Cientos de cadáveres después, Bruselas y las países de la UE siguen sin asumir su responsabilidad en la crisis migratoria más grave desde la Segunda Guerra Mundial. Día tras día se baten récords de llegadas (323.000, según el último recuento de la OIM) y de horror, y los líderes europeos siguen aún devanándose los sesos sobre cómo responder a la crisis sin que su reacción chirríe. Cómo pasar la patata caliente al siguiente país de la ruta de los desesperados. Cómo justificar su negativa a acoger a la cuota de solicitantes de asilo asignada por Bruselas. Cómo jugar con los términos refugiado o inmigrante. Cómo frenar a los huyen de la guerra y la persecución con vallas y alambradas. Toda una ilusión de seguridad. Un intento vano para hacer cambiar de idea al que prefiere morir en su intento de llegar a Europa -poniéndose en manos de los traficantes sin escrúpulos- que morir bajo las bombas.
Cómo seguir retrasando una respuesta humanitaria a los solicitantes de asilo que llaman a sus puertas desde hace meses. O es que se acaban de dar cuenta de que Siria e Irak lleva años desangrándose por la guerra y la barbarie del Estado Islámico, que Afganistán está a merced de los talibanes y que África. ¿Dónde está la Europa de los valores y el progreso?