La huelga masiva del transporte paraliza por completo Argentina

Marcela Valente BUENOS AIRES / COLPISA

INTERNACIONAL

JUAN MABROMATA | AFP

Los sindicatos, que exigen menos impuestos, amenazan con nuevos paros

01 abr 2015 . Actualizado a las 07:36 h.

Con una huelga masiva del transporte a la que se adhirieron otros gremios de servicios, el sindicalismo opositor volvió ayer a desafiar a Cristina Fernández para lograr la eliminación del impuesto a las ganancias (renta) sobre los salarios más altos. Una Buenos Aires semidesierta en las calles y estaciones claves fue la imagen más elocuente del impacto que tuvo el paro en todo el país.

El servicio de buses, los de trenes, metros y aviones se paralizaron por completo durante 24 horas. También se adhirieron a la medida los empleados de bancos, los trabajadores judiciales, los recolectores de basura y algunos gremios de funcionarios. No obstante, debido a la falta de transporte público y a los cortes de tráfico en los accesos a la capital, no hubo clases en la mayoría de las escuelas ni se atendieron las consultas programadas en hospitales públicos.

La huelga fue convocada por la Unión Tranviarios Automotor (UTA), una alianza de 22 gremios del transporte público de pasajeros. El objetivo, ya reiterado, es que se eleve el mínimo salarial no imponible del impuesto a las ganancias. Actualmente, el tributo lo pagan aquellos que ganan más de 15.000 pesos al mes (unos 1.460 euros). Sin embargo, el Gobierno no manifiesta voluntad de modificar ese mínimo. Según explicó en la víspera el ministro de Economía, Axel Kicilloff, el impuesto a las ganancias «está muy bien», ya que recae sobre un 10 % de los trabajadores.

El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, consideró que los trabajadores que fueron a la huelga «están parando por defender los sueldos altos de trabajadores de otros gremios». Fernández sostuvo que una mayoría de personas que quiso ir a trabajar y no pudo por falta de transporte. En Buenos Aires había taxis, pero también se registraron amenazas y acciones para amedrentar a conductores y pasajeros.

A la huelga, la cuarta contra el Gobierno de Fernández, se adhirieron después la Confederación General del Trabajo (CGT), la Central de Trabajadores Argentinos y otra central sindical menor, la Azul y Blanca, las tres organizaciones opositoras a la Administración. El resto de las centrales y agrupaciones sindicales no convocaron, pero consideraron legítimo el llamamiento o dieron libertad de acción a sus afiliados. Ante el seguimiento del paro, los sindicalistas advirtieron que si no hay respuesta gubernamental podrían convocar una nueva medida de fuerza.

Presión electoral

Para el Gobierno, la huelga se encuadra en un año electoral. En agosto comienza el proceso de elecciones primarias y en octubre serán las generales. Ese mes se decide quién sucederá a Cristina Fernández, que finaliza su segundo mandato en diciembre. Algunos candidatos de la oposición ya advirtieron que eliminarán el impuesto si ganan las elecciones.

Avanzada la jornada de protesta, el líder de la CGT, el camionero Hugo Moyano, destacó que la huelga fue «contundente» y subrayó que los dirigentes sindicales sentían una «enorme satisfacción» por haber «interpretado la voluntad de la gente de expresarse».

Juan Carlos Schmidt, de la misma CGT, pidió que se modifique el sistema tributario para que no sean los trabajadores los que financien el aumento del gasto social para los sectores más vulnerables, sino los sectores que más tienen. Schmidt señaló que, en ese sentido, el Gobierno de Cristina no ha tocado «ningún privilegio».