Los supervivientes al terremoto en Nepal se preparan para el monzón

La Voz AGENCIAS

INTERNACIONAL

Un niño sale por la ventana de su casa en Katmandú.
Un niño sale por la ventana de su casa en Katmandú. NAVESH CHITRAKAR | Reuters

Un mes después de la catástrofe que terminó con la vida de más de 8.600 personas,  los damnificados esperan rehacer sus vidas mientras que la ONU ha mostrado su decepción por la escasa respuesta internacional

25 may 2015 . Actualizado a las 17:09 h.

Miles de personas que perdieron su hogar por el terremoto de magnitud 7,8 que sacudió Nepal el pasado 25 de abril y que aún permanecen en tiendas de campaña provisionales se están preparando para afrontar la próxima temporada de monzones. «Hemos estado viviendo bajo lonas impermeabilizadas desde el terremoto», dice Manbhadur Tamang, quien estaba trabajando en los campos en los alrededores de Ramkot, un pequeño pueblo próximo a Katmandú, cuando sobrevino el sismo, que dejó más de 8.000 muertos en todo Nepal.

«Esta es la casa que heredamos de nuestro padre y que ha desaparecido», relata Tamang al señalar un amasijo de piedras aplastadas, un muro de barro y pilares de madera. Su hermano y cuñada murieron pero su bebé de un año fue sacado con vida de entre los escombros de la casa horas después de ocurrir el terremoto.

Las estimaciones del número de edificios destruidos el 25 de abril fluctúan entre la cifra de 160.000 casas y 1.383 escuelas facilitada por Naciones Unidas y las más de 300.000 casas calculadas por el gobierno. El Ejecutivo había prometido entregar a cada familia sin techo 15.000 rupias (150 dólares/135 euros) para que pudiera comprar chapas onduladas para protegerse del mal tiempo, pero mucha gente sigue esperando a que llegue el dinero. Rajendra Kumar Basnet, un vecino del pueblo de Salu, en el distrito de Ramechhap, explica que por esta razón ha comenzado a construir por su cuenta un refugio temporal.

Según el periódico Kathmandu Post, otras 251 familias del mismo pueblo no han recibido ninguna ayuda del gobierno y siguen instaladas en tiendas de campaña. «Durante el día hace demasiado calor bajo las chapas, por lo que buscamos abrigo bajo los árboles y regresamos por la noche», relata una madre que vive con su hijo de un año en un espacio abierto en el centro de Katmandú. El niño se fracturó un brazo cuando la casa se derrumbó.

Según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), unos 70.000 niños menores de cinco años corren riesgo de sufrir malnutrición y 1,7 millones de niños en los 24 distritos afectados por el sismo necesitan urgentemente ayuda humanitaria. «Ya estamos viendo a niños con dolencias crónicas como infecciones respiratorias agudas causadas por el polvo de los escombros en las ciudades y los pueblos», dice Tomoo Hozumi, representante de Unicef en Nepal. «Esta no es una solución sostenible», opina la cooperante internacional Johanna Mitscherlich. «Dentro de dos o tres semanas comenzará el monzón, por lo que la gente necesitará algo más sustancial que refugios de plástico y bambú», advierte Mitscherlich, quien trabaja para la organización humanitaria Care.

Care y otras organizaciones se han adelantado al gobierno nepalí al repartir chapas de metal corrugado, que se pueden usar rápidamente para armar refugios contra las lluvias y que más tarde se pueden aprovechar para construir casas durante la temporada seca.

Los supervivientes esperan rehacer sus vidas

Cobijado en un monasterio budista de Katmandú, Nima Lama agarra su rosario y recuerda a su familia perdida en la avalancha de rocas y hielo provocada por el terremoto de hace un mes. Su mujer y sus padres figuran entre los cientos de víctimas de una enorme avalancha que arrasó el valle de Langtang, un lugar muy visitado por los aficionados al senderismo, tras el terremoto de magnitud 7,8 ocurrido el 25 de abril. 

«Fue como si hubiera explotado una bomba. Me refugié detrás de una roca mientras por el lado caían piedras», recuerda este guía de 35 años, mientras los monjes entonan oraciones para los difuntos.La avalancha destruyó el acceso al circuito de senderismo de Langtang, que daba trabajo a cientos de habitantes de la zona. Los dos cafés construidos por Lama también fueron arrasados. El valle, conocido por su belleza, se convirtió en un cementerio y el pueblo de Langtang quedó enterrado bajo las piedras y el hielo.

