«Fueron 4 minutos de baile espantoso»

José Seoane Domínguez SANTIAGO DE CHILE

INTERNACIONAL

Xavier Fonseca

«Las paredes se hicieron elásticas» en las alturas de un piso 14 en Santiago de Chile

18 sep 2015 . Actualizado a las 10:16 h.

El hilo del tiempo se rompió a las 19:54:28 hora local. Yo estaba en un piso 14 cuando las paredes se hicieron elásticas y los crujidos de los muebles señalaron la salida hacia el umbral de la puerta, que es el lugar más seguro para resguardarse del temblor según recomiendan los chilenos a cualquier extranjero que llega a su país. Fueron cuatro minutos de baile espantoso. Observas la energía liberándose a través del apartamento y hacia arriba: los edificios se contonean como árboles y conducen la fuerza hacia los últimos pisos para resistir. Las ventanas se abren, surge un ruido atronador, hay que agarrarse al quicio para no caer, abrir las piernas para aguantar el equilibrio, avisar a la familia y los amigos en los últimos momentos en que quizá sigan activas las redes inalámbricas, esperar.

Chile es el segundo país que más movimientos sísmicos registra del mundo, y está preparado para ello, a base de siglos de experiencia. Terremotos como el de Valdivia del 60, el de Lago Rapel del 85 o el de Concepción de 2010 les enseñaron mejor que nadie a responder y levantarse sin oírse, sin verse, caminando los crujidos.

Los portales, tras el temblor original, de magnitud 8,4, y la primera réplica, de 7,1, se llenaron de madres con bebés, de niños que esperaban en pijama, abrigados hasta las orejas en este fin del invierno. Había parejas en bata, matrimonios en zapatillas que conversaban, que aguantaban o esperaban la siguiente réplica o el coche que los llevase a otro lugar, a reunirse quizá con sus seres queridos o a otra vivienda más baja que se moviese menos en la noche. Muchos chilenos hablaban entre ellos, así, por primera vez, arrojados a la calle abundante. Muchos niños correteaban o preguntaban, al ver las puertas abiertas de los vecinos, si «podían ver su casa por dentro».

Las últimas noticias confirmadas por el ministro del Interior, Jorge Burgos, confirmaron 11 muertos: cinco por derrumbes o deslizamientos de rocas, tres debido a infartos y dos tras sufrir el golpe del tsunami. El Gobierno actuó veloz, evacuando a un millón de personas que se encontraban en las zonas costeras para prevenir pérdidas humanas por la masa de agua que arremetió las orillas tiempo después, y que dejó cuantiosos daños materiales. El área del epicentro se declaró zona catastrófica. Las alertas se extendieron a Perú, Ecuador y Hawái. En todo el país, las réplicas siguieron durante la noche y todo el día de ayer.

Santiago amaneció, sin embargo, para retomar el hilo del tiempo. La ciudad aguanta y continúan los santiaguinos sus quehaceres. La noche quebró a las 19:54:28, y por cuatro minutos la espera se hizo interminable. El pueblo chileno se levantó dolorido pero sigue hacia el futuro; ejemplo admirable de respuesta y tesón, en todo el país se multiplican las banderas.