Pretextos saudíes

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

INTERNACIONAL

27 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La excusa saudí para bombardear la ciudad de Saná no vale. Abdo Rabu Mansur Hadi, en nombre de quien los saudíes dicen actuar, ya no es el presidente legítimo del Yemen. Dimitió en enero y todo indica que ha abandonado el país. Tampoco se puede hablar de la guerra civil yemení como «un campo de batalla entre Arabia Saudí e Irán» como quieren los saudíes que lo veamos -y, por lo que se ve, lo están consiguiendo-. Como los iraníes, los rebeldes hutíes, en efecto, son chiíes -en realidad, ni siquiera; son zaidíes, que no es exactamente lo mismo- pero de ahí no se deduce automáticamente que Irán les haya animado a sublevarse ni les esté apoyando militarmente. Nadie ha mostrado ninguna prueba de tal cosa. La única intervención, y muy visible, es la de los cazas saudíes y de sus aliados, cuyo objetivo es proteger los intereses geoestratégicos de la monarquía absoluta en Riad. Pero lo más asombroso es que esta intervención armada sin resolución de la ONU está también recibiendo el respaldo tácito e incluso expreso de Occidente. Esto ya sucedió cuando los saudíes invadieron el vecino Baréin en el 2011 para sofocar una protesta pacífica de la población que pedía más democracia. Es una prueba más de la enorme influencia de Arabia Saudí en el mundo, en especial a través de su lobby en el Congreso norteamericano, casi tan poderoso como el proisraelí. ¿Ha decidido Washington «regalarle» esta guerra a los saudíes como premio de consolación por la inminente firma de un acuerdo que pondrá fin al aislamiento de Irán? Sería una irresponsabilidad.

El resultado puede resultar explosivo, además de paradójico. Porque de nuevo, como en Siria y Libia, Occidente y sus aliados vuelven a luchar del mismo lado que Al Qaida, que es uno de los grupos contra los que combaten los hutíes. Uno diría que esto se está convirtiendo en una costumbre inquietante que debería inducir a reflexión.