Lama se unió a los soldados y a los otros habitantes para remover los escombros en busca de supervivientes y de víctimas. Más de 500 personas de los pueblos aledaños tuvieron que ser evacuadas. «Fue como si alguien lo barriera todo con una escoba. Cuando caminaba no podía decir dónde estaba, todo había sido enterrado», dijo Lama, que sobrevivió porque estaba en una aldea cercana el día del seísmo.

Los riesgos de deslizamientos de terreno tras las réplicas obligaron a miles de supervivientes a abandonar sus casas. Lama, qui vive junto a otros habitantes del pueblo en un centro de refugiados en la capital del país, no puede volver, mientras las autoridades no descarten el riesgo de otras avalanchas.

El coordinador humanitario de la ONU para Nepal, Jamie McGoldrick, advirtió que el tiempo está contado para entregar ayuda a los supervivientes antes de la llegada del monzón. Los expertos temen que la destrucción de las cosechas, de los sistemas de irrigación y la muerte del ganado puedan provocar una escalada de los precios de los alimentos. «Con la llegada del monzón, es probable que se rompan las cadenas de aprovisionamiento debido a los deslizamientos de terreno», informó en su blog el Banco Asiático de Desarrollo (BAD).

Según Chandan Sapkota, economista del BAD en Nepal, el crecimiento podría caer a 3,8%, frente al 5,2% de 2014, debido a la caída de la producción agrícola y la menor llegada de turistas.

Nepal, donde el presupuesto anual es de 6.400 millones de dólares, necesitará recibir asistencia durante un tiempo largo, estima McGoldrick. Para los supervivientes como Lama, esta ayuda es crucial. «Todos somos una voz, queremos volver a nuestra aldea. Pero ya no tenemos nada y no podemos efectuar solos la reconstrucción», explica.

La ONU, decepcionada con la respuesta internacional

La respuesta de la comunidad internacional ante los devastadores terremotos en Nepal ha sido decepcionante, según ha reconocido este lunes un responsable de la ONU, que ha incidido en que los donantes se han centrado más en la reconstrucción que en la necesaria ayuda alimentaria y de cobijo.

«Estoy decepcionado en el sentido de que hubo una respuesta tan impresionante en términos de búsqueda y rescate -todos los equipos que vinieron a hacer el trabajo, lo hicieorn de forma impresionante- y quizá pensaron que el trabajo estaba hecho», ha afirmado el coordinador residente de la ONU en Nepal, Jamie McGoldrick.

«Ahora de lo que se habla es de reconstrucción, pero estamos intentando recordar a la gente que entre la búsqueda y el rescate y la recuperación, hay una fase llamada de asistencia y no podemos olvidarnos de eso», ha señalado a Thomson Reuters Foundation por teléfono desde Katmandú.

En las semanas posteriores al terremoto, decenas de organizaciones internacionales y gobiernos se apresuraron a enviar equipos de búsqueda y rescate, médicos y material de emergencia al país. La ONU pidió 423 millones de dólares para ser capaz de atender a hasta dos millones de supervivientes ofreciéndoles tiendas de campaña o coberturas de plástico, raciones alimentarias, agua potable y aseos para los próximos tres meses.

A fecha de este lunes, el Sistema de Seguimiento Fiscal de la ONU indicaba que 92,4 millones de dólares han sido recaudados, el 22 por ciento de los fondos requeridos.

Según McGoldrick, la lenta respuesta se debe en parte a la fatiga de los donantes, ya que los gobiernos tienen decantarse entre las múltiples crisis humanitarias que hay en la actualidad, como Siria o Yemen por ejemplo.

Los donantes tradicionales de Nepal también estaban más centrados en el «desarrollo» y probablemente están manteniendo sus fondos para la reconstrucción a largo plazo y los proyectos de recuperación, ha añadido.

Pero el responsable de la ONU ha advertido de que solo hay una pequeña ventana de oportunidad para comprar y hacer llegar suministros de ayuda a los supervivientes en las aldeas remotas en la montaña antes de la llegada del monzón, que azotará al país entre junio y septiembre.

Las fuertes lluvias en zonas que resultaron dañadas por los terremotos «complicarían los esfuerzos de ayuda aún más» ya que desencadenarán más corrimientos de tierra y bloquearán carreteras, dificultando el reparto de ayuda por camión, ha advertido.

«Eso solo nos da una ventana limitada para conseguir que el máximo de los suministros necesarios llegue a las zonas más remotas, donde algunas personas se han visto gravemente afectadas por los terremotos», ha subrayado McGoldrick. «Tenemos que asegurarnos de que hay materiales suficientes: cobijo, mantas, alimentos, agua y saneamiento», ha remachado.