Merkel no descarta cambios en los tratados UE para evitar el Brexit

Úrsula Moreno BERLÍN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

HANNIBAL HANSCHKE

Su afinidad con Cameron le lleva a mostrarse receptiva a sus propuestas

30 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace tiempo que Angela Merkel profesa mayor afinidad política con el mundo anglosajón que con sus vecinos galos. Ayer volvió a quedar claro con la visita del recién reelecto David Cameron a Berlín. Sorprendentemente la canciller alemana se mostró receptiva a la hora de reformar los tratados europeos, si con ello el Reino Unido se mantiene dentro de la Unión Europea. Al menos en la capital alemana Cameron chocó con menor escepticismo que en La Haya, París y Varsovia, que visitó previamente en su ofensiva diplomática para defender un paquete de reformas de la UE que facilitaría la permanencia de Londres ante el referendo que ha prometido a sus votantes a más tardar en el 2017.

Tanto Cameron como Merkel tienen intereses comunes, no solo en materia comercial, sino a la hora de frenar el flujo migratorio a sus países. «La mayor preocupación de nuestros ciudadanos -dijo Cameron- es la entrada de inmigrantes de países comunitarios en busca de beneficios sociales británicos». Son palabras que no puede repetir al pie de la letra la canciller, pero que seguro que pasan por su mente.

Eso sumado a su preocupación de que en el 2017 los británicos se decidan realmente por un Brexit, como se conoce la salida de Gran Bretaña de la UE, le llevaron a no cerrar la puerta a las propuestas de Cameron y asegurar que «un cambio de los tratados no es completamente imposible, aunque todos conocemos las dificultades a la hora de transformarlos».

El premier británico apenas pasó una hora en Berlín explicando las promesas hechas a sus ciudadanos, que se resumen en un traspaso de competencias de Bruselas a los respectivos países miembros. Para ello sería necesario reformar los tratados europeos. «Donde hay una intención, también hay un camino», respondió Merkel. Cameron por su parte confió en que sus socios europeos «muestren flexibilidad».

La que podía haber sido la etapa más difícil de su gira, Berlín, fue finalmente más fácil que Varsovia, donde por la mañana escuchó un tajante rechazo por parte del ministro polaco de Asuntos Europeos, Rafal Trzaskowski: «Cambios en los tratados o la implementación de regulaciones discriminatorias son líneas rojas para Polonia». «Si todos los países llegan con deseos especiales, sería el fin de la construcción europea», advirtió.

Angela Merkel por el contrario hablaba ayer de «acompañar de forma constructiva el proceso que recorrerá el Reino Unido hasta el referendo». Aunque tampoco debería sorprender a estas alturas esta canciller, a la que no le cuesta nada tomarse en serio los deseos de Cameron. Habrá que ver si se traduce finalmente en hechos. Lo que está claro es que Londres y Berlín comparten una postura común frente a principios como austeridad, libre mercado y libre comercio. De ahí que el primer ministro británico recogiera como un guante las palabras de Merkel: «No hay una solución mágica ni rápida, pero si hay voluntad, también se encuentra un camino».