Los Gobiernos de coalición mandan en la Unión Europea

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

FABRIZIO BENSCH | REUTERS

La abstención y la fragmentación del voto obliga a las grandes formaciones a tejer difíciles asociaciones políticas

19 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Los expertos no dudan de que la pérdida de confianza en las instituciones tradicionales e importantes cambios sociales han dinamitado el mapa político de una Europa donde la mayoría de los Gobiernos son de coalición. Nuevos partidos, populistas y radicales, han irrumpido para acoger el descontento de una amplia parte de la ciudadanía, decepcionada con la gestión de la crisis y la descomposición del sistema. La izquierda radical de Syriza lo hizo en Grecia y hoy gobierna de la mano de los ultranacionalistas Griegos Independientes. Otros países podrían seguir su estela en un año plagado de elecciones.

Los sondeos apuntan en una dirección: los grandes partidos necesitarán amplios consensos para seguir gobernando. Y así surgen muchas voces que alertan de la inestabilidad que las alianzas multipartitas pueden traer y abogan por la creación de grandes coaliciones que alejen a los recién llegados. Siguiendo el modelo de Alemania o el de la Unión Europea, donde conservadores y socialdemócratas han unido fuerzas para hacer frente a la crisis.

En Grecia se constató la primera derrota de los partidos de la vieja guardia y toda Europa asiste ahora expectante a la evolución de España, donde formaciones como Podemos o Ciudadanos probablemente serán claves tras las próximas municipales y después de las generales previstas para finales de año. Hoy es el turno de los finlandeses, que según los sondeos darán la victoria a los liberales del Partido del Centro. No tendrán demasiados problemas para encontrar socios en un país acostumbrado a las alianzas de hasta seis partidos, con conservadores, socialdemócratas e incluso eurófobos en la Ejecutiva.

El Reino Unido tomará el testigo el 7 de mayo. Los británicos nunca han simpatizado con los Gobiernos de coalición, pero el desgaste que han sufrido en esta legislatura los liberales de Nick Clegg en coalición con los tories y la incapacidad de los laboristas de Ed Miliband de tomar ventaja sobre el partido del primer ministro los obligará a pactar si quieren desalojar a los conservadores y evitar el referendo de permanencia en la UE que David Cameron promete. Una tercera fuerza podría ser necesaria para alcanzar la mayoría: los independentistas escoceses. Nadie quiere tener que estrechar la mano con los eurófobos del UKIP, tercera fuerza en intención de voto.

En Dinamarca,  ningún partido ha conseguido mayoría absoluta desde 1909 y todo indica que las elecciones del mes de septiembre se cerrarán con una nueva coalición de Gobierno. A diferencia de la actual de centro-izquierda, será de centro-derecha.

A nadie le extraña la necesidad de llegar a consensos para gobernar en el centro y el norte de Europa, donde se considera incluso saludable para sus democracias. Pero deberán ofrecer algo más que pactos para evitar que el partido de extrema derecha, Dansk Folkeparti, revalide la victoria de las europeas del 2014.

Los portugueses también están llamados a las urnas en esas fechas y la coalición será inevitable. Aunque los socialistas aventajan al partido conservador del Passos Coelho, necesitarán ayuda de formaciones de izquierda.

Condenados a entenderse

En 23 países de la UE hay Gobiernos de coalición. Las formaciones políticas están condenadas a entenderse y a compartir cama con compañeros extraños. Una alianza a cuatro bandas reúne en Bélgica a independentistas flamencos y liberales francófonos. Impensable en España. En la carrera por el poder muchos compromisos terminan en divorcio. En Italia, el ministro de Interior, Angelino Alfano, abandonó a Berlusconi, con quien también fue ministro, de Justicia para asociarse con Matteo Renzi. En el 2012, el partido ultraderechista PVV, de Geert Wilders, precipitó la caída del Gobierno holandés y la celebración de elecciones anticipadas al retirar su apoyo a los recortes. El primer ministro, Mark Rutte, no quiso repetir la experiencia y gobierna hoy en coalición con los socialdemócratas.