Italia ya no sabe dónde meter a los que consiguen llegar

María signo ROMA / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

ALBERTO PIZZOLI | AFP

80.000 personas vivían en los centros de acogida antes de la actual oleada

23 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Seguirán llegando mientras el tiempo sea bueno. Es abril y las llegadas se contabilizan por miles. Italia ya no sabe dónde ubicara a tantos inmigrantes. Los centros de acogida están saturados en el sur y la tensión en ellos es alta. Lo que pasará en verano preocupa, ya que temen que la situación se les vaya de las manos.

Muchos de los centros están en manos de organizaciones o cooperativas sociales. Allí se registra a los que llegan y se les da atención médica. Las autoridades solo consiguen controlar los centros de menores. Los carabineros arrestaron ayer a un nigeriano de 35 años acusado de secuestro y amenazas por haber encerrado al responsable del centro de Borguetto (Palermo). Exigía el permiso de residencia y la tarjeta sanitaria que lleva esperando desde marzo del 2014.

La estancia media en los centros de acogida es de nueve meses hasta que se decide sobre su situación: estatus de asilado, permiso de estancia humanitaria o procedimiento de expulsión. Pero la realidad es que muchos llevan años esperando. Italia alberga a más de 80.000 personas en espera de una decisión, según estadísticas oficiales anteriores a la oleada de llegadas de abril.

«No tienen intención de pedir asilo en Sicilia y muchos nos piden que les llevemos a la estación», explican los encargados de un centro. Los más afortunados tienen un contacto en el norte de Europa y muchos escapan.

Todos los que llegan a los centros cuentan la misma historia. Un duro y difícil viaje desde el África subsahariana, la travesía por un desierto en el que «la arena entraba por las orejas y por la nariz», cómo cuenta Omar, uno de los tres menores que se salvaron del naufragio del domingo en el que perdieron la vida más 800 personas. A sus 17 años este somalí atravesó Etiopía, Sudán y Libia junto con su hermana Sarha, a la que perdió de vista. Su amigo Abdirizak pagó dos mil dólares para llegar a Italia pero su intención es otra: «Tengo un primo en Noruega. Quiero llegar a allí». «¿Miedo a la muerte en el mar? En mi país el riesgo de perder la vida era mucho mayor», dice.

Para muchos el infierno está en Libia. Nasir viene de Bangladés y hace dos años llegó a Trípoli en avión. Allí trabajó como mecánico hasta que la guerra le hizo pensar en Europa. En su intento por encontrar un pasaje cayó en manos de las mafias que controlan el tráfico: «Nos metieron en una nave industrial. Éramos muchísimos, unos 1.500. Dormíamos en el suelo». Todos temen más lo que han dejado atrás que el viaje.

Mientras en Sicilia unos se vuelcan con los inmigrantes, otros temen que esta situación afecte al turismo. Alcaldes de pequeños ayuntamientos se quejan de las pocas ayudas y apoyo que llegan de Roma o del Gobierno regional.

De «Vacaciones en Italia»

La solidaridad que el sur de Italia está demostrando con los inmigrantes contrasta con la postura de muchos alcaldes del norte. El teniente alcalde de Luino, Alessandro Casali, de la Liga Norte, se ha llevado la palma con la publicación en Facebook de un cartel con el título Mateo Renzi presenta: Vacaciones en Italia, en el que se ve una patera con inmigrantes que saludan. Junto e ellos un texto: «35 euros al día, alojamiento y comida, recarga telefónica y cigarrillos». Alude a los 35 euros que el Estado da a los centros por cada inmigrante.

La Liga Norte está utilizando el problema de la inmigración para calentar la campaña electoral a las municipales y regionales parciales de mayo. Su secretario Matteo Salvini, partidario de un ataque a Libia y del bloqueo naval, fue acusado ayer por Matteo Renzi de hacer una política populista.

Cada vez llegan más niños solos

Save the Children y Médicos sin Fronteras están alertando de que cada vez son más los niños que cruzan solos el Mediterráneo. Las dos oenegés consideran que son los más vulnerables y necesitan más apoyo. «Llegan exhaustos y traumatizados por todo lo que han vivido, no solo en la travesía por mar sino durante sus largos y peligrosos viajes por tierra», señalo la cooperante Gemma Parkin en Sicilia. El buque «Bettica» desembarcó ayer 59 niños en Augusta.