La UE señala las líneas rojas al nuevo Tsipras

adolfo lorente BRUSELAS / COLPISA

INTERNACIONAL

Alexis Tsipras toma posesión como primer ministro.
Alexis Tsipras toma posesión como primer ministro. ALKIS KONSTANTINIDIS | AFP

Bruselas tuerce el gesto ante la coalición con la derecha nacionalista de ANEL

22 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Bruselas volverá a encontrarse frente a frente con Alexis Tsipras. Así estaba previsto y así lo confirmaron las urnas griegas el domingo. Que no ganase Syriza era un escenario que nadie veía en la capital comunitaria, pendiente eso sí de qué compañero de travesía iba a escoger Tsipras. Se quería un Gobierno de coalición fuerte, proeuropeo, prorrescate y donde estuvieran fuerzas como el Pasok o To Potami, e incluso Nueva Democracia. Pero no. Los nacionalistas conservadores de Griegos Independientes (ANEL) volverán al consejo de ministros y Bruselas torció el gesto. «Es preocupante que se alíe con un partido populista y de extrema derecha», recalcó el presidente del Parlamento Europeo, el socialdemócrata alemán Martin Schulz.

Solo el tiempo dirá si esta segunda parte será buena. Lo que sí se sabe es que será diferente. Primero, porque Tsipras ya ha pagado con creces la novatada y a buen seguro que vuelve a Bruselas con otro talante y formas diferentes. Fracasó de forma estrepitosa en su intento de enfrentarse de tú a tú con sus socios de la eurozona y ahora no tiene más alternativa que cambiar de estrategia e intentar remontar las dificultades convenciendo, eludiendo cualquier choque.

Ya no está Varufakis ni tampoco el ala más radical de Syriza, encarnada por el exministro Lafazanis. Ambos han quedado fuera de juego, como en su día sucedió con la oposición, a la que el primer ministro desactivó completamente, sumándola con el apoyo de la UE al polémico tercer rescate. La jugada no le ha podido salir más redonda. Ganar las elecciones después de convocar un referendo en el que defendió lo contrario que luego apoyó, y que provocó un corralito que aún sigue, tiene un enorme mérito. Además, ahora sí tiene las manos libres en su casa para poder maniobrar con el Eurogrupo dentro de los estrictos límites que él mismo pactó en agosto.

Las próximas semanas serán claves, como ayer el recordó el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, con quien habló durante la tarde. Le felicitó pero también le recordó «que no hay tiempo que perder porque hay mucho trabajo por delante». Un Juncker que durante su primer discurso sobre el Estado de la Unión celebrado hace dos semanas ya advirtió de que, «si esta vez las reglas acordadas en común no se respetan, la reacción de la UE y de la eurozona será diferente». «Su dedicación y liderazgo en la aplicación del programa de ajuste es crucial», dijo ayer el presidente del Consejo, Donald Tusk. Merkel llamó por telefóno para felicitar a Tsipras por su victoria pero el mensaje de Berlín va en la misma dirección. No tiene más tiempo que perder.

La batalla de la quita

El tercer rescate se eleva a 86.000 millones, de los que 23.000 (13.000 en metálico y el resto en bonos para la recapitalización bancaria) fueron transferidos tras el pacto de agosto. Dicho de otro modo, quedan 63.000 millones por prestar que no serán ni mucho menos un cheque en blanco. El dinero irá llegando una vez se certifique que las reformas exigidas han sido puestas en marcha. El próximo desembolso previsto es este mismo año y asciende a 3.000 millones. Para ello, será necesario que el nuevo Gobierno apruebe decenas de nuevas leyes sobre ajustes fiscales o en pensiones en las próximas semanas. Los cambios serán mínimos. «La columna vertebral del Memorando no variará, aunque siempre pueden darse ciertos cambios según se vayan realizando las revisiones», recalcan fuentes comunitarias tras remarca la que fue, es y será la gran línea roja: «Jamás habrá una quita de deuda nominal». Lo cual no quiere decir que se produzca un alivio considerable en el tema de los aplazamientos o en la rebaja de los tipos de interés. Es la gran batalla a la que se enfrenta el nuevo Tsipras.