Las contradicciones de Tsipras desconciertan a los socios de la UE

Cristina Porteiro
C. Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

LOUISA GOULIAMAKI | AFP

Pide votar no pese a anunciar que aceptaría las condiciones de la troika

02 jul 2015 . Actualizado a las 09:07 h.

¿Por qué Tsipras acepta el grueso de la propuesta de la troika un día después de que expire el programa de rescate y, horas más tarde, pide a los griegos que voten no a esas mismas demandas en el referendo del domingo? Las maniobras del líder de Syriza en los últimos días han sido impredecibles. Han desconcertado a sus socios europeos, pero también a su propio Gobierno, donde una facción reducida de moderados se inclina por cerrar el pacto con los acreedores y otra más amplia apoya la ruptura.

Atrapado en el medio de los dos bandos, Tsipras optó ayer por reafirmarse en su posición y pedir al pueblo griego que vote de forma masiva por el no. No a la propuesta última de los acreedores, la misma que enmendó para poder extender la prórroga del rescate, con el argumento de que es un «paso decisivo hacia un acuerdo mejor», según aseguró en un mensaje televisado en el que también prometió que el corralito es temporal y que los ahorros de los ciudadanos están garantizados..

¿Cree realmente el griego en sus posibilidades? Una cosa es que desee que se lleve adelante la consulta y otra que haya jugado bien sus cartas. La maniobra se percibe en Bruselas como un auténtico tiro en el pie del propio Tsipras. Lejos de aumentar la presión sobre sus socios para lograr concesiones, la consulta se ha convertido en una soga para él. La Comisión Europea le pidió con insistencia que reconsiderase su decisión. «El referendo no es válido porque se vota sobre unas condiciones de programa que ya ha vencido. Es una señal política que va a lanzar el pueblo griego a Europa. Estamos dispuestos a encontrar una solución», manifestaba ayer el vicepresidente del Ejecutivo comunitario, Valdis Dombrovskis, horas antes de que Tsipras anunciase la decisión irrevocable de celebrar el referendo.

Pero el líder griego quiere evitar a toda costa un paso atrás que pueda ser interpretado por su partido y por los ciudadanos como una capitulación y una traición al programa electoral con el que fue elegido. ¿La alternativa? Cerrar los ojos, pisar el acelerador y cruzar los dedos para que los socios cedan después de la consulta.

Alemania ya ha dicho alto y claro que no quiere negociaciones sobre un tercer rescate hasta que se celebre el referendo. ¿Por qué este repentino interés en aplazar las negociaciones cuando hace poco eran los primeros en exigir mayor concreción?

Si los griegos dan el sí, la campaña de Tsipras habrá fracasado. Desprovisto de legitimidad y humillado, podría plantearse la dimisión. Si sale el no, el Gobierno tendría que debatir seriamente si empuja a Grecia a la puerta de salida del euro o se retira para evitar ese escenario. Aunque los ciudadanos apoyen su postura, las negociaciones posteriores sobre el tercer rescate pueden traer consigo condiciones todavía más duras y no está claro, como advirtió ayer el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, que estén dispuestos a seguir colaborando con en el actual primer ministro. «¿Cómo podemos creer que un Gobierno que ha alentado a la gente a rechazar el programa vaya a ponerlo en marcha?» se preguntó.

El Consejo de Europa afirma que la consulta no se ajusta a sus estándares

El Consejo de Europa se sumó ayer a la lista de detractores que cuestionan la celebración del referendo. El organismo de Estrasburgo entiende que existen dudas sobre la validez de la consulta al no ajustarse a los estándares de la organización. La precipitación y falta de tiempo para convocar la cita es el primero de los tres puntos críticos que observa. «Los votantes deberían disponer de las cuestiones que se someten a referendo al menos dos semanas antes, algo que no se cumple», aclaró un portavoz que también criticó la falta de claridad y precisión a la hora de formular la pregunta. «Las cuestiones de un referendo deben ser claras y comprensibles». Otra deficiencia que advierten es que el escaso margen de tiempo con el que se ha convocado no permite el despliegue de observadores internacionales, como suele ser habitual y lo recomendado en estos casos.

Desde que el primer ministro griego anunció la convocatoria del referendo se han multiplicado las dudas sobre cómo pondrá en marcha la consulta. Las cuestiones logísticas pueden poner en riesgo la validez de los resultados. Algunos expertos cuestionan que el Gobierno disponga a tiempo de los recursos necesarios para garantizar que todos los ciudadanos puedan votar, especialmente aquellos que viven en zonas alejadas de difícil acceso. A esto hay que añadir la cuestión de su constitucionalidad. El Supremo griego decidirá mañana sobre un recurso de anticonstitucionalidad presentado por dos ciudadanos que entienden que la Carta Magna impide consultas sobre temas que afectan a temas fiscales.

ODD ANDERSEN

Europa interrumpe la negociación con Grecia hasta que se celebre el referendo

Eurogrupos por teleconferencia un día sí y un día no, propuestas enviadas deliberadamente a destiempo y referendos improvisados, sin planificación ni recursos. Así se está fraguando estos días el futuro inmediato de Grecia. El último revés en este viaje hacia el abismo, que ha alejado más si cabe la posibilidad de un acuerdo, lo dieron ayer los ministros de Finanzas del euro. Tras una breve deliberación decidieron rechazar la última solicitud que el primer ministro griego, Alexis Tsipras, envió por carta a los responsables de la troika aceptando la propuesta que le pusieron encima de la mesa el pasado fin de semana. «La República Helénica está preparada para aceptar el acuerdo del 28 de junio, sujeto a las siguientes enmiendas, incorporaciones o aclaraciones», afirmaba la inesperada misiva.

Esas diferencias son minúsculas. El Gobierno de Syriza exigía que se mantuviese el descuento especial del 30% a las islas, una eliminación más lenta de la ayuda solidaria a las pensiones más bajas a finales del año 2019 y empezar a aplicar las medidas para alargar la edad de jubilación a los 67 años para el año 2022 a partir del mes de octubre en lugar de julio, como estaba previsto. ¿Por qué no se aceptó ? Porque la solicitud llegó demasiado tarde. «No hay lugar para una extensión. Desafortunadamente el programa expiró la pasada noche», aclaró el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem.

Tampoco se abrió camino a la negociación del tercer rescate de dos años por valor de 29.100 millones que solicitó Tsipras el martes por la noche. Los ministros esperaron pacientemente a que el griego enviase una señal política positiva sobre el referendo. Pero la señal fue la equivocada. En lugar de desconvocar la consulta o anunciar que haría campaña por el sí a las propuestas que él mismo decía estar dispuesto a aceptar, el líder de Syriza pidió alto y claro a los ciudadanos que votasen el domingo en contra. Si no fuera suficiente, su ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, colgaba en su blog un catálogo de razones para rechazar en las urnas lo que su Gobierno suscribía en los papeles.

«Llegados a este punto no vemos que haya lugar para más conversaciones en los próximos días ni a nivel del Eurogrupo ni entre las autoridades griegas y las instituciones», aseguró Dijsselbloem, quien reconoció que esperarán al resultado de la consulta para decidir si negocian. Para el ministro de Finanzas belga, Johan Van Overtveldt, este último contacto puso de relieve la «mezcla de enfado y decepción» que embarga las conversaciones.

Ahora queda por saber qué, quién y cómo se negociará a partir del lunes. Grecia necesita ayuda fresca. Ya ha declarado el impago de 1.600 millones de euros al FMI el pasado martes a medianoche pero lo peor está por llegar. El próximo 13 de julio el organismo comandado por Christine Lagarde le exigirá el pago de otra factura de 451 millones de euros. El 20 de julio será el turno del BCE. Ni más ni menos que 3.491 millones de euros que Atenas no tiene. Hay que sumarle los vencimientos de deuda y la necesidad que tendrá el Estado de seguir financiándose para poder pagar salarios y pensiones.

¿Serán igual de duras las negociaciones? Eso parece. Atenas exige que se lleve a cabo una quita de su deuda (180% del PIB) y que no participe el FMI. La canciller alemana, Angela Merkel, dejó ayer claro que el organismo multinacional «tendrá que ser parte de cualquier acuerdo».

Bruselas cree que aún se puede llegar a tiempo al 20 de julio pero, aunque se forje un acuerdo, enderezar las finanzas griegas tras un corralito como el que se está viviendo será «mucho más problemático». Los ojos que más temen el Grexit están puestos en la consulta del domingo. Alemania trata de aplacar el nerviosismo por lo que pueda pasar. «La eurozona no está en peligro. Ahora somos fuertes. Hay otros 18 socios que no se tienen que preocupar por el contagio debido a las turbulencias griegas. Europa es robusta», aseguró Merkel.

Diferencias entre Berlín y París

La voz de François Hollande volvió a emerger ayer en medio del coro de declaraciones que estos días salpica la crisis griega. Fue para desmarcarse de la gestión que se ha hecho de este último capítulo de las negociaciones con Atenas poniendo de relieve la distancia que separa a París y a Berlín. «Debo ser claro. Hay que alcanzar un acuerdo ahora mismo», declaró el líder galo antes de pedir responsabilidad a sus socios europeos. «No es momento de vetos o declaraciones intransigentes. Es nuestro deber mantener a Grecia en la zona euro. Eso depende de Grecia, pero también de nosotros», aclaró. En Berlín la melodía sonaba distinta. Primero la canciller Angela Merkel, y su ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble después, enviaron un mensaje claro a Tsipras. No habrá negociaciones hasta que se celebre el referendo. Una manera nada sutil de forzar la marcha atrás del griego, agobiado por el escaso tiempo que le queda para cerrar un acuerdo que le permita pagar las facturas de julio.