Ignacio Molina: «Si Grecia se empeña en imponer su visión, no puede haber rendición»

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente MADRID / LA VOZ

INTERNACIONAL

«Con este órdago, estamos viendo al Tsipras maximalista y radical», afirma el investigador principal del Real Instituto Elcano

30 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Investigador principal del Real Instituto Elcano y profesor de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid, Ignacio Molina es especialista en la UE, con especial atención al impacto de la crisis del euro en el proceso de integración, y gran conocedor de la política griega.

-¿Por qué ha lanzado Tsipras el órdago del referendo? ¿Qué pretende?

-Pienso que es una muy mala estrategia, lo que pretende es una especie de sí o no a Europa. Pero no sabemos muy bien cuáles son sus intenciones. Hay tres hipótesis, que quiera liderar el ala más radical de Syriza, para lo que necesita el respaldo del pueblo griego para plantear en Europa una posición casi de rebeldía. Otra es el Tsipras negociador, que piensa que si gana el no tiene más margen para ablandar a los demás Estados y conseguir un acuerdo mejor. La tercera explicación es que haya hecho una apuesta extrema para de aquí al domingo mejorar su posición negociadora y, en su caso, desconvocar el referendo. Son las tres opciones, no sabemos si es un negociador, un radical o un reformista que necesita el mandato del referendo.

-¿Con qué hipótesis se queda?

-Todo hemos querido ver hasta ahora al Tsipras negociador que quería tener autonomía respecto a los más radicales de Syriza, un líder pragmático que consigue parte de lo que pretende, pero no todo, porque el maximalismo del todo o nada está condenado a perder. No sabemos qué Alexis Tsipras se acabará imponiendo, pero con su órdago estamos viendo al maximalista y radical.

-¿Qué pasaría si gana el sí a la propuesta de Bruselas?

-Si gana el no provocaría el caos de gestionarlo, pero si sale el sí sería una desautorización de Tsipras como primer ministro, le tocaría dimitir y convocar elecciones. Por eso, digo que estamos viendo al Tsipras radical, porque convocar un referendo y pedir el no es lo que exaspera más a los líderes europeos.

-Usted asegura que Tsipras plantea un sí o un no a Europa. ¿A Europa o al euro?

-Es una pregunta de difícil respuesta porque realmente el tratado no plantea la posibilidad de que un Estado pueda salir del euro sin salir de la UE. Es muy complicado, no necesariamente imposible. Tal vez la posición del Gobierno de Grecia podría ser una salida temporal del euro que le permita hacer una cierta reestructuración de la deuda, una forma eufemística de llamar al impago, y mantenerse en la UE, porque el desastre mayor para Grecia sería salirse del euro y de la UE. Sobre todo de la UE.

-Pero sería también un fracaso del proyecto europeo.

-Sí, sería un desastre que habría que evitar en la medida de lo posible. Creo que aún estamos lejos de ese escenario. Sería la primera vez en la historia de la integración que una pieza relativamente importante se separara del proyecto común, lo que supondría una pérdida de credibilidad, tanto de la moneda en concreto como de la capacidad de la UE de digerir y gestionar sus propios problemas internos. Algunos dicen que si ese eslabón tan débil y frágil de la cadena del euro se quitara el resto de la misma sería más sólida. Yo no comparto esa posición. Su salida traería más cosas malas que buenas. Pero que se quede a toda costa tampoco puede ser. Si Atenas se empeña en no negociar, en tratar de imponer su visión, por muy respetable que pueda ser, frente a los otros 18 estados de la eurozona y los otros 27 de la UE, no puede haber rendición porque sería muy negativo. Aún sigo teniendo esperanzas de que haya un acercamiento antes del referendo o que triunfe el sí.

«La existencia de Podemos perjudica a Syriza»

«Tsipras ha pasado de hablar de porcentajes del IVA a plantear un órdago, el sí o el no a Europa, porque al final el referendo se convierte en un sí o un no a Europa, como ya se está viendo en Grecia», asegura el investigador Ignacio Molina.

-¿Por qué se produjo la ruptura?

-El núcleo de la discrepancia han sido las pensiones. Por un lado, los pensionistas son votantes, pero también funcionan como una especie de Estado de bienestar que atiende con su dinero esa gran bolsa de desempleo y pobreza que hay en Grecia. Además, hay intereses corporativos, profesiones que han negociado beneficios espectaculares, como jubilarse a los 50 años, que son fuertes y se resisten a que la edad de retirarse suba progresivamente hasta los 67 años, como plantea la troika. Pero la discrepancia no parece suficiente razón para que Tsipras dijera que no y se levantara de la mesa. Si hubiera seguido negociando al final podría haber planteado el referendo, que no es mala idea siempre y cuando el Gobierno pidiera el sí. El no es absurdo porque es un no a Europa.

-¿Cree que algunos gobiernos europeos, como el español, han sido demasiado inflexibles con Grecia para frenar el efecto Podemos?

-Durante estos meses eso ha planeado sobre las negociaciones, no me cabe duda. En enero ya dije que la victoria de Syriza era una mala noticia para Podemos y la existencia de Podemos era una mala noticia para Syriza. Para Podemos, porque hay cierto efecto demostración de lo que puede pasar si su partido hermano llega al poder, turbulencias, cierto amateurismo, subida de la prima de riesgo, deterioro económico, malas relaciones con el resto de Europa. Todo esto le perjudica. Pero la existencia de Podemos perjudica a Syriza. Los gobernantes europeos habrían podido ser más flexibles porque Grecia es un país que solo representa el 2 % del PIB, pero eso habría significado que Syriza se apuntara la victoria, lo que enviaría una señal fortísima a los procesos electorales de España, Portugal o Irlanda de que los partidos proeuropeos griegos, Nueva Democracia y el PASOK, negociaron peor que un partido más radical. Como efecto preventivo se ha sido inflexible con Grecia para no sentar ese precedente. Pero no creo que el elemento Podemos haya influido demasiado en estas dos últimas semanas, pero sí de forma general en los últimos meses.