PS), Bloco de Esquerda (BE) y Coalición Democrática Unitaria (CDU). Así lo interpreta Fernando Rosas, expresidente del Instituto de Historia Contemporánea, profesor en la Universidade Nova de Lisboa y uno de los fundadores del BE, grupo en el que sigue militando.
Rosas destaca que el PS tiene «un campo de negociación, a la izquierda», que la coalición de derechas PSD-CDS no posee. «Y a pesar de todo, la derecha puede gobernar». Advierte que un ejecutivo de concentración (socialdemócratas y socialistas) sería para el PS «contradecir su propia campaña electoral», aunque tampoco el PS de António Costa lo tendrá fácil para pactar con el Bloco. Eso pasa por que los socialistas acepten las condiciones demandadas por el BE: «Admisión del principio de reestructuración de la deuda de Portugal y no aceptación del Tratado Orzamental Europeo (TOE) en los términos restrictivos que representa hoy».
La marcha atrás de Syriza en Grecia ha dejado lecciones claras a la izquierda lusa: «No hay hueco para las políticas antiausteridad en la Unión». Por eso, avanza Rosas, «la izquierda que quiere renegociar la deuda con Bruselas necesita un plan B para no ser incrustada en la pared como Syriza: hay que estar preparados minuciosamente para, si no hubiese otra alternativa, encarar incluso la salida de la UE, renunciando al euro».
Rosas abraza la teoría económica que el Bloco lleva exponiendo durante toda la campaña: «Es preciso dar tiempo a la economía portuguesa para respirar, porque un déficit obligatorio del 3 % anual no permite un crecimiento normal del país». En ese sentido considera «demagógico» que PS y la coalición aseguren que es viable «mantener la política de austeridad» y, al tiempo, bajar los impuestos y mejorar las pensiones